"Más allá del mar" Cap 6: Pleito hombre y sireno
- TrinidadVictoria
- 27 oct 2019
- 17 Min. de lectura

2 días después, sábado 5 de octubre 2019, Atenas.
Desde que tenía uso de razón, desde hace cientos de años atrás, todo lo que hacía era para proteger a Donghyuck.
Y es que ¿Cómo no hacerlo?
Mientras sus padres esperaban el nacimiento de él, Poseidón se acercó a ellos para comunicarles que había sido elegido con el privilegio de ser guardián del futuro Dios que se gestaba en el vientre de su esposa Anfítrite. Lo mismo hizo con los padres de Jungwoo para que su hijo fuera protegido en cada paso que daba.
Por lo tanto, no sabía cómo no ser un guardián o como no encausar cada uno de sus movimientos a cuidar a Donghyuck.
Recordaba aquellas veces en las que eran pequeños sirenos y se enfrentaban a criaturas indomables y criaturas mitológicas, forjando una amistad entre los tres, una amistad que había perdurado con el paso de los años y que ahora por primera vez se veía afectada por la distancia.
Mark, que estaba parado en la orilla, observaba el oleaje, los pequeños detalles como las piedrecillas que formaban la arena o aquellas conchas que quedaban incrustadas sobre esta. Allí, su mundo completo estaba a menos de 1 metro desde donde el agua llegaba, pero él sabía que incluso si
Donghyuck había desaparecido no podía meterse a nadar.
No, porque ayer en la madrugada cuando vio la cama vacía y la evidencia clara que no estaba, llegó llorando a la playa más cercana para lanzarse y nadar hasta el lugar más recóndito de las profundidades, sin embargo, antes de poner un solo dedo de su pie en el mar, criaturas venenosas trataron de morderlo para darle fin a su larga vida ¡Poseidón le prohibía la entrada por completo!
—Donghyuck, maldita sea, Donghyuck ¿A dónde te fuiste?
Ni una sola nota de despedida, ni un solo motivo por el que había decidido desafiar las leyes de los dioses, pero ese día pudo ver una silla de rueda tirada en la arena y las huellas de que algo había sido arrastrado sobre ella, la prueba clara e ineludible que su mejor amigo había vuelto a su forma original.
Hoy había decidido volver por si su intento de meterse al mar no era infructuoso, pero solo podía quedarse de pie observando el horizonte y el sol de un próximo atardecer.
Quitó los zapatos que calzaba y sumergió sus dedos en la arena mientras lloraba en silencio, el olor a sal, la textura en la planta de sus pies, las gaviotas surcando el aire y las rocas absorbiendo el agua de las olas. Esto era lo único más cercano que podía tener de su verdadero yo.
Se animó a caminar un poco para subirse a las rocas e inclinar la cabeza hacia el sector donde había un pequeño pozo de agua de mar estancada. El dolor y la angustia desaparecieron cuando pudo divisar un par de cangrejos y otras criaturas viviendo allí.
Secó sus lágrimas y se movió de inmediato para estar aún más cerca. Su corazón latía desesperado ante las ideas que cruzaban ahora su cabeza.
—Ey, ey ustedes —las criaturas se movieron en dirección a su rostro, pero cuando lo vieron corrieron para resguardarse bajo una piedrecilla o vegetación formada entre el agua y la superficie rocosa—
¡No! ¡No voy a comerlos! ¡Necesito de su ayuda! ¡Soy guardián de Donghyuck, el hijo de nuestro señor Poseidón!
Y como si hubiera dicho la palabra mágica, los cangrejos y otras criaturas se desplazaron más cerca de él para estar atentos a sus palabras, no había vida marina que se negara a la petición del Dios del mar o algo relacionado con él. Y sí, tal pareciera que él mismo lo estaba permitiendo porque no le lanzaba criaturas venenosas o algo por el estilo.
—Por favor, les pido desde el fondo de mi ser que vayan y difundan este mensaje a Donghyuck que...
"Mi señor, nuestro príncipe le ha dejado un mensaje a usted antes de lanzarse en el mar, él tan solo quiere que busque su propio destino y no haga oídos sordos al oráculo de Afrodita, ha dicho que estará bien, que Poseidón lo ha dejado entrar al mar porque pactaron un acuerdo secreto... su parado es incierto, solo sabemos que no volverá hasta llegar el meollo del asunto".
Le estaba dando la chance de poder forjar su propia vida ¡¿A cambio de qué?!
Volvió a observar a las criaturas antes de inclinarse más y susurrar.
—Entonces difundan este mensaje a Jungwoo, el otro guardián de Donghyuck... díganles que sus mejores amigos estamos vivos pero que hemos sido separados por una decisión de Poseidón, que lo extraño mucho pero que no desespere, que viva entre los hombres hasta encontrar la manera de salir donde sea que esté, que tarde o temprano llegaré por él.
Las criaturas, moluscos, cangrejos y otras, se dejaron arrastrar por la siguiente ola que llegó a ese pozo de agua de mar estancada, fue la única forma de regresar al reino y cumplir la tarea que un guardián les había indicado.
Si Jungwoo no llegaba a estar con vida, entonces enloquecería.
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El silencio en aquel ambiente era tan devastador que para otros podía ser desagradable, cualquier suspiro, cualquier ínfima gota que tocase alguna superficie sería escuchada, sin embargo, Youngho Mouskouri creía que era el mejor complemento para concentrar sus pensamientos en la tarea que estaba haciendo.
Con las clases suspendidas en la Universidad, podía dedicar su tiempo completo en el museo y coordinar cosas allí.
Tras el terremoto varias figuras sufrieron algún tipo de daño, los restauradores empezarían a trabajar la próxima semana, todos contactados, también debía procurar responder los correos de algunos medios de comunicación que solicitaban información sobre el estado de los tesoros y las figuras que tenía el museo, debía escribir sus propios artículos, procurar que las luces, la temperatura y otras cosas estuvieran en orden.
Ser procurador no era una tarea fácil, no cuando el actual director estaba descansando en él, pero era algo que amaba tanto como hacer investigación y docencia.
Los sonidos de sus pasos hicieron eco en aquella sala de exposición. Estaba con una tablet a mano frente a cada figura anotando ciertas apreciaciones, aunque de pronto vio algo de reojo que lo hizo girar el rostro lentamente.
—Pero que...
Se escondió inmediatamente tras una figura para observar a ese hombre de cabellera color azabache. No podía verle el rostro porque le daba la espalda y tampoco no creía que fuera necesario para identificarlo puesto que estaba parado frente a la misma figura cuando lo conoció la primera vez.
—¿Mark? —frunció el ceño cuando vio su cuerpo dar un respingo, al escucharlo emitir un jadeo y luego voltearse como si hubiera cometido un crimen— ¿Mark Lee?
"Se acuerda de mi nombre" pensó el aludido un poco aturdido, un poco asustado, el guardia le había dicho que ese hombre no estaba aquí ¡Pero Youngho Mouskouri estaba frente a sus ojos!
Su figura alta sosteniendo una Tablet en su mano derecha, su rostro sin muchas expresiones siendo bañado por las sombras que generaba el juego de luces tenues del salón.
Era prácticamente de noche y el lucía como un fantasma agotado, un fantasma realmente atractivo.
—Señor Mouskouri —tragó saliva— no pensé que pudiera verlo aquí.
¿Había una excusa más patética? ¿Acaso no había venido hasta acá para verlo y tratar de entender por qué Afrodita le había dicho que él era la respuesta a sus sueños?
Aquel hombre se acercó lo suficiente para estar a menos de dos pasos de distancia.
—¿Cómo has estado en estos días?
¿1 semana y unos días? Pero se sentía eterno.
—Han sucedido muchas cosas la verdad —observó a su alrededor— mi amigo decidió... tomar su propio rumbo, no sé qué hizo, pero... ahora estoy solo en este camino —jugó ansioso con sus dedos temiendo ser juzgado por alguien que parecía tan admirado en el mundo humano— y vine aquí porque me tranquiliza el museo.
Frunció su ceño y la línea que formaban sus carnosos labios se volvió más recta. De pronto se sentía molesto.
—Tu amigo ¿Te abandonó?
A los ojos de quien no sabía la identidad que tenían, podía verse muy mal, pero no iba a explicarle
¿Cierto?
Inquieto mordió sus labios y asintió, no era del todo mentira, no era del todo verdad. Y tenía angustia porque no quería que la imagen de su amigo se viera tan manchada como la de un traidor en potencia.
—Pues supongo que se sintió ansioso, quizás... quizás buscó otros métodos y logró salir —descendió la mirada al suelo y a sus propios zapatos, no quería esa mirada de ojos rasgados del señor Mouskouri sobre él— perdón.
—¿Perdón por venir? —Youngho observó las esculturas que estaban en este salón, una por una y con mucha calma— ¿Por qué? El museo te trae calma, no hay que pedir perdón por eso.
—No es eso es... —tomó aire antes de levantar la mirada a ese hombre— es por no haberlo llamado en estos días.
Youngho no sabía que decir a eso, porque su cabeza había estado pendiente del desastre que debía arreglar, de su trabajo y por sobre todas las cosas de su hijo, pero sí, no podía mentir diciendo que había esperado siquiera una llamada para saber que esos 2 turistas coreanos se encontraban mejor o que, al menos, lograrían tomar un vuelo bajo ciertas condiciones a Corea del sur.
El muchacho se veía abandonado y no sabía si había justificación digna de merecer un perdón para que ese chico de la silla de ruedas se haya escapado buscando como salvarse a sí mismo.
Con disimulo miró el reloj en su muñeca izquierda, eran las 8 de la tarde y tenía hambre, además había muchas preguntas en su cabeza.
—Vamos a cenar ¿Te parece? Yo invito.
Mark miró la figura de Efebo de Kritios, no tenía en absoluto algún valor romántico o algo por el estilo, de hecho, ni siquiera estaba en escala de tamaño real, pero era la segunda vez que se encontraban frente a él como si hubiera alguna conexión.
—Yo ahhh... —tragó saliva— está bien.
Después de asentir, Youngho Mouskouri le pidió que lo siguiera a la oficina donde debía dejar sus cosas guardadas antes de salir.
Ambos, caminando solos dentro de un museo con cientos de años de historia rodeándolos, se sintió de alguna manera especial, al menos para el sireno que aún debía averiguar qué lo unía a este hombre.
Se despidieron del guardia de seguridad y luego se subieron a un vehículo que Mark consideraba como un lujo del primer mundo. Con disimulo miró hacia el lado, no recordaba cómo se colocaba el cinturón de seguridad así que imitó al humano para no quedar como un idiota.
El viaje fue en silencio, cada uno pensaba en sus propios problemas, ninguno se percató que la radio estaba apagada y es que en el fondo Mark creía que el señor Mouskouri no era de mantener conversaciones vagas de vehículos. En el fondo ambos seguían siendo unos completos desconocidos para el otro.
Llegaron a uno de los pocos restaurantes que estaba abierto en la ciudad, por dentro todo era de una decoración exquisita muy típica de la región, un lugar un poco sencillo, aunque cálido en su trato.
Después de que el griego le hiciera una sugerencia sobre la gastronomía de su país, pidió lo que le había dicho para que el mesero se retirara con esa orden.
—¿Sería entrometido de mi parte preguntar qué has hecho en estos días?
Mark negó rápidamente, Youngho pensó en aquel gesto como si se tratara de un niño respondiendo las preguntas de un adulto, cuando en realidad, quien le ganaba en edad era otro.
—¿Se acuerda de Moon Taeil? ¿El dueño del hotel? —asintió— le insistí para que me ayudara de alguna manera, pero lo único que tuvo para ofrecerme fue para hacer aseo en su hotel y yo acepté —movió sus hombros para restarle importancia, la mirada del griego intimidaba en demasía— he estado trabajando hace un par de días en eso, así puedo hospedarme en el hotel y también tener algo de dinero para pagar mi comida... mientras la embajada me da alguna respuesta concreta.
"¿Por qué insistes en quedarte en un hotel de lujo?" se preguntó Youngho pero no formuló la pregunta, solo asintió y observó hacia el lado, las personas tenían sus motivos e incluso sus secretos donde nadie podía entrometerse con ellos.
El incluso también los tenía y no quería que nadie tuviera derecho a hablar sobre eso.
Con las bebidas y la comida ya en la mesa decidió tomar otro rumbo en su conversación, Mark Lee se veía tenso.
—¿Puedo preguntar porque te gusta tanto las cosas griegas?
El muchacho terminó su bocado para ganar tiempo.
1. Era una criatura mitológica, sin importar donde se concibiera, todos tendrían la necesidad de visitar al menos 1 vez el lugar donde los grandes Dioses hicieron sus hazañas.
2. Había vivido el suficiente tiempo para ver crecer a esta nación, mierda, el tiempo suficiente para ver muchas cosas desde que fue asignado como protector del hijo de Poseidón.
—Porque la historia es maravillosa, muchas de las cosas que usted tiene en su museo han sido testigo del paso del hombre por este mundo, han visto cambios, desgracias y bendiciones, son como... una máquina del tiempo, solo ellas saben la verdad de las cosas y tratan de revelarla a su manera —él mismo se sentía como tal, solo él podía dar fe de cuan cierto o falso eran las cosas que se educaban respecto al pasado.
Se produjo un silencio mientras entrecerraba los ojos, como si analizara cada una de sus palabras. Mark empezó a sentir pánico y antes de beber un poco del jugo de su vaso, él habló en un tono neutral.
—¿Qué edad tienes? No lo tomes como un insulto, pero la calidad de tu lenguaje fue muy... bueno.
Un cumplido, se sonrojó con un cumplido y esperaba que el señor Mouskouri no se diera cuenta de ello porque no iba a soportarlo.
¿Qué edad podía tener para el aspecto que tenía? ¿Qué podía decirle?
—22 años señor.
"Ummm" fue todo con lo que respondió antes que su teléfono sonara. "Discúlpame".
Lo que vino después fue algo tan confuso incluso para él mismo.
Un rostro, que había visto un par de veces, siempre estuvo sin muchas expresiones, como si la seriedad o tranquilidad fueran un sentimiento permanente, como si no supiera expresar la alegría o la triste, el miedo o la valentía.
Aquel hombre que Afrodita le mencionó, siempre lucía igual, autocontrolado ¿Monótono?
Cualquier calificación que él o el entorno pensara de Youngho Mouskouri, quedaba convertida en nada cuando en este momento, con un teléfono pegado en su oído, sus labios temblaban y sus ojos se humedecían con las lágrimas que aún no caían.
Estaba tragando saliva compulsivamente.
¡Dios! Incluso sus cejas habitualmente fruncidas ahora se veían caídas.
—Voy a estar pronto allí, no me queda mucho tiempo con todo esto... —su voz, ohh, su voz estaba quebrada.
Sin saber qué hacer, Mark miró la mesa y, recordando que los humanos tenían tal gesto cuando tenían pena, sostuvo una servilleta y por el solo impulso de querer verlo bien, la colocó en la mejilla donde las lágrimas descendieron, para secarlas, para darle apoyo.
Aunque no pensó que Youngho Mouskouri movería la mano rápida y fuertemente para arrebatar la suya como si no soportara que lo tocaran.
Pero ¡¿Qué?!
...
Por un par de segundos miró su mano en el lugar donde él le había "golpeado", el tiempo suficiente para que Youngho jadeara y dijera "Después te llamo, mamá".
Secó rápidamente sus lágrimas para luego estirar su mano hacia él.
—Mark, Mark yo...
Frunciendo el ceño, el muchacho se movió lo suficiente para que el griego no lo tocase ni un poco.
Limpió sus comisuras labiales, buscó algo en su bolsillo y luego de dejar el dinero sobre la mesa, se paró de su asiento para hablar de manera seria.
—Muchas gracias señor Mouskouri, pero puedo pagarme mi propia comida. Buenas noches.
Sin darle tiempo de poder responder, el muchacho salió de allí tan pronto como pudo, dejándolo en la mesa con la comida a medio servir y con la sensación de que había cometido un error grave.
La fuerza con la que arrebató la servilleta de su rostro fue mucha, no fue como espantar a un mosquito, esto fue como si quisiera espantar a un oso o algo por el estilo.
Había estado tan distraído en su angustia que no pensó en lo que hizo y, ahora que pensaba en ello, se sentía como una mierda cruel. Mark solo había querido secar su lágrima y él lo alejó por... ¿Por qué no podía soportar que otros se preocuparan de él?
Bebió su jugo lentamente, su madre lo había llamado para decirle llorando emocionada que Andreus había murmurando a su modo la palabra "bapas" (μπαμπάς) (papá en griego).
¡Su hijo había pensado en él!
La rabia dentro de sí por no estar a su lado, la molestia consigo mismo por ser el hombre más desgraciado del mundo fue tal que no pensó al levantar la mano para impedir que Mark lo consolara, olvidando que el muchacho no tenía la culpa de nada lo que pasara en su jodida cabeza.
Miró la carta, sacó sus propios cálculos sobre cuanto costaba la comida de ambos y dejando una generosa suma de dinero la dejó en la mesa.
No le importaba en absoluto tomar el dinero que él dejó, esto había sido una invitación y pensaba llevarla hasta el final como tal.
Solo necesitaba entrar en su vehículo y poder llorar con tranquilidad, nunca iba a poder estar tranquilo consigo mismo o con la vida, este era su castigo y sí, Mouskouri creía que se lo merecía.
Jueves 10 de octubre 2019, 5 días después.
En la base militar todos estaban ordenando el comedor porque después de 2 semanas en este país, el Sargento Wong por fin les había dado autorización para tener una pequeña cena en la que se pudiera involucrar el consumo de alcohol.
—¿Alguien ha visto al señor Kim? —murmuró uno de los americanos mientras ordenaba las sillas— hoy cuando fuimos a Agios Nikolaos, estaba muy extraño, no lo sé, de un momento a otro su actitud se volvió sombría.
Lucas, que leía un documento sentado en otra mesa, movió la ceja con cierto disimulo, quizás agradecido de no ser el único que había notado aquello el día de hoy.
Podía recordar la amabilidad y particular tono de voz de Jungwoo Kim con el que realizó la jornada, sin embargo, después de la hora de comida, lo notó callado, un poco más frío, preocupado demasiado en leer un par de hojas de un libro de la historia de Creta que cargaba en vez de interactuar con los miembros del escuadrón.
Como si los estuviera evitando a toda costa, pero ¿Por qué?
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Miraba con anhelo el color tornasol de las escamas que formaban parte de su cola, quizás era demasiado vanidoso o preocupado de sí mismo comparado con sus mejores amigos, pero le gustaba el aspecto que tenía, la delicadeza de su aleta, el tono de piel o incluso el cabello de su cabeza que cambiaba de color según el temperamento dominante de una situación particular.
Se sentía triste, se sentía agotado y solo quería correr hacia las aguas del mediterráneo para volver a casa nadando como la criatura mitológica que era.
Hoy no había sido un buen día. Después de ayudar en Agios Nikolaos con víveres para sus habitantes, se dieron el tiempo de tener el almuerzo cerca de la playa, momento perfecto para que él se apartara lo suficiente y se inmiscuyera entre las rocas más cercanas.
La tentación de convertirse en sireno fue tal pero todo pensamiento se detuvo cuando vio criaturas extrañas salir de sus aguas cuando quiso poner un solo dedo de su pie en el mar.
Poseidón aún lo estaba restringiendo a su antojo ¡Mierda!
Sin embargo, en ese mismo instante con una pequeña ola, un par de estrellas de mar tan pequeñas como un meñique llegaron a sus pies, estrellas que sostuvo en sus manos y acercó a su oído porque sabía que también podían entregar mensajes y que, independiente de la situación no podías ignorar.
Las lágrimas cayeron mientras escuchaba el mensaje de Donghyuck diciéndole que había vuelto al mar porque había pactado un acuerdo con Poseidón, que tanto él como Mark estaban vivos y confinados en Atenas, pero que ahora él mismo tomaría su propio camino para dejarles a ellos formar el suyo después de miles de años en los que prestaron su servicio como guardianes y mejores amigos.
La otra estrella entregó el mensaje de Mark.
Jungwoo suspiró viendo el techo del baño, esos mensajes lo habían dejado acongojado, pero lo que sucedió después cuando se acercó al lugar donde estaba el resto del escuadrón militar americano, terminó por arruinar completamente su estado de ánimo.
Y ahora que estaba "tranquilamente" evadiendo el mundo desde la bañera convertido en el sireno que era, le molestaba pensar que debía retirarse, volver a convertirse y tener que convivir con esos humanos.
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El reloj marcaba las 10 de la noche, cada uno de los hombres, excepto por 2 que cuidaban la entrada de la base militar, estaba cenando con ropa militar más sencilla, con un humor más relajado y con una botella de cerveza en mano.
Habían empezado hace 1 hora.
Llevaban 2 semanas de misión en las que cada día escuchar el lenguaje griego se hacía más habitual, en la que sabían más palabras y aunque podían hilar 1 o 2 frases, necesitaban de Kim Jungwoo para poder comunicarse. Y 2 semanas intensas en las que hoy al fin se daban un breve descanso para compartir entre todos y hablar de la vida, de la familia que habían dejado en USA y de cualquier cosa que no tuviera que ver con las fuerzas armadas.
Lucas Wong, que usualmente se veía autoritario, ahora estaba bajo alerta, con los brazos cruzados a la altura de su pecho y la mirada perdida pensando en sus padres y en la novia que había dejado en Estados Unidos. Personas que esperaban por él cada día hasta el día en que esta misión llegara a su fin. ¿Era práctico y sano, ser un marine?
"¿El señor Kim no va a venir?".
Dicho aquellos todos giraron sus cabezas, incluido él, porque como si hubiesen sido las palabras mágicas, el aludido apareció en caminando en el comedor con una botella de cerveza que había sacado de una mesa al costado.
—Buenas noches.
—Señor Kim ¿Se encuentra bien? —El marine, Alan Cooper, llamó su atención con una pregunta simple, pero el sireno sabía que era una preocupación sincera, quizás era el único en este escuadrón que el día de hoy no lo había escuchado comportarse como un idiota— ¿Va a comer?
—Quizás es un poco tarde —vio un asiento vacío a su lado— ¿Puedo?
—Por favor...
Ignoró las miradas de cada uno de los marines, excepto una, la del sargento Wong, mirada que desafió con la suya un par de segundos antes de beber otro trago de cerveza y observar al señor Cooper y entablar una conversación con él.
Todos trataron de continuar con la conversación que tenían antes, pero fue imposible, el señor Jungwoo Kim seguía cargando sobre su persona un aura distinta.
—¿Usted tiene familia señor Kim? —se animó a decir uno, un hombre de pelo bien corto en los costados y aspecto de ruso difícil.
El aludido observó la botella un par de segundos antes de sonreír angustiado
—Mis padres ya murieron... —no estaba mintiendo, por razones naturales sus cuerpos se convirtieron en espuma de mar, dando paso a que sus almas se unieran al extenso e infinito más allá— no tengo hermanos, pero vivo aquí en Grecia con un amigo y su esposa.
—Ahh...
¿Qué podían decir ante eso? Todos se observaron entre sí y, sin resistirlo más, Jungwoo suspiró y cruzó sus brazos para mirarlos uno por uno.
—No quiero arruinar su momento, caballeros, sería más prudente si regreso a mi habitación.
—¿Le sucede algo señor Kim? —la voz profunda de Lucas Wong llenó el ambiente, cada uno de los hombres bebió de su botella, era el único capaz de preguntar de forma directa las cosas— porque la verdad es que todos podemos notar que está diferente.
Nadie esperó que Jungwoo tuviera una sonrisa sarcástica cuando se caracterizaba por ser amable, tranquilo y con una voluntad de oro.
Bien, ellos querían una respuesta y él era lo suficientemente intolerante al alcohol como para sentir el efecto de ello en su sangre después de un par de sorbos.
Se paró de su asiento y los miró a cada uno antes de dejar caer su mirada en quien los lideraba.
—El día de hoy cuando regresé al puesto donde estábamos comiendo, sin afán de ser un intruso, escuché sin querer como todos ustedes utilizaban un lenguaje vulgar para mofarse de una pareja de hombres que se abrazaba de manera cariñosa en la playa ¿Puedo preguntar cuál era el motivo de risa? O... —levantó una ceja— ¿Por qué utilizaron palabras como "maricones" o sus derivados?
Ninguno respondió, Lucas los miró, pero como todos parecían falto de palabras, él contestó sin parecer afectado.
—Son nuestras opiniones, señor Kim ¿Acaso no existe la libertad de expresión en esta isla?
Tensó la mandíbula antes de colocar ambas manos en la mesa, el ambiente se puso tenso al punto que nadie continuó bebiendo.
—Su libertad de expresión termina cuando empieza a dañar a otro, que a ustedes no les agrade el amor entre dos hombres no les da el derecho de burlarse de esa manera, menos cuando ellos no entendían el lenguaje, menos cuando no molestaban a nadie —movió el cuello como si ajustara algo— hemos mantenido un ambiente de cooperación mutua y no va a seguir así si ustedes no tienen conductas civilizadas.
No entendía porque los humanos se ponían etiquetas cuando donde él pertenecía, era natural aquello de "mujer con mujer", "hombre con hombre" u "Hombre y mujer".
Homosexualismo, lesbianismo, bisexualismo y toda la gama no eran etiquetas en el mundo del mar ¡Era tomado con la naturalidad que merecía!
—¿Su molestia viene por una situación en particular? —respondió Wong.
Jungwoo levantó la barbilla, no estaban muy lejos uno del otro, solo una mesa de distancia entre ambos cuerpos.
—¿Quiere que tenga vergüenza frente a ustedes para decir que soy gay? —se detuvo un segundo— porque sí, lo soy, pero eso no es el motivo principal para que su lenguaje y forma de actuar me haya molestado de sobre manera el día de hoy, independiente de quien ustedes se hayan mofado, creo que no corresponde que personas se burlen unas de otras, menos ustedes, uniformados que vinieron a nuestra nación a prestar ayuda tras una catástrofe —movió una ceja— menos usted Sargento Wong, la actitud de quien tiene poder para liderar un grupo de personas no puede caer tan bajo como para formar parte de las burlas y palabras despectivas... si quien los lidera actúa así ¿Qué puedo esperar de los demás?
Empujó la botella de cerveza con tanta fuerza que la rompió en varios pedazos, la poca cerveza que contenía se derramó por la mesa mientras que la sangre empezó a caer con los cortes proferidos por el filo del vidrio sobre su piel.
No se etiquetaba como gay en el mundo marino, pero como solo gustaba de figuras masculinas ¿Entonces lo era?
—Pueden pensar que exagero, pero hay cosas con las que yo no puedo tranzar, y... una de esas es el respeto al otro —murmuró.
Dicho aquello abandonó el comedor rápidamente, ignorando el llamado de los marines, ignorando el hecho que sus ojos picaban por derramar un par de lágrimas, ignorando totalmente que Lucas Wong lo quería fuera de este lugar.
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Nota autora:
Cada uno de ellos guarda un secreto y un dolor en su corazón.
No subí en estos días porque la situación en mi país (Chile) me tiene en un estado de ánimo medio frágil.
Gracias a quienes siguen leyendo.
ADORO A JUNGWOO!! Y gracias por la actualización, me has alegrado el día ❤❤