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"La obsesión del demonio" Cap 4: Una charla decepcionante



Taeyong frunció el ceño ante sus palabras aunque no debería sorprenderle que Youngho supiera lo que hacía, el día de ayer había tardado mucho para volver al club sexual, suponía que lo había espiado. Yukhei podría defender a su "amigo" pero cualquier cosa que dijera, Youngho recitaría con sorna todos los errores que había cometido como íncubo, aún más los del año pasado en tiempo humano.


Con aparente calma, Taeyong caminó hacia la salida de aquel salón de descanso pero cuando tuvo a Youngho a su lado lo miró fijamente, había misterio nadando en aquel mar rojo que tenían por ojos.


—Aunque has malinterpretado completamente lo que hice anoche, que no se te olvide... ningún

demonio es totalmente resistente a un humano.


Martes 3 de abril 2018, 3 días después


Flash Back


No podía mirar fijamente los ojos del traumatólogo que estaba frente suyo paseándose de un lado a otro en aquel lugar, sentía vergüenza pero ¿De qué? ¿Podía atribuir esto a un milagro de Semana Santa? ¿Su tobillo había salido de entre los muertos un domingo de resurrección?


Después de descargar todo su temor en el llanto durante la madrugada, durmió profundamente al

menos 4 horas más pero cuando abrió sus ojos se dio cuenta que las cosas no serían igual de ahora en adelante. Al tratar de sentarse esperó que su tobillo doliera y se incomodara por el peso del yeso pero cuando puso su atención en aquella parte de su cuerpo, vio el yeso partido por la mitad.


Asustado gimió, había estirado sus manos para tocar lo que creía seguía siendo un tobillo

inflamado pero no, no había coloración defectuosa o desviación de la extremidad, no le dolía en

absoluto y podía moverla con normalidad. Esto tenía que ser una broma.


—Esto tiene que ser una broma —murmuró el traumatólogo al señor Lee, padre de Mark y médico

también.


"Lo mismo creí yo esta mañana" pensó Mark Lee inquieto.


¡¿Cómo podía sanar una fractura en menos de 1 semana?! ¿Cómo había roto el yeso sin siquiera salir de la cama? Juntos veían la radiografía para verificar que efectivamente no había lesión alguna, incluso la comparaban con la anterior que la cual sí podía apreciarse la pérdida de la continuidad ósea.


El muchachito no quería que lo creyeran un mentiroso pero era cierto que no sentía molestia alguna y su tobillo estaba en las mismas condiciones antes del accidente.


—Tal vez se equivocaron de radiografía ese día — murmuraba el señor Lee— pero ¿Cómo explicaría que mi hijo tuviese evidentemente daño ese día? Al menos que solo haya sido un esguince.


No quería ahondar más en el tema y agradeció en aquel momento cuando Felix su hermano,

descansó una mano en su hombro para alentarlo. Él le creía lo que le había pasado, jamás iba a

subestimar algo que Mark dijese.


—Solo quiero volver a dormir, no entiendo nada —susurró.


—A veces los milagros existen —golpeó su hombro con burla— Si no ¿Quien sería tu casi mellizo?


Mark levantó la vista a su hermano con un nudo en la garganta y asintió, Felix era la prueba de

ello, había luchado por 3 años y cuando la muerte decidió llevárselo, el milagro había ocurrido. Aquel nivel de emoción no podía compararse con la sanación de dudosa procedencia de su tobillo, pero se hacía a la idea que las cosas no eran imposibles.


Fin Flash Back


Había luchado con sus padres el día de ayer para asistir a la escuela, sin embargo antes de levantarse de la cama y poner los pies en el suelo, estos le habían dado una negativa rotunda. Hoy el caso era distinto, después de discutir con especialistas y determinar que efectivamente su hijo no tenía lesión alguna, permitieron que volviera a clases. Cualquier persona cuestionaría sus decisiones y le diría lo mal que estaba en querer volver a clases, pero Mark era un chico responsable y sabía que no podía abusar de algo que ya no existía.


Allí estaba él caminando hacia la entrada de clases rodeándose de alumnos grandes y chicos

que abrían su boca sorprendidos ¡¿cómo podía caminar sin un yeso?! La noticia de su accidente y

el repentino ataque de ira de un compañero había sido esparcida rápidamente.


—¡¿Y tu yeso?! —decía el Geek, su compañero.


—Se dieron cuenta que nunca tuve una fractura, pero sí una lesión, tengo una venda puesta —apretó los labios, la venda solo era para que dejaran de hacer cuestionamientos, no la necesitaba en absoluto— los días de descanso sirvieron para... pa... para desinflamar la zona.


Perdió el hilo de sus palabras al igual que el interés de sus compañeros en él cuando sintieron el

rugido del motor de aquel Lamborguini. La escuela contaba con estacionamientos tanto adelante

como al costado y atrás por lo que esta vez ese hombre decidió dejarlo allí.


Con elegancia salió del vehículo el profesor Suh, hubiese sido cómica la manera en la que las chicas

mayores suspiraron ante su belleza enigmática, pero Mark sintió su espalda erizarse con un

sentimiento extraño. Johnny Suh ajustaba una cadena y pulsera de plata en su cuerpo, vestía con un abrigo largo, camisa y pantalones, todo de color negro. Cargaba un bolso deportivo y estaba concentrado en la entrada.


Saludó un par de personas en su camino con una sonrisa que jamás había visto en un ser humano,

pero cuando pasó a su lado lo ignoró de manera olímpica. Ese hombre realmente lo detestaba pero ¡¿Por qué?! ¡Él había arreglado su réplica y la había dejado en la puerta de la casa! Su ambivalencia era... aterradora.

—Te lo dije —susurró Jungwoo abrazando de lado a su amigo— ¿Ves que sonríe?


—Tengo que hablar personalmente con él, hoy.


A media mañana tocaba la clase de deportes y todos en su curso parecían entusiasmados. Él muy

por el contrario a los demás vestía su uniforme escolar, a pesar de haber ocurrido un milagro no iba a arriesgarse a dañar su tobillo nuevamente.


Todos ingresaron al gran gimnasio de la escuela, las chicas, muy a su pesar, tendrían clases con una profesora mientras que de los hombres el profesor Johnny Suh se encargaría. El ambiente parecía volverse más tenso cuando él entraba al lugar con elegancia aún enfundado en su traje deportivo.

¿O solo tenso para Mark Lee? Espero una mirada, incluso una cargada de molestia pero Johnny Suh solo le dio una pequeña vista indiferente antes de sostener un balón de básquetbol.


—Haremos los ejercicios de estiramiento, 5 minutos de trote para entrar en calor —las últimas alumnas que dejaban el gimnasio le dieron una mirada ensoñadora antes de golpearse el rostro contra una pared— tendremos un pequeño partido de básquetbol y por último revisaremos su estado físico mediante el índice de masa corporal. ¿Entendido?


Si señor Suh!" dijeron al unísono antes de ocupar el suelo para hacer lo que el profesor les había

enseñado.


Jungwoo le dio una breve mirada y sonrió divertido, Chittaphon merecía ver al profesor

en persona y cómo llenaba su ropa deportiva ¡Una delicia! Con burla le hizo una morisqueta a su mejor amigo que observaba a todos en silencio sentado en un banco de madera.


Mark desvió sus ojos cuando aquella enorme figura se sentaba un poco más lejos de él con evidente interés en sus alumnos. Johnny Suh realmente tenía una figura dominante, su cuerpo emanaba peligro, su perfil podía asesinar a cualquiera, su escaneo se detuvo ahora en la cadena y pulsera de plata ¿Significaba algo? Estaba tan concentrado en su figura preguntándose cosas que se llevó un gran susto cuando desvió la mirada hacia él y lo miró con una ceja alzada.


—¿Terminó con su evaluación, señor Lee?


Mark miró su tobillo inmediatamente, estaba con las orejas rojas de vergüenza.


—Lo siento —tragó saliva y se esforzó para tener valor de volver a mirarlo a la cara— señor Suh

¿Puedo hacerle algunas preguntas? —el tono de su voz salió agudo de su garganta y se odió por eso, usualmente se caracterizaba por ser masculino.


John desvió la mirada hacia el frente antes de erguirse en su metro 90 y caminar hacia sus

alumnos, la frustración estaba aumentando ¡¿Pero cómo darle en el gusto a ese hombre?! Gruñó por lo bajo pero aquel pequeño sonido hizo sonreír en secreto al demonio.


—En el almuerzo —su voz profunda crispó el cabello y toda la figura del muchachito, quien alarmado dio un respingo y lo miró con sus ojos abiertos — pregunte por la oficina del señor Suh, lo estaré esperando.


Decidió volver a ignorarlo para concentrarse en sus alumnos y ayudarlos a elongar mejor, Mark apoyó su espalda en la pared de concreto y cerró los ojos para dormir un rato, de alguna manera tenía que hacer que esa hora avanzara rápido. Tenía que calmar el dolor de estómago o los latidos rápidos de su corazón.


Caminó con cuidado hacia la oficina que le había indicado una secretaria. Johnny Suh era el único

profesor que trabajaba solo en ello mientras que los demás compartían oficinas en común ¿Le

sorprendía? No. Aún así ¿Por qué todo el mundo parecía encantado con su presencia cuando con él era una pared inexpresiva? No con todo, solo con él.


Sus zapatos resonaban en el suelo de cerámica blanca creando un eco, su espalda empezaba a

erizarse así como cada cabello de su cuerpo, sentía frío y abrazó su cuerpo. Su estómago no sonaba, no sentía hambre alguna aún cuando era la hora de almorzar. Jungwoo no sabía que venía a esto, se había excusado de otra manera.


Se paró fuera de la puerta que tenía en una placa el nombre de "Johnny Suh, Sport teacher". Una

placa superpuesta mientras el profesor Tremblay no saliera del hospital. Tocó tres veces suavemente con sus nudillos en la madera antes de escuchar su voz ronca murmurar " Pase".


—Señor Suh —murmuró cuando cerró la puerta tras de su espalda. El hombre estaba sentado en una silla de cuero y una pared llena de los títulos y cosas de las que se jactó en su currículum— Hola, espero no molestar.


Los ojos rasgados de ese hombre lo miraron en completo silencio, sentía su alma inquietarse.

¿Tenía el aire acondicionado prendido? El ambiente estaba muy frío. Con un gesto suave en la mano le indicó el asiento de adelante, el profesor estaba vestido con camisa y jeans negros, su cabello estaba húmedo, se había duchado.


—¿Acaso usted no llevaba un yeso puesto? —indicó el tobillo— que interesante.


—Todo indicaba que hubo un error, tenía una lesión pero no de esa magnitud, yo prefiero creer que fue un milagro de Dios.


El íncubo llevó una mano a su mandíbula para sujetársela con sutileza mientras trataba de no

reírse en su cara. " Pendejo de mierda ¡Yo te sané esa fractura!" se irritó al instante, estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no follar a ese niño contra una pared y quitarle la vida de una vez.


El silencio que se hizo a continuación fue profundamente incómodo para el adolescente,

su profesor estaba serio, con el ceño fruncido y con un gesto corporal de arrogancia, se imaginó

lanzándose encima de él para golpearlo y gritarle que tuviera alguna expresión ¿Por qué era tan

indiferente con su persona?


—¿Qué está esperando, Señor Lee? usted ha pedido hablar conmigo, supongo usted tiene la palabra.


—¿Por qué armó la réplica de la torre Namsan y la fue a dejar a mi hogar? ¿Cómo sabía dónde vivía?


El mayor tamborileó sobre el escritorio mientras parecía que los engranajes de su cabeza se movían para idear una respuesta coherente. Inclinó su cuerpo hacia adelante solo lo suficiente, sus cejas, sus ojos rasgados profundamente castaños, su barbilla y los labios regordetes, parecía que iba a aniquilarlo.


—¿No expresó esa mañana que había construido con mucho esfuerzo aquello? Usted estuvo

distraído aquel día y chocó con mi cuerpo, se cayó encima de su trabajo, simplemente tomé las cosas y lo armé de nuevo en un santiamén, se lo dejé en su casa a la que supe llegar porque usted mismo dictó la dirección en la clínica el día que yo fui a dejar cuando se fracturó, ahora tiene su réplica de vuelta y su tobillo sano ¿Necesita alguna otra respuesta?


Tantas palabras en menos de unos segundos dichas sin error alguno, tanto poder y razón en un solo instante que se quedó sin aliento al escucharlo.


¿Cómo rebatirle cuando era cierto? Armó todo porque lo vio casi lloriquear por ello.


—Yo... no lo entiendo, señor Suh, yo... —el íncubo agradecía que hubiera una mesa que cubriera

su pantalón, ver al muchacho tan confundido e inquieto, sus mejillas sonrojadas, su cabello

despeinado, su evidente deseo de querer ser jodidamente masculino pero mostrar sensibilidad

en otras cosas. Mierda, necesitaba follarlo hasta agotarse y él NUNCA se agotaba— No entiendo, le pedí perdón por lo que ocurrió esa mañana, no me respondió, otras personas y yo lo he visto, usted sonríe y parece amable con otros ¿En serio tanto le afectó ese día que lo insultara? ¿Tanto hice mal en no vestir mi atuendo deportivo al día siguiente?


Aquel hombre se paró del asiento con lentitud, rodeó la mesa con calma mirando hacia el frente, Mark podía sentirlo cerca y se sentía particularmente extraño. ¿Cómo una persona podía emanar tanto frío y calor a la vez? ¿El profesor le haría daño? con la misma mesura colocó una mano sobre el escritorio, su figura imponente casi rozando el costado de su cuerpo.


Mierda ¡¿lba a golpearlo?!


Asustado desvió la mirada hacia él y se encontró con su rostro a poca distancia mirarlo desde su

altura aún cuando el señor Suh ya estaba agachado para alcanzarlo. El perfume de su cuerpo lo

abofeteó con fuerza.


—Señor Lee —susurró como si un mafioso quisiera intimidar a su víctima, su voz era grave y oscura como su atuendo— ¿Siempre dice lo que piensa?


—No sé qué he hecho mal, señor Suh —tragó saliva — ¿Tengo que pedir perdón de nuevo? —bajó aún más el tono de su voz— nunca le he desagradado a nadie ¿A qué se debe su indiferencia?


El íncubo tenía muchas opciones para hacer ahora, la tentación y la lujuria de su naturaleza bailaba en el ambiente.


Podría fácilmente sostener al muchacho por la barbilla y hacerla hacia un costado para succionar su cuello, podría colocar una mano bajo el pantalón de su uniforme, introducirla en la ropa interior y acariciar la erección que se formaría bajo su mano, podría dominarlo sobre el escritorio y penetrarlo hasta que invocara a todos los malditos ángeles del cielo, podría hacer tanto pero... quería acabar con ese niño después de preparar un elegante juego.


—Señor Lee —susurró tan cerca de su rostro que Mark asustado se inclinó hacia atrás, el hombre

estaba enojado, destilaba peligro— ¿Para eso quiso hablar conmigo? retírese y siga su camino de vuelta al almuerzo.


Mark se mordió el labio esperando que ese hombre le rompiera los huesos, pero cuando se irguió

en su gran altura y le indicó la salida, el nivel de frustración iba en aumento, no lo entendía,

realmente no lo hacía.


—De todas formas... —mordió nuevamente sus labios pero esta vez compungido, tenía una mano

en la puerta y el cuerpo inclinado levemente hacia su profesor— gracias por devolverme la réplica.


Cerró la puerta del despacho con cuidado y tragó el nudo en su garganta, no estaba acostumbrado a ser el desagrado de alguien. Esta era su primera vez.


Cruzó los brazos a la altura de su pecho para mirar concentrado la escuela en la que "trabajaba" su

amigo. ¿Acaso no debía salir pronto?


Con cuidado miró hacia todas partes y cuando se cercioró que nadie lo observaba, con un solo chasquido cambió su ropa oscura por un uniforme igualmente oscuro de la policía de vancouver, si necesitaba pasar desapercibido entre humanos era la forma más segura. De esa manera y con confianza entró a la escuela, podía sentir la esencia demoníaca de Youngho y con ello decidió guiarse, nunca fallaba.


Cuando un grupo de escolares de 5 años pasó a su lado en un pasillo, él los miró con una sonrisa

socarrona, detestaba a los infantes y aún más los infantes religiosos, esos eran imposibles de

hacerles daño, estaban blindados por Dios.


Quiso seguir adelante pero cuando se dio cuenta que algo chocaba con sus piernas, miró hacia abajo y vio allí a un niño de ojos verdes, mejillas pecosas y cabello naranjo-rojizo observarlo con el ceño fruncido. Yukhei se agachó y le frunció el ceño.


—¿Qué necesitas pequeño? —estaba apartado del grupo.


—¿Por qué hay un policía en la escuela? —murmuró casi al borde del enfado— ¿Hay un ladrón cerca?


El íncubo tuvo deseos de reír a carcajadas. "Algo mucho mejor niño, soy un demonio".


—No seas tan curioso, sigue tu camino —indicó el final del pasillo— vas a perderte.


—Soy un niño muy grande —con las manitas en su cintura trató de ser una figura imponente ante

el "policía", pero Yukhei era demonio y no tenía la mejor paciencia del mundo.


Con "aparente" calma observó la hora en su reloj y suspiró, no estaría aquí atascado con un mocoso de personalidad curiosa si Youngho estuviese listo como lo había prometido. De pronto se mordió los labios antes de ponerse extremadamente serio.


—Debes tener cuidado con andar merodeando los pasillos fuera de clases y alejándote de tu grupo

de compañeros ¿Sabes que un hombre muy feo te llevará en su saco negro?


—Eso no existe —dijo enojado el niño antes de patear la pantorrilla de Yukhei.


Era algo tan delicado que apenas pudo sentirlo, su contextura física estaba dotada de la fuerza de

cientos de hombres. Pero su gesto, su atrevimiento era algo que no iba a tolerar. Volvió a agacharse a la altura del niño y con la voz muy calma susurró divertido.


—¿Sabes qué otra cosa no existe? Santa Claus, el hada de los dientes, Jack Frost y el conejo de

Pascua.


El niño empezó a lloriquear y correr hacia donde creía que se había ido su grupo de amigos

mientras él se reía divertido, hasta que al erguirse completamente vio la figura de Youngho apoyada en la pared con una ceja enarcada.


—Vaya Yukhei, ni el mismísimo satanás se hubiera a hacer eso, tu nivel de maldad es impresionante —murmuró inexpresivo antes de menear la cabeza y llegar hasta su lado— ¿Vestido de policía?


—Nadie se atreverían a desafiar a la ley —guiñó un ojo— salgamos de aquí.


Cuando se cercioraron que nadie los observaba y que ninguna cámara de seguridad estaba pendiente de ellos, Yukhei cambió con un chasquido de dedos su ropa a una normal para salir de la escuela. No necesitaban cosas mundanas como automóviles, aviones o ese tipo de cosas para moverse, pero si estaban buscando inmiscuirse entre ellos de forma corpórea debían seguir las reglas.


Con calma se desplazaron hacia la salida, Youngho cargando un bolso deportivo, Yukhei apretando una pulsera de plata para calmar la ansiedad que le provocaba estar dentro de un colegio católico.


El demonio a su lado cesó sus pasos cerca de su Lamborguini cuando alcanzó a divisar a un grupo de muchachos que caminaba lentamente por la acera y unos árboles. Yukhei siguió su mirada y la sonrisa que tenía se fue desvaneciendo al reconocer un rostro en particular.


—No sabía que Mark Lee conocía al humano al que Taeyong arropó con tanto cuidado ese día —dijo Youngho curioso, aunque sus ojos dejaron de prestarle atención al precioso tailandés para quedarse en ese niño con uniforme y rostro cansado. Se sentía bien hiriendo su orgullo pero se sentía desagradable tener grabados sus ojos de cachorro mojado. Observó su tobillo sano y no, no se arrepentía ¿Cómo podría jugar al tira y afloje que si ese mocoso estaba descansando en su casa?


Abrió la puerta del conductor del Lamborguini pero cuando miró al otro demonio se percató que seguía parado sobre sus pies concentrado en aquel grupo de amigos. ¿Se sintió celoso?


—Vas a llamar la atención, ingresa al auto Yukhei — murmuró— ¿Yukhei?


Chittaphon apretó sus labios haciendo pucheros mientras Jungwoo le decía que ya era improbable

ver en persona al candente profesor de deportes. Mark estaba callado escuchándolos aunque

tentado de llevar su mano a la nuca, algo allí quemaba intensamente, pero también sentía frío.

¿Estaría cogiendo algún tipo de resfriado con tanto cambio de temperatura?


Jungwoo sintió lo mismo pero cuando volteó hacia atrás todo lo que pudo ver fue el Lamborguini del profesor Suh pasar al lado de ellos en la avenida sin saber que alguien lo observaba conmocionado tras las ventanas de vidrio polarizado.


—Phracêã —dijo con los ojos brillantes el tailandés, siguió el vehículo hasta que se perdió en la distancia— ¿Cómo se puede ser jodidamente millonario solo siendo un profesor? Debe ser millonario o en el peor de los casos un narcotraficante.


Jungwoo depositó un sonoro beso en su mejilla antes de empujarlo y emprender el camino hacia el restaurante de comida rápida a la cual el muchacho los había invitado. Llegaron poco después de subirse a un taxi y eligieron la mesa más alejada del lugar para poder conversar en privado.


Jungwoo se quedó en la barra haciendo el pedido mientras Ten miraba fijamente al castaño. Estiró la mano sobre la mesa y capturó la suya para sonreírle con ternura. Incluso si su amigo era estrictamente religioso aceptaba las muestras de afecto entre hombres dentro del marco de la amistad.


—¿Qué es lo que te sucede, Mark? te veo preocupado.


—Nada de lo que debas preocuparte —" No puedo creer que no le agrade a una persona".


—Como quieras, pero recuerda que si necesitas hablar algo me tienes a mí y Jungwoo, somos tus

mejores amigos, somos los tres mosqueteros.


Se paró hacia la barra para recoger las hamburguesas gigantes que había pedido, los aros

de cebolla, papas fritas y sodas. No había podido encontrar al "profesor candente" pero quería darle un gusto a sus amigos que aún no salían de la secundaria. "Sus pequeños".


Mark aceptó la comida con gusto y desvió el pensamiento desagradable que se formaba en

su cabeza, escuchó con una sonrisa cómo había sido el día de Ten en la universidad y cómo decidió

visitarlos de sorpresa.


—Pero admite que somos lo mejor que te ha pasado, TNT —Jungwoo le guiñó un ojo— tus amigos de la universidad no se comparan con nosotros.


—El único problema es que Mark sigue siendo ilegal —de pronto sus ojos se abrieron ante el re-

cuerdo curioso de un acontecimiento en la mañana.


Apartó la hamburguesa en el plato y se inclinó bajando el tono de voz— voy a hacer una locura el

fin de semana, después de todo tengo 22 años.


Sus bien formados ojos rasgados observaron con cautela a su alrededor y cuando se cercioró que

nadie estaba cerca, volvió a la posición anterior. Jungwoo se mordió los labios porque sabía que un

buen chisme se venía mientras que Mark frunció el ceño pensando lo cotillas que eran sus amigos.

De igual forma imitó la postura de sus amigos y miró al tailandés. Sus locuras le daban vida.


—¿Cuál?


—Una compañera bien chismosa me contó en secreto que tiene una vida sexual muy activa, a pesar de que se ha sentido profundamente cansada le encanta —Jungwoo sonrió aún más, si se trataba de sexo era más interesante— y me contó que desde hace poco ha estado asistiendo a un club nocturno muy famoso en la comunidad secreta de la ciudad.


—Eso me suena a drogadicción y cosas de índole negativa, está mal Chittaphon.


Tanto el tailandés como el coreano miraron mal al muchacho, quien silenció y empezó a masticar sus papas fritas para guardarse su opinión.


—Bueno, pues he decidido ir, se llama " Diavolo" y creo que la atención es jodidamente placentera ¿Te apuntas, Jungwoo? —sostuvo la mano de su amigo con cautela y una mirada de sincera preocupación, él también sabía lo que había sucedido como para irse a Corea muchos meses— prometo cuidarte, sabes que no pueden negar lo que eres.


El estómago de Mark se retorció agitado, sabía que Chittaphon tenía razón en cuanto a no negar que era homosexual pero i¿Llevarlo a un club sexual?! Incómodo bebió toda la bebida que le quedaba en el vaso.


Tenía miedo ¿Y si descubrían que un alumno de una respetable secundaria católica merodeaba clubes de esa índole? ¿Y si alejaban a Jungwoo de su lado para mandarlo a un internado a la punta del Everest?


Nunca antes había sentido tanto miedo sin saber que todo esto solo era la punta del iceberg.


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1 Comment


eden green crown
eden green crown
Mar 11, 2021

Aaah, me encanta que Mark esté tan frustrado y triste porque existe una persona en el planeta que a la que no le agrada. "nunca le he desagradado a nadie ¿A qué se debe su indiferencia?" sad.

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