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"La obsesión del demonio" Cap 15: Perra




Con una tímida sonrisa sostuvo la flor azul-violeta para guardarla en el bolsillo antes de pararse del columpio y asentir, el demonio sentía como si le hubiesen pateado las entrañas ¿Por qué razón Kim Jungwoo tenía que ser tan adorable? Juntos, el uno al lado del otro, caminaron por el parque disfrutando del silencio y la compañía.


Yukhei observó una pareja que tenía sus manos enlazadas antes de mirar las suyas vacías, podría sostener sin problemas las de Jungwoo pero el muchacho entraría en colapso innecesario.


—¿Cómo es Johnny siendo profesor? ¿Tirano? ¿Malhumorado? —las mejillas del humano se tiñeron rosadas como los pétalos de una flor de cerezo.


—Al inicio era un hombre muy serio pero luego cambió de humor, nuestras compañeras de la escuela incluso se han golpeado contra una pared por desviar la mirada hacia él —Miró a Lucas, su cabello rubio, su sonrisa tímida, su estómago se contrajo— ¿Puedo ser honesto? para mí tú eres mucho más bello, no imagino al señor Suh en este plan de caminar y ser sencillo, tú eres...


No era sencillo, no era bonito, el único motivo por el que actuaba de esta manera era porque estaba enamorado de él, de ser lo contrario seguiría en su existencia demoníaca haciéndole la vida imposible a los humanos y rindiéndole tributo al gran Lucifer.


Pero el hecho que Jungwoo le hubiese alagado también hizo hervir su rostro y sonreír como idiota. Se detuvieron cuando el mayor le pidió que esperara, 2 minutos después llegó con una manta azul bajo el brazo y la extendió sobre el césped y bajo un enorme árbol que les brindaba sombra fresca.


Y como si el destino lo hubiese deseado, un hombre pasó con un carrito vendiendo helados en Cono.


El adolescente se paró con los ojos brillando como si hubiese encontrado un tesoro, registró

sus bolsillos buscando dinero pero "Lucas" le dijo que invitaba. Eran detalles sencillos pero la belleza estaba allí. Después que ambos tuvieran su helado, el mayor le hizo un gesto al heladero para que se retirara, un gesto que pasó desapercibido para el humano pero que el servus entendió como un vete hora.


El demonio era capaz de utilizar todos los recursos a su favor.


—Después de esto prometo que pasaremos a un restaurante de lujo.


—No necesito de esas cosas —estiró sus pies y apoyó la espalda en el tronco de un árbol, Lucas estaba de piernas cruzadas como si meditara. Le dio una pequeña lamida a su helado — ¿Puedo preguntarte cosas para conocerte más? —a pesar que sabía lo que implicaba, Yukhei asintió, había

inventado tantas identidades en su existencia pero jamás olvidaba una — cuéntame más sobre ti ¿Hermanos? ¿Padres? ¿Vienes de China? o ¿Cómo llegaste a trabajar en un club sexual?


Kim Jungwoo, incluso antes de perder la memoria, siempre había sido un chico exquisito con la curiosidad al límite. Contestó con la voz calma a cada una de sus preguntas tal cual lo hizo en el pasado y algo en lo que el trío de íncubos habían quedado de acuerdo en una reciente conversación: eran amigos porque estuvieron en el mismo orfanato y nunca fueron adoptados.


—Llegué a trabajar en un club sexual porque Johnny propuso la idea, el mundo gira en torno al sexo y es una opción muy buena para explotar y sacar dinero. Solo espero que no te esté espantando.

Jungwoo acercó su rostro un momento y sin preguntar depositó un suave beso en la mejilla de Yukhei para hacerle entender que no lo estaba espantando, un gesto colmado de ternura que hizo

la vacía existencia del demonio un par de segundos mejor.


Podía haber corrido el rostro y probar su dulce boca (solo lo había besado un par de veces para entregarle energía), pero se sentía tan malditamente bien hacer las cosas correctas que solo se

quedó allí sonriendo bobaliconamente mirando la manta color azul.


—Gracias por esta pequeña cita pero... —había mirado la hora en su teléfono, sintió el nudo en su garganta aparecer— no puedo quedarme mucho tiempo, mi madre trabaja desde casa y controla mis horarios. Además tardo poco menos de una hora desde Abbotsford a Vancouver. De verdad muchas gracias.


Y lo dijo de una manera tal en la que el demonio se preguntaba porque mierda había cometido tantos errores en el pasado, la desgracia de su chico era únicamente por su culpa. Un par de personas los observaron desde lejos, no era bien visto un hombre alto acompañando a alguien que aún llevaba puesto uniforme de escuela.


Pero el íncubo cumplía con su palabra, bastó que los observara para que sus memorias hubiesen sido borradas y continuaran con su camino, nadie iba a fastidiar este pequeño avance, nadie iba a hacerle daño a su Jungwoo.


Viernes 25 de mayo 2018, 3 días después.


Siendo sofisticada en demasía, la súcubo aceptó la taza de café que el muchacho le había ofrecido. Estaban sentados junto a una mesa en el patio mientras se daban un receso de las clases de piano, era el segundo día que venía a la casa del muchacho y aunque había consultado con otros demonios, estar más de una hora fingiendo ser un humano dentro de un ambiente tan religioso no hacía más que desesperarla.


Había subestimado a Youngho por estar toda la semana en la escuela católica, Irene tenía menos tolerancia a ese tipo de cosas.


Se limpió las comisuras labiales con una servilleta mientras prestaba atención a los detalles de Mark Lee, el chico no tenía una nariz perfecta, la forma en la que observaba las cosas lo hacía lucir

inocente, incluso parecía que estaba haciendo un puchero cuando no se lo proponía. Tenía el rostro parecido al cachorro de un león o algo por el estilo.


De haber tenido sentimientos de seguro lo habría encontrado guapo.


Desvió los ojos antes de que fuese descubierta y el chico malinterpretara las cosas.


—Así que... ¿Por qué decidiste tocar piano en primer lugar?


—Fue cuando tenía como 6 años, veía a mi hermano menor sufrir por la enfermedad que lo aquejaba en ese entonces, el tratamiento era un poco agresivo... cuando tocaba el piano él sonreía —Irene levantó una ceja curiosa, casi podía olfatear la energía negativa que desprendía el cuerpo del chico— abandoné el deseo de tocar cuando lo dieron de alta del hospital.


La muchacha se levantó de su asiento con calma, quitó sus zapatos de tacón y caminó por el césped sintiendo la hierba acariciar la planta de sus pies desnudos. Mark pudo ver el inmediato cambio de su estado de ánimo a través de lo que reflejaba su rostro, siguió su figura por detrás y apreciando los detalles.


El cabello largo y oscuro siendo iluminado por los últimos rayos de sol de la tarde, su aspecto pulcro, su tono de piel ¿No era la representación de Snow white versión coreana? La escasa brisa levantó unas cuantas hebras de cabello.


Se agachó hasta el suelo y acarició la superficie del agua con la punta de sus dedos.


—Como alguien que ha sufrido de una enfermedad grave y sobrevivido, doy fe de lo mucho que se sufre en el proceso —murmuró, sonrió con melancolía después— no te conozco Mark Lee, pero estoy segura que tu hermano sabe que eres un tesoro... si tocas el piano de nuevo no traerás consigo malos recuerdos, muy por el contrario.


El muchacho tenía las mejillas una vez más rojas, el cumplido había calado hondo, "Irene" además de ser guapa físicamente emanaba empatía de esa difícil de obviar. Nervioso rascó su nuca mientras ella con una sonrisa avergonzada se colocaba sus zapatos una vez más.


—Lo lamento, pero creo que sería bueno retomar las clases —indicó la puerta de vidrio que estaba en la casa, lejos unos cuantos metros— tus padres confían en que guíe a su hijo por el buen camino para que aprenda a tocar de nuevo el piano.


—Tienes razón yo... ahhh, vamos.


Cuando la súcubo pasó por su lado, pudo sentir el calor que el chico emanaba, si ponía de su esfuerzo estaba segura que lo tendría en sus manos en un plazo no mayor de tiempo. Ella no dependía de si tenía o no tenía clases en su maldita escuela católica, Youngho sí. Las cosas estaban a su favor.


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Bajó de aquella escalera paso por paso sin el mayor apuro con las alas negras arrastrando los peldaños como quien acaricia la superficie de algún elemento.


El íncubo de cabello negro chasqueó los dedos para hacer aparecer un espejo de grandes proporciones en medio de la sala de estar, quería ver su figura mientras se probaba atuendos aunque la verdad siempre terminaba escogiendo algo que fuese de color negro oscuro como su existencia.


Con el ceño fruncido volteó hacia atrás al escuchar un silbido similar al que hacen los humanos cuando hacen piropos.


Allí sentados en un sofá estaban Yukhei y Taeyong con una sonrisa burlona. No le gustaba que se rieran a expensas de él pero ¿Acaso no era verdad? ¿Desde cuando se preocupaba por como se veía si siempre creía lucir bien?


—Si fuera súcubo ya habría intentado follar contigo —dijo Yukhei levantando una ceja sugestivamente— ¿No vas a ir a Diavolo? tenemos un show esta noche.


—No, porque voy a salir con Mark Lee, ese niño me está volviendo loco y debo aclarar ciertas cosas —chasqueó sus dedos, asintió conforme cuando vio que sus pantalones negros y la camisa

del mismo color acentuaban su figura y le daba un aspecto intimidante— agradecería que dejen de aparecer de la nada en este departamento y por cierto ¿Qué mierda le pasa a Taeyong?


El demonio estaba en una posición extremadamente cómoda observando el teléfono que tenía a mano, una sonrisa boba surcaba sus endiablados labios ¿Cómo no hacerlo? Chittaphon era esa clase de humano con la personalidad que siempre había creído como atractiva, si él decía algo en doble sentido el muchacho le respondía en la misma onda, pero también podía ser tierno. Y sumándole a todo, era precioso y se movía muy bien. De haber sido humano lo habría querido como suyo para siempre.


Lo tenía guardado como "humano bonito" en latín.

Yukhei sonrió mirando el suelo, mas luego dejó de prestarle atención y se enfocó en Youngho, el demonio parecía disgustado por la forma patética en la que se comportaba su "colega" pero todo lo que dijo fue "Estamos cayendo cada día más bajo".


Antes de irse, el rubio le pidió que recordara muy bien en lo que habían quedado de acuerdo, si los humanos preguntaban ellos habían sido amigos desde el orfanato y que decidieron abrir un club sexual porque era una buena fuente de ingresos. Era la única forma para que no quisieran indagar

en familias que no existían.


Esa noche Youngho decidió realmente usar el auto como si fuese un humano real, respetando semáforos y toda señal de tránsito. Mientras conducía pensaba en si él llegaría a ese extremo de estar comunicándose por aparatos electrónicos con el mocoso, no quería estar sonriendo como bobo ni haciendo preguntas que podía contestarlas con tan solo un chasquido o el poder de su mente, sin embargo había visto como Taeyong, que también había sido un demonio acérrimo en sus deberes como íncubo, caer ante el encanto de Chittaphon Leechaiyapornkul. Ni que decir de Yukhei, él ya estaba absolutamente enamorado de su humano.


Gruñó frustrado, pero se detuvo fuera de la lujosa casa del muchacho. Había llegado y ¿Cómo iba a llamarlo para que se subiera al vehículo? Cerró la puerta tras su espalda y miró la gran entrada pero cuando quiso hacer alguna intervención para obtener el número del humano ese, la puerta de la gran entrada se abrió.


No faltó más que un segundo para que sus sensores se activaran, el aire se teñía de algo inconfundible para un demonio y es que pudo... no, eso no era cierto.


Como una muñeca de porcelana, Irene salió a de la casa emitiendo risitas pequeñas y cargadas de una ternura tan falsa como su buena voluntad. Los padres de Mark Lee la escoltaban por detrás hacia la entrada, alcanzó a divisar la figura del muchachito, ansioso rascaba sus brazos y miraba hacia todas partes. Tal vez estaban conectando de una manera que no alcanzaba a dimensionar pero de los 4 fue el primero en observarlo y abrir sus ojos estupefacto.


Maldito niño.


Irene fue la segunda al detectar la presencia demoníaca de Youngho. La ira del íncubo era tal que sus brazos empezaron a temblar, su peligro era tal que muchos de los cachorros que vivían cerca empezaron a aullar asustados, algo muy malo rondaba cerca.


¡¿lrene era la profesora que él había mencionado?! ¡¿La perra esa?!


—¿Te vinieron a buscar? —dijo Andrew Lee al ver el auto de lujo y a Youngho parado contra él.


Irene meneó la cabeza, miró a Mark, a sus padres y asintió después de resoplar entrecortado.


—Es un amigo mío, eso es... es todo — hizo una pequeña reverencia— agradezco la invitación para cenar, hoy Mark fue particularmente bueno, creo que aprenderá muy rápido.


El corderito miraba confundido la situación, quería correr hacia la entrada y preguntarle al señor Suh qué estaba sucediendo. Tocó su propia ropa, por supuesto que había recordado que a las 22:15 iban a salir pero nunca pensó que sus padres iban a invitar a su maestra a cenar, mucho menos que tendrían una charla tan amena durante la cena los 5 en la mesa.


Nunca había visto las facciones de su profesor mostrar tanta ira, quería intervenir pero ¿Qué explicación les daría? ¿Cómo conocía a ese hombre? Podía decir que era su profesor de

deporte pero estaba seguro que Johnny Suh ni siquiera había querido ser descubierto.


Irene extendió la mano hacia Mark y la apretó más de un par de segundos, luego se despidió de los padres del muchacho y agradeció cuando abrieron la puerta. Youngho tenía los puños tras su espalda, nadie de ellos podía darse cuenta que estos emanaban fuego y que estaba haciendo sobreesfuerzo por no convertirse en el demonio que era.


Los padres de Lee iban a saludarlo pero Youngho fue más rápido, antes que estuvieras cerca entró al lugar del piloto esperando por la súcubo. La garganta de Mark se estrechó ¡¿Qué iba a pasar con la cita?! ¿Qué era toda esta extraña indiferencia? Irene abrió la puerta, se acomodó en el lugar del copiloto y la cerró, el vehículo avanzó lo suficiente y cuando estuvo fuera del alcance de la vista de ellos y de cualquier cámara de seguridad, desapareció del ambiente.


El muchacho se quedó parado en medio del camino de piedra mirando la entrada con los labios temblando y la garganta dolorosa, él lo había ignorado, él estaba enojado, él conocía a Bae Joohyun ¿Ella se habría acostado con el señor Suh?


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Las manos y pies de Irene estaban atados a un tronco en medio de aquel bosque maldito y abandonado en un rincón oscuro del planeta tierra. No podía deshacer el lazo que aquel infeliz de Youngho había utilizado porque no estaba hecho de cualquier metal, no, además había sido un regalo del gran señor Asmodeo para diversos planes.


Sin tener un ápice de piedad, el íncubo sostuvo una jarra blanca en el aire y derramó agua bendita gota por gota en el cuerpo de la súcubo, no le importaba que vomitara sangre color negra por la boca y la nariz, tampoco que chillara y gruñera en múltiples lenguas o que sus brazos y piernas se contrajeran como si convulsionara.


—¡¿No vas a cansarte verdad?! — sus alas se extendieron por lo alto, su cabello se había despeinado, sus puños estaban cubiertos por fuego rojo como reflejo de su estado anímico— ¡¿Qué haces metiéndote en el hogar de Mark Lee?!


La sostuvo del cabello y lo tiró tan fuerte que ella escupió en su cara la sustancia negra, sus dientes se veían aún más afilados y sus ojos adquirían la forma como de gato.


—Dan vergüenza... realmente dan vergüenza para su naturaleza, tú no deberías estar pendiente de un mocoso de mierda humano ¡Deberías estar follando con hembras! —el ruido tronaba en los cielos y bajo tierra, cuando dos demonios se enfrentaban ocurrían calamidades.


—¡Eres una jodida y puta zorra! — salpicó más agua bendita en su rostro dejando que este se quemara, no eran heridas permanentes pero sí ardían en demasía— deja en paz a Mark Lee ¡¿Qué te hizo él?! ¿Eh?


Irene sudaba mientras trataba de enfocarse en la figura de Youngho, siendo demonio su estatura aumentaba 5 centímetros como mínimo y sus alas, cuando estaba enojado, se levantaban aún más.

De pronto sonrió a pesar que su rostro estuviera resquebrajado como la porcelana rota.


— Voy a jugar, voy a utilizar tus mismos trucos, ese niño no te pertenece y no tienes derecho a aclamarlo como tuyo —su voz era idéntica a la que tienen las personas cuando son poseídas— te

recuerdo que aún le gustan las mujeres y soy lo suficientemente atractiva como para que ponga su atención en mí.


Y como muy pocas veces ocurría, el cabello negro de Youngho se volvió rojo mientras el fuego en sus puños aumentaba de tamaño e intensidad de color. Se agachó hasta tener el rostro de Irene a la altura suya y la miró de todos los ángulos posibles. La demonio quedó perpleja, el nivel de furia era increíble y el sentido de posesión peor.


Mark Lee era la obsesión del demonio.


—Atrévete —sangre intensamente roja brotaba de sus labios— atrévete a tocarlo y voy a lograr que quedes igual de repugnante en tu apariencia física como los servus, voy a arrancarte las alas y se la voy a dar de comer a los buitres del averno, van a estar tan... pero tan hambrientos que te buscarán por toda la eternidad y cuando te vean te haran desaparecer para siempre... no por nada soy de los consentidos de Asmodeo, perra.


Lanzó el resto de agua bendita contra el rostro mientras sentía como su piel se deshacía como el ácido sobre una superficie plástica. Nunca antes había sentido tanta desesperación corriendo por su existencia, odiaba que lo subestimaran, pero más odiaba que trataran de quitarle algo que le pertenecía.


Mierda, Mark Lee era suyo, era su corderito y no había nada ni nadie que pudiera hacerle cambiar eso. Solo pensar que Irene quisiera hechizarlo o dañarlo lo hacía enloquecer.


Chasqueó los dedos para desaparecer de ese lugar mientras la pobre y patética figura de Irene se retorcía en el suelo gritando y vociferando maldiciones en idiomas que el humano no conocía. Pero incluso las amenazas de Youngho no iban a servir ¿Quién dice que las súcubos no se obsesionan con las víctimas también?


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"Te quiero" susurró desde la puerta, pero antes que la cerrara Felix le respondió "Yo también".


Había ido a darle las buenas noches al muchacho que se había acurrucado entre las sábanas y mantas de su cama más temprano que de costumbre.


Observó el chat de los Foreign Diavolo Swaggers, sus amigos vitoreaban para él por la cita. Ten incluso iba a fingir que Mark estaba en su casa para que pudiera reunirse con el candente Johnny Suh.


Su estómago se revolvió, el señor Suh no había vuelto a aparecer.


Cuando quiso comunicarles el extraño episodio que había ocurrido en la salida, el teléfono empezó a sonar con un número desconocido, no le gustaba contestar pero creía que una emergencia podía salir de allí. Tuvo que sujetarse de una pared cuando escuchó la profunda voz del señor Suh ¿Cómo había conseguido su número?


—Estoy aquí abajo ¿Puedes bajar, por favor?


No sonaba irritado ni asustado, más bien con un profundo cansancio. ¿Qué le había pasado? Dio un escueto SI antes de bajar a la cocina donde su madre parecía entretenerse con un nuevo plato que había inventado. Era cosa de chef.


—Iré a la casa de Chittaphon, mamá, regresaré mañana... te amo.


—Aún más, yo aún más hijo —sostuvo su rostro por ambas mejillas y lo llenó de besos por todas partes— cuídate y diviértanse.


Sintió tristeza, había tenido la costumbre de empezar a mentirles cuando detestaba hacerlo pero ¿Con qué excusa podía decir que saldría por allí? No cumplía con la mayoría de edad en el estado de Columbia y tampoco quería meterse en problemas.


Sintió como los órganos subían por su abdomen cuando lo vio parado con la puerta del copiloto abierta, no habían rastros de molestia, incluso lucía calmo y más hermoso que de costumbre.

Podía entender porque lo hacía dudar de su sexualidad, él era físicamente muy bello y hormonalmente hablando una bomba.


—Sé que tienes dudas sobre lo que sucedió hace unos minutos, pero te daré las respuestas que quieres, por favor sube —murmuró.


El chico entró en el lujoso vehículo antes que el hombre lo rodeara y entrara en él. Youngho avanzó solo lo suficiente para que estuvieran fuera del alcance de la gran casa de Mark, antes de detener el auto, apagar el motor y mirar al muchachito. El chico se veía tan lindo en su atuendo, los lunares de su mejilla y el cuello lo llamaban pidiéndole a gritos ser besados. Lo miró a los ojos, se veía tan confundido pero podía olfatear el deseo en él.Y se sentía tan posesivo que si alguien llegase a ponerle un dedo encima... acabaría con todo el planeta.


Se inclinó y lo besó dejando que el menor se apoyara en el asiento recibiendo la caricia con hambre. Habían descubierto el placer y el arte de un beso, se entregaban tanto a través de este que nadie podría igualarlo.


—Eres hermoso —besó la punta de su nariz cuando él suspiró encantado— necesitaba besarte.


Manejó con calma pero esta vez su mano caliente estuvo constantemente en la rodilla izquierda del chico para transmitirle seguridad. La última novedad en Vancouver era un restaurante de lujo en el último piso de este. Había reservado la única mesa en una terraza situada en la azotea, con luces blancas, algunas plantas decorativas, cortinas de lujo semitransparentes blancas y personas atentas a sus pedidos.


Mark se sonrojó cuando vio todo aquello ¿Qué pensarían de él que quería tener una cena así privada, con un hombre? Asustado de que descubrieran cualquier cosa miró a su profesor pero este tenía la confianza suficiente para sentarse y mirar satisfecho a su alrededor. ¿Cómo no estarlo? Había hechizado a las personas para que cuando ellos se fueran, olvidaran sus rostros e identidades.


—Pide lo que quieras... si tienes hambre puedo pedir que dejen de servir esas cantidades patéticas llamadas "gourmet". La carta es tuya.


Nervioso vio todo y se decidió por unas costillas acompañadas de papas doradas y una ensalada de lechuga orgánica con crutones. No entendía mucho, él simplemente era feliz con una hamburguesa de McDonald's.


Youngho no sabía mucho de la comida humana y para no ser cuestionado pidió lo mismo que el chico.


Les llevaron los jugos naturales (nada de alcohol para nadie). Se atrevió a sonreír medio segundo al verlo nervioso, jugaba con la bombilla (sorbente, popote) y no bebía nada aún.


—Yo conozco a Irene, nos hicimos amigos hace 2 años y si quieres preguntarte, sí, me acosté con ella —la palabra "amigos" le daba náuseas pero esa infeliz ya había dicho aquello, tenía que seguir manteniendo la coartada.


Mark, que se había atrevido al fin a beber jugo de frambuesa, escupió abriendo sus ojos de par en par.


—Podría tener siquiera un poco de filtro ¿No? —gruñó con el ceño fruncido. Quería decir algo pero las palabras ni siquiera podían ser formuladas ¿Qué podía decirle? ¿Podría recriminarle?— Bae Joohyun se ve tan educada, tan... señor Suh ¿Está usted hablando en serio?


—¿Y qué conseguiría con mentirte? — respiró profundamente, quería revelar lo despreciable que podía ser pero solo conseguiría exponerse más de la cuenta.


Se hizo un silencio incómodo cuando el mozo con un carrito de plata les acercó lo que habían pedido, el estómago de Mark rugió como un pequeño león mientras que el demonio miró sin emociones lo que tenía. No entendía el proceso digestivo de un humano ni el placer que les generaba un alimento.

Tampoco se enfermaba si comía así que lo haría también.


—En el cuarto del conserje... —Cuando su profesor dijo aquello, Mark de inmediato llevó la mano al hombro recordando la marca que le había dejado su mordedura, sus mejillas se sonrojaron— dijiste que querías aclarar cosas ¿Qué necesitas preguntar?


Con lo de su profesora de piano, podría preguntar más cosas, sin embargo ¿Qué podía preguntarle sin parecer un celópata? Meneó la cabeza, Johnny Suh seguramente se había acostado con medio Vancouver y aun así estaban comiendo juntos.


El demonio encontró incluso adorable la manera en la que el corderito se comía la costilla de cordero.

"Canibalismo" quiso reír con su broma pero eso sería caer bajo.


—Somos hombres y al menos yo prácticamente adulto —apretó una servilleta entre sus dedos, la textura lo calmaba— las clases van a terminar muy pronto, señor Suh y usted dijo que se iría al

extranjero y... —su rostro estaba tan rojo que podía iluminar una habitación a oscuras, el demonio se deleitaba con la imagen, era tan bonito— señor Suh, yo... usted sabe que soy católico y que estoy en un proceso de aceptación... no es fácil para mi saber que me gusta alguien del mismo género.


"Le gusto" pensó mordiéndose los labios para no esbozar sonrisas bobas. No quería caer tan bajo como Taeyong o Yukhei.


—Yo también me he estado preguntado que sucederá con nosotros dos, las clases se acaban en menos de 3 semanas.


—Lo que necesito saber sinceramente, señor Suh es ¿Qué estamos haciendo? Yo lo deseo, usted me desea, en dos ocasiones hemos... —bebió jugo para calmar la vergüenza, Youngho disfrutaba verlo abrumado por el sexo— ya sabe... pero, pero usted es un trabajador sexual y sí, tengo miedo que me esté viendo como otro de sus juguetes ¿Qué espera de mí? ¿Qué siente sobre mí?


El íncubo se veía como la tentación más pecaminosa del planeta, vestido completamente de negro apoyando una mano bajo su barbilla evaluando al muchacho. Con un suave gesto en su mirada hechizo la puerta para que nadie subiera, fue allí que corrió el asiento un poco más hacia atrás y estiró su mano haciendo un gesto para que el muchacho se sentara sobre sus muslos.


Mark era masculino, no era pequeño de estatura pero al lado de él era un cachorrito, un muñequito.


Tímido miró hacia atrás y rodeó la mesa para sentarse sobre ese hombre, con una pierna a cada lado. El íncubo apoyó su frente con él y observó sus labios. Pensó en Irene, pensó en todo lo que había pasado desde que chocaron ese día en el parque, habían pasado exactamente 2 meses.


Los 3 demonios estaban obsesionados con un mosquetero en especial, las cosas no parecían ser causalidad. Había odiado la idea de obsesionarse con él pero lo de la perra de Irene no hizo más que sacar los celoso que nunca tuvo en su existencia. Solo pensar que Mark pudiese estar interesado en ella y dejar de observarlo con esa belleza, le dolía.


Y a esta altura ¿Podía pensar en quitarle la vida? se inclinó hacia atrás y miró sus ojitos. "No soy capaz" admitió con miedo.


No iba a ser capaz de matarlo ahora, ni más adelante. Muy el contrario él estaba enamorado, pero su sinceridad podía arruinarlo todo.


—Me gustas, corderito... me gustas y no puedo pensar en otra persona que esté cerca tuyo —besó suavemente sus labios mientras el muchacho suspiraba entrecortado— no puedo cambiar mi

pasado en Diavolo... —besó uno de los lunares de su cuello, el perfume que llevaba era tan embriagante que su miembro ya estaba listo para la acción— tampoco puedo hacer que no te gradúes ¿Sabes que es peor? que tengo muy claro la diferencia de edad entre nosotros y que no soy la mejor opción para ti, pero aún así no quiero dejarte ir, no te estoy hablando como tu profesor, te estoy hablando como un hombre... podemos, simplemente, disfrutar lo que hay ¿No?


Asintió antes de abrazarlo por el cuello y besarlo, amaba sentirse abrazado por sus fornidos brazos y compartir el calor, amaba saber que era correspondido. No quería pedir más por ahora, temía que se asustara y saliera corriendo. Era bueno para él lo de "disfrutar lo que hay", más aún cuando aún estaba aceptando que también le gustaban los hombres.


En aquel momento el teléfono en su bolsillo empezó a sonar, realmente quería dejarlo a un lado y continuar con las caricias que su fruto prohibido le daba, pero cuando la llamada terminó, después de unos segundos volvió a sonar.


Extrañado sostuvo su teléfono, eran llamadas perdidas de su madre. Johnny enlazó una mano con la suya para darle fuerza, seguramente habían descubierto que no estaba en casa de su amigo.


—¿Mamá?


El íncubo se sorprendió de como el precioso color de su piel se fue perdiendo hasta quedar en blanco, su respiración empezó a acelerarse, sus manos a tener espasmos, sus ojitos a llenarse de lágrimas y unos gemidos incontrolables brotaron de su garganta.


—Mamá... ¡Mamá tranquila! Yo me voy para allá... mamá, voy para allá.


Ni siquiera era capaz de cortar la llamada, fue el íncubo quien sostuvo el teléfono y lo hizo, incluso él se sintió asustado.


—Corderito, qué sucede. ¡¿Qué sucede?! —lo movió lentamente— bebé —Y de pronto estalló en un grito y un llanto incontrolable, el demonio se paró de inmediato, sostuvo su barbilla para observarlo, se sentía tonto, se sentía incapaz de hacer alguna cosa— pequeño, por favor dime que...


—Mi hermano señor Suh, es Felix... no quiero, no por favor, no de nuevo ¡No!

—Bebé.


—Necesito llegar al hospital señor Suh, lo encontraron desmayado en el baño de su habitación. ¡Con su piel llena de hematomas! necesito, yo necesito llegar.


Tiró de su cabello llorando, recordando el pasado y las señales que volvían a repetirse. Y Felix había querido ocultarlo todo.


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1 Comment


eden green crown
eden green crown
Mar 12, 2021

kyaaa creí que Johnny le iba a decir que ellos habían salido pero habían terminado, pero que ella no lo podía superar. ¿Será Irene la que le está haciendo daño a Felix? TOT

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