"Más allá del mar" Capítulo 36 FINAL
- TrinidadVictoria
- 28 may 2020
- 29 Min. de lectura

—¡¿Qué le hiciste a Mark?!
—Nada ¡Nada! —secó la sangre y lo miró— nada, pero necesito de tú ayuda, Tritón, necesito que lo hagas entrar en razón… Mark ha subido a la barca de Caronte —los ojos del griego se abrieron con asombro, su boca soltó un jadeo— él ha entrado al inframundo para negociar con Hades, mi padre… y temo… temo que sea demasiado tarde.
Terminadas aquellas palabras, un ruido similar al estallido se hizo presente, una fuerza estremecedora contra las paredes y ventanas y, una niebla negra que se hizo corpórea con una figura de gran altura.
Youngho estaba en el suelo cubriendo su cabeza, Kai respiraba confundido porque reconocía de quién se trataba, mas, cuando la niebla desapareció, ahogó un grito con su mano derecha.
“Mark”.
Dicho aquello, el griego levantó la cabeza y gritó al verlo entre los brazos de Hades, lánguido, lleno de heridas con sangre escurriendo de ellas, con su cola y aletas caídas, con las branquias rotas a sus costados, respirando entre cortado, como si tratara de aferrarse a la vida.
—¡¿Qué le hiciste maldita sea?!
Se abalanzó hacia el Dios para sostener al sireno contra su pecho, y empezar a llorar mientras lo remecía para traerlo a este mundo.
—¡Mark! ¡Mark!
Esto no podía estar pasando ¡No podía estar pasando!
Flash Back
Caronte, es el encargado de llevar las almas de los difuntos hacia el inframundo en un enorme bote sobre el río Aqueronte, pero dicho viaje tiene un precio que debe ser pagado, 1 moneda de oro, de lo contrario, su transporte quedaba perdido.
Aunque, si debía ser sincero consigo mismo, le parecía muy extraño que, durante este viaje en particular hacia el inframundo, le tocase alguien que no había perecido, alguien que observaba el horizonte con preocupación siendo el centro de atención de otras almas a su alrededor.
—¿Con qué objetivo vas al inframundo si no has muerto?
—Ya le he pagado mi precio, no necesito que me hagan preguntas.
Con los vivos eran más exigentes, los pocos que habían logrado viajar tenían que entregar mucho más que una moneda, ellos debían darle a Caronte una rama de oro del árbol sagrado para ser conducidos.
“Nada asegura que puedas salir vivo de esto… no eres Herácles ¿Sabes?”.
No siguió escuchando sus palabras, como el guardián de Donghyuck le había tocado presenciar muchas cosas, aunque también era consciente que los poderes que tenía siendo sireno eran anulados en el inframundo, por lo tanto, no era mejor que otros, lo único que lo diferenciaba era que no estaba muerto.
En el camino hacia el mundo de los muertos, vio almas que caminaban y trataban de sujetarse del medio de transporte en el que iban, fallando en el intento y llorando de ansiedad ¿Cuándo sería el día que Caronte se apiadaría de ellos? Trató de no enfocarse en eso porque la angustia aparecía en su pecho, el instinto de querer ayudar aparecía, un alma noble siempre querría hacer algo por los demás, aunque ¿Qué podría hacer con almas cuyos cuerpos ya se habían desintegrado?
—Si pudiera volver a estar viva, lo daría todo… ahhh, amaba vivir —el alma de una anciana de 94 años estaba a su lado, hablándole con dulzura— ¿Por qué desperdicias la oportunidad de seguir vivo? Incluso eres una criatura mitológica, has sido premiado de manera doble.
—Porque cuando amas, quieres darlo todo —sus ojitos se humedecieron— y quiero darlo todo por el hombre que amo, es… la única manera que la historia se complete como corresponde.
Por orden, Caronte los hizo descender en el puerto.
Las personas que habían obrado mal en vida y cuyas almas estaban condenadas, debían irse al “Gran foso del Tártaro”, vigilados por criaturas que trabajaban para Hades, arrastrando sus pies con grilletes que se enterraban en sus tobillos y cuyas heridas no sanaban más.
Por otra parte, estaban “Los Campos Elíseos”, morada de aquellos muertos que tuvieron una vida destacada y grandiosa. Aún más exclusivamente, las almas de los héroes míticos se iban a “Las islas Elíseas”.
Pero en este viaje, la mayoría de las almas que viajaban debían ir al “Domos Aidaou”, aquellos territorios de las almas cuyas vidas fueron cotidianas y donde se había comentado que estaba el palacio del Dios Hades.
Las almas fueron entrando por la puerta que era vigilada por Cerbero, el can de 3 cabezas y guardián del inframundo, un enorme perro que ladró violentamente al ver que Mark estaba allí ¡Los vivos no podían ingresar!
—¡He pagado mi precio! ¡No pueden negarme la entrada!
Caronte levantó la rama de oro para comprobar que sí era cierto, pero antes que se formara una discusión aún mayor, la voz indiscutible de una deidad se hizo presente, las almas de los muertos se inclinaron para adorarle, así como toda criatura existente en el inframundo.
Mark no se arrodilló, sin embargo, inclinó el rostro para rendirle tributo.
—¿Qué haces tú aquí?
—He venido a hablar con usted, mi señor…
—El inframundo es un plano solo para aquellos seres terrenales que han perdido la vida —observó a su alrededor, nadie se atrevía a mirarlo a los ojos— será mejor que me sigas.
En ese momento, levantó el rostro y quedó sin aliento cuando pudo ver con sus propios ojos el verdadero aspecto de Hades ¿Dónde había quedado aquel hombre de cabello ondulado y barba abundante que había sido inmortalizado en innumerables obras de arte por los griegos antiguos?
Su aspecto era mucho más limpio, de cabello negro, escasamente ondulado que caía a los costados de su rostro, de ojos rasgados y autoritarios, con una enorme bata de seda negra con hilos de oro, pantalones del mismo material y un arma muy parecida al tridente de Poseidón, solo mucho más sofisticada.
Kai había sacado los mejores rasgos de su padre.
Sin decir una sola palabra caminó a su lado atravesando distintos caminos, trató de convencerse que no debía temer, que no era un Dios malvado, que no le haría daño y que estaba aquí por una razón, que todo iba a valer la pena ¿No?
Se detuvieron frente a un trono en el que Hades se sentó y lo observó paciente mientras esperaba los siguientes movimientos.
—¿Qué quieres Mark? No hay nadie que pueda escucharte más que yo.
—He venido a… proponer… —su barbilla se movía, estaba empezando a sudar por los costados— quiero… yo q-quiero, entre… entregarme, quiero decir… quiero...
El gran Hades suspiró.
—¿Quieres entregar tu alma a mi reino? —el otro, a pesar que tuviera sus ojitos húmedos, asintió— Mark… ¿Eres realmente consciente de lo que eso significa? Estás temblando, no puedes negar que tienes miedo en estos momentos y eso solo me confirma que no piensas en las consecuencias de dicha decisión, pues… ¿Qué quieres que te diga? Me niego a tu oferta.
El sireno soltó un gemido antes de caer sobre sus pies y empezar a dejar que la impotencia lo hiciera sentirse miserable e inútil, dejando que esas lágrimas fluyeran junto a sus sollozos.
—¡No puede hacerme esto! ¡Necesito entregarle mi alma! ¡Necesito hacer algo por Youngho! —jadeó antes de levantar la voz aún más— ¡¿Por qué se está negando?!
Hades se levantó del trono y caminó hasta agacharse frente a él, no le importaba mostrar humildad cuando la situación lo requería y este era uno de esos momentos, no estaba dispuesto a cometer un error, no cuando Mark era el interés romántico de un príncipe del mar.
—Porque… quieres entregarme tu alma, lo que quiere decir que quieres abandonar tu raíz de sireno y convertirte en humano ¿No es así?
—Señor —soltó un sonido cargado de dolor, aquel que estaba lejos de ser físico— mis mejores amigos fallecieron… no he hecho nada para honrar a Youngho, no he sacrificado nada por amor, no puedo quedarme de brazos cruzados, si le entrego mi alma quizás podría…
Volvió a negar provocando que Mark llorara con ímpetu, no quería escuchar cosas que le impidieran hacer efectivos sus planes.
“Quieres ser un humano ¿Con qué objetivo? ¿Piensas que puedo traer de vuelta a su hijo? No, Andreus falleció y como era un semidios su alma también estaba destinada al mar, yo no pude entrometerme”.
Incluso la mínima esperanza de traer al niño de vuelta se fue por la basura, a Andreus se le había concedido el deseo de convertir su alma en una sirena como siempre lo había deseado.
—Las muertes no pasan por mi decisión, pero albergo a las almas de aquellos mortales que habitaron la tierra… no puedes tomar una decisión tan grande como convertirte en humano sin saber las consecuencias, Mark —suspiró— Donghyuck abandonó su condición de Dios e inmortalidad para que se le permitiera estar al lado de Moon Taeil, pero no dejó de ser un sireno y por eso cuando pereció, se fue al “Más allá del mar”… por otra parte Tritón dejó de ser un sireno porque pidió nacer como un humano, sin embargo su alma no me pertenece porque solo su aspecto cambió, él sigue siendo el hijo de Poseidón.
¿Y sabes qué más? El alma de Moon Taeil le pertenecía a este reino, pero los dioses aceptamos que cambiara el destino de esta para entrar al “Más allá del mar” ¿Te dice eso algo? —levantó ambas manos— los únicos que están obligados a llegar al inframundo son los seres mortales comunes y corrientes que no tienen conocimiento de la mitología y que no están relacionados de alguna manera a esta… los demás, como Taeil, su madre y otros tantos, deciden donde quieren irse mientras sea por amor… Mark, no tiene sentido que me entregues tu alma… no quiero que abandones tu aspecto de sireno cuando el día de mañana no obtendrás un beneficio de eso, solo perderás los privilegios de ser uno… —puso ambas manos en sus hombros— Mark, sé que quieres hacer un sacrificio por Tritón para demostrarle que lo amas, pero no lo necesitas, si quieres hacer algo por él, solo ve, vive y sé feliz… me gusta recibir almas en el inframundo, pero no tendría sentido convencerte de hacerlo… tú alma le pertenece a Poseidón, tu alma le pertenecerá al “Más allá del mar”.
Fin Flash Back
El Dios miró lleno de culpa la figura de Youngho sosteniendo al sireno que amaba, porque a pesar de que había querido que las cosas pasaran de una manera, no todo era controlado por sus manos. Pero ¿Qué había sucedido?
Cuando Mark comprendió lo que Hades había querido decirle, fue acompañado por este a la salida del inframundo ¿Quién le haría daño si estaba a su lado?
Al llegar a las puertas de hierro, Cerbero identificó a la criatura como un ser que, a pesar de haber pagado su precio por el viaje, estaba vivo y por lo tanto era un enemigo, razón por la cual no dudó en lanzarse sobre él y tratar de morderlo con sus 3 cabezas, propinando mordidas, rasgando su piel como si se tratara de una capa fina de seda, impidiendo que el sireno pudiera utilizar la fuerza que lo caracterizaba.
—Usé mi arma para dañar a Cerbero, Caronte sostuvo al muchacho para sumergirlo en las aguas del río Aqueronte y así permitir que se transformara en sireno, era la única forma de que su cuerpo resistiera el ataque… en cuanto dormí al guardián, lo sostuve entre mis brazos y lo traje hasta aquí.
—Váyanse, por favor… váyanse —los miró con los ojos lacrimosos— ¡Váyanse de mi hogar!
Hades miró a su hijo, sabía que Kai aún sentía cosas por el sireno, de otra manera no habría tenido la osadía de ocultar la identidad de Andreus aún contra su propio padre, no habría escapado del inframundo para comunicarle a Youngho lo que le sucedía como una forma de ayudarlo. Pero estaba equivocado si pensaba que tenía una oportunidad con él, a leguas podía notarse que el príncipe del mar estaba destinado para el muchacho, romper con ello sería condenarse para toda la eternidad.
—Mi guardián estuvo fuera de sí, haré lo posible para remediar la situación… ¿Kai? Vámonos.
—Pero padre…
—Kai, he dicho que vámonos.
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Con mesura acostó el cuerpo del sireno en la bañera más grande que tenía en esta casa, llorando de terror cuando el agua se teñía con los hilos de sangre que seguían saliendo de su cuerpo, observando como el tono de su piel iba perdiendo color y que parecía desistir aferrarse de esta vida.
Acarició con sus nudillos la mejilla izquierda, comprobando con horror que estaba poniéndose muy frío, debía hacer algo.
Sin pensarlo 2 veces se quitó la camisa, el pantalón y toda prenda que llevara en su cuerpo para terminar quedando completamente desnudo, podría sacarlo del agua, aunque no estaba confiado que fuera lo correcto, Mark con su cuerpo de sireno tenía más resistencia a este tipo de cosas, si permitía que estuviera seco y volviera a su apariencia humana, perdería la vida.
Metió un pie, luego el otro y se puso de lado para abrazar el cuerpo de Mark contra su pecho.
Cerró los ojos haciendo todo su esfuerzo para no seguir llorando, la sola idea de perderlo también movía todas las piezas necesarias para llevarlo a la locura.
—¿No entiendes lo importante que eres para mí, así como eres? ¿No entiendes que ya has hecho suficiente? Mírate… mi amor mírate —balbuceaba— arriesgaste todo por algo que no necesitabas ¡Por algo son muy pocos los que pueden decir que han vuelto del inframundo!
Besó su frente una y otra vez, buscando dentro de su alma la fuerza y el poder que le daba ser hijo de Poseidón, porque ninguna transformación iba a arrebatarle aquello.
“Vas a recuperarte mi amor, lo vas a hacer… lo harás, lo harás, lo harás”.
Terminó las palabras sintiendo como ambos cuerpos se iban sumergiendo bajo el agua con sangre, sintiendo el sueño apoderarse de su mente, dándole la escasa oportunidad de unir su frente con el sireno y perder la consciencia cuando un agobiante dolor quemaba cada fibra de los músculos desde sus piernas hasta la cabeza.
Viernes 3 de abril 2020, 1 mes y días después.
—El señor Mouskouri realmente es apuesto.
Murmuró una chica, con el rostro apoyado en una mano mientras lo veía dar su clase ante un salón completamente lleno, alumnos que tomaban sigilosamente apuntes y cada tantos segundos levantaban la mirada hacia ese hombre.
“Estoy absolutamente de acuerdo contigo” pensó cuando logró escucharla, aunque no podía hablar, estaba sentado en los asientos de nivel superior tratando de pasar desapercibido de los ojos de los demás, quería evitar preguntas sobre si se trataba de un alumno nuevo o algo por el estilo.
Podía esperar afuera ¿No? Pero ¡No había nada más sublime que ver a Youngho Mouskouri dar sus clases con tanta elocuencia y sabiduría! ¡Nada más grandioso que un príncipe del mar tomara con respeto la historia de la mitología y la entregara a otras generaciones miles de años más tarde!
Suspiró de amor.
Mark se apoyó en el asiento y cruzó sus brazos siguiéndolo en cada movimiento que hacía ¿Quién de los alumnos presentes podría adivinar que el hombre que les hacía clase había salvado a un sireno de la muerte?
Porque sí, aquella noche en la que fue atacado por Cerbero y llegó inconsciente entre los brazos de Hades (como lo contaban los demás), fue sumergido en agua mientras Youngho lo abrazaba ¿Pero qué fue lo mágico de aquello? Que solo por ese instante, el cuerpo del griego se transformó en el cuerpo de Tritón, aquel con cola, aletas y branquias.
“Esa transformación fue muy dolorosa, una transformación que provocó heridas y sangre, una sangre que se mezcló con la tuya dentro del agua de la bañera, y los unió en el alma, una energía que ayudó a que tus heridas sanaran por completo”.
Esas palabras se las había dicho Afrodita en los sueños antes que despertara y se diera cuenta que ambos estaban acurrucados bajo las sábanas, en una mañana tranquila, en un ambiente deseado. Esa vez que había llorado entre sus brazos pidiéndole perdón por comportarse como un niño estúpido poniendo en riesgo su vida viajando al inframundo.
¿Hicieron las paces?
Se sonrojó completamente, sí que habían hecho las paces, sus cuerpos habían quedado con marcas de aquello.
Pero desde esa vez las cosas fueron mucho mejor, porque aprendió a confiar en sí mismo y en lo que Youngho le decía, no necesitaba sacrificios para ponerse a la altura de sus amigos, cada historia era distinta.
Cuando la clase terminó, esperó que los alumnos fueran retirándose antes de pararse él mismo y caminar hacia el docente. Mientras guardaba el computador en su maletín negro, Mark se mordió los labios, el pantalón de género negro se ajustaba muy bien.
—Señor Lee ¿Acaso no sabe que podrían sancionarlo por tener esa actitud con su profesor?
Se volteó hacia él con una ceja alzada, el sireno ahogó un suspiro en respuesta.
—Discúlpeme, señor Mouskouri, merezco ser castigado por usted ¿Hay alguna forma de compensar tal atrevimiento?
Tritón desencajó su mandíbula, lamiendo su propio labio inferior, sintiendo el calor fluyendo hacia la tensa zona entre sus piernas.
—Si susurras con esa voz tan ronca, terminaré perdiendo la cabeza —gruñó— no lo voy a hacer aquí, no en la universidad.
Mark sonrió dejando que sus pómulos se destacaran en su rostro, abrazando su propio cuaderno cuando caminó a su lado mientras salían del salón y se desplazaban por las distintas estancias de la facultad. Una universidad a la que aspiraba entrar durante el año cuando se dieran los exámenes correspondientes.
Quería ser profesor, quería convertirse en lo que Youngho era, poder utilizar el conocimiento milenario en pro de la historia para que otros aprendieran de lo que él en parte había sido testigo.
Cuando estaban por doblar para entrar al estacionamiento, un grupo de los alumnos del griego estaba parados cerca, alumnos que lo saludaron y se detuvieron para hacerle un par de preguntas. La chica que había hecho el comentario de la apariencia de Youngho estaba aquí.
—Espero tenga un buen fin de semana señor —suspiró antes de fruncir el ceño— disculpa, yo te vi en el salón, nunca te habíamos visto antes ¿Eres nuevo en el curso? —sus ojos estaban en Mark, su mirada curiosa como la de sus amigos.
Antes de pensar en la mejor manera de no arruinar algo y abrir la boca, sintió la mano del griego sostener la suya y enlazar sus dedos para mantener una unión firme entre ambos, todo ante una mirada atónita de sus alumnos.
—Mark no es compañero de ustedes, como un amante de la historia quería escuchar mis clases, eso es todo —levantó sus manos unidas— él es mi chico… que tengan buen fin de semana.
Eso no debía sentirse tan erótico ¡No debió sentirse tan erótico! Y si no lo era ¡¿Porque su corazón estaba acelerado?!
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Ninguno de sus alumnos, jamás en la vida, serían testigos de la otra personalidad del señor Mouskouri, aquella totalmente opuesta a la del hombre que hablaba con calma, al hombre que tenía un rostro tranquilo ante una clase completa o aquel respetuoso que respondía cada duda de las personas que asistían al Museo de la Acrópolis, alguien que vestía trajes costosos, camisas de marca y peinaba su cabello negro hacia atrás y los costados para postrar una apariencia impecable.
Nadie podría verlo en la faceta que tenía ahora, por ejemplo, alguien cuyo cabello húmedo caía sobre su frente junto a las gotas de sudor, alguien cuyos ojos estaban aún más rasgados y poderosamente fijos en Mark que se encontraba bajo él, una ceja que se levantó cuando un suave gemido escapó de sus labios.
No podía jugar a resistirse más.
Las piernas del sireno se doblaron aún más apoyadas en los hombros del griego, cuando este último se inclinó hacia adelante y devoró sus labios con hambre, lamiendo su lengua y modisqueando sus labios, una y otra vez hasta que Mark volviera a gemir como le gustaba.
—Señor Mouskouri.
—Dime Tritón… por favor —susurró en el costado de su mejilla, jadeando, lamiendo el sudor de su sirenito— me encanta escucharlo salir de tu boca.
“Tritón”, lo gruñó o jadeó, en realidad no sabía cómo salió aquello, solo que después de decirlo, inclinó la cabeza hacia atrás en la almohada, sostuvo su miembro y lo masturbó con su mano derecha mientras el griego lo penetraba sin piedad en el punto preciso.
La imagen desde otro ángulo era fascinante y excitante, Youngho sobre el muchacho con sus piernas a los costados de sus caderas, usando la fuerza de sus muslos y glúteos para introducirse en él, una y otra vez, recordando que su chico amaba ser besado con autoridad y que ese tipo de contacto lo enloquecía, bueno… a ambos.
Sus cuerpos se hundían en la cama con cada movimiento, a veces este se volvía lento para que cada roce se sintiera mucho más, cada caricia sobre la superficie de su piel, cada mordida y ¡Santo cielo! También cada vez que Tritón tiraba suavemente de su pelo para exponer su cuello y chuparlo como si pudiera extraer la sangre a través de los poros.
—Hice todo lo posible para no joderte en la sala de clases, te veías tan bonito entre mis alumnos —regar pequeños besitos también era su especialidad— me vuelves loco sirenito, eres tan… especial.
Y Mark, que le gustaban las cosas eróticas con ese griego, también se sonrojaba y suspiraba cuando este le decía lo mucho que lo amaba o ese tipo de cosas.
Lo rodeó por el cuello y lo atrajo para besarlo disfrutando del contacto que tenían sus cuerpos desnudos, del ruido que emitían cuando el mayor chocaba contra sus glúteos, incluso de la forma en la que respiraban.
Lo amaba, mierda, lo amaba tanto que, pensando en eso fue llevado a un orgasmo segundos antes que el otro también lo tuviera ¿Y debía darle vergüenza por como jadeaba y gemía contra su clavícula? no, porque eso le encantaba a Tritón tanto como a él le gustaba ser acorralado contra el colchón.
—Cielos, sirenito… cielos —apoyó los labios contra su cabello y sonrió como si se hubiera sacado la lotería, su tórax subía y bajaba tratando de obtener aire— si pudiera hacerte el amor toda la tarde lo haría, pero debemos cenar.
“Hmm mmm” musitó en respuesta.
Mark se estiró sobre el colchón para estar más a su altura, ignorando el hecho que el abdomen de ambos tenía un poco de los restos de semen que había dejado ir.
—¿Qué te detiene? Solo me basta con olfatear tu piel para ponerme excitado de nuevo, con observar tus ojos que se cierran del cansancio o… con recordar como lucías hoy haciendo clases… solo dame un par de minutos —negó— Youngho… Tritón, por favor ¿Qué te detiene?
El otro evitó sonreír como bobo, solo apoyó los codos a su costado y lo observó de nuevo.
—No puedo, hay que cenar y tenemos que hablar de tu futuro… vamos a ponernos serios ¿Sí?
“No eres justo” masculló Mark antes de rodar por el colchón hacia el lado izquierdo de la cama y levantarse, estaba despeinadamente adorable. “Iré a bañarme ¿Pedirás comida?”.
—Solo ve a bañarte, yo me encargaré de todo… tómate tu tiempo —levantó la voz cuando el otro empezaba a cerrar la puerta del baño— ¡Disfruta de tu cola!
“Disfruta de tu cola” murmuró Mark fastidiado como una forma de burlarse del griego ¿Qué divertido tenía el asunto si Youngho no se podía transformar en sireno como aquella vez en la que lo salvó de morir?
Mas, la sonrisa se formó instantáneamente en su rostro, sabía que después de la cena tendrían otro delicioso encuentro después de beber vino o algo por el estilo, venía el fin de semana, su relación estaba en el mejor punto ¡Se sentía dichoso!
Cuando se sumergió en la bañera, esperó un par de segundos antes de levantar la cola y observar dichoso sus aletas, pensando en las palabras de Hades hace semanas atrás y la importancia de mantener su identidad como sireno. Moriría siendo uno, pero también podía acompañar a Youngho y las personas que amaba en tierra, haciendo esto no era incompatible con la vida ¿Cierto?
Tomó el shampoo, el acondicionador y lo aplicó en su cabello, así también como un gel especial para mantener sus escamas en condiciones envidiables. Volvió a sonreír porque el griego amaba sentarse a su lado en la bañera para ver el espectáculo como si se tratara de una maravillosa.
Cuando estuvo listo apoyó los brazos en el costado e hizo fuerza para caer al suelo donde colocó un par de toallas, esperando que su cuerpo volviera a la apariencia completamente humana, sí, esto era lo único molesto.
Salió a la habitación de ambos y buscó una tenida simple, como pantalones deportivos, una sudadera gris y calcetines blancos. Bajó la mirada a la parte de los zapatos y tomó las pantuflas del griego, unas que le quedaban un poco más grande, pero sí, le fascinaba tomar sus cosas.
—¿Youngho? ¿Me tardé mucho? —no había respuesta, de seguro estaba metido en la cocina— ¡Tritón!
—Mark.
Iba a doblar hacia un pasillo, pero aquella voz lo hizo detenerse en seco y voltear hacia la sala de estar donde un hombre de cabello oscuro, pálido y ojos llenos de lágrimas lo observaba.
No hizo nada, maldición ¡No estaba haciendo alguna cosa porque no podía! Él debía estar descansando, él había entregado su vida ¡Él no debía estar aquí! Entonces ¿Por qué su presencia no parecía fantasmal? ¿Por qué estaba aquí? ¡Aquí!
Flash Back
—Y yo no creo sentirme capaz de arruinar el momento que tú y ese hombre puedan tener —secó sus lágrimas con furia— yo sé que el señor Mouskouri es generoso, acabo de decirlo, pero odio sentirme una carga, prácticamente toda mi vida la he pasado con ustedes que ahora que cada uno ha buscado su destino, ahora que el hombre que amo se ha ido, que no sé cuál realmente es el mío —sollozó manteniendo la postura firme— no creo estar dispuesto a ver abrazos o besos, yo… maldita sea, que cada uno resuelva sus propios problemas.
Se paró del sofá en dirección a la salida, Mark se paró de inmediato asustado.
—No sabes lo que estás diciendo, Jungwoo, ni siquiera puedes pensar con cordura, ni siquiera esto es el fin con Lucas Wong, puedo asegurártelo… ¡Jungwoo!
El sireno se volteó llorando, con los puños frente suyo dispuesto a propinar una golpiza si alguien se le acercaba.
—¡Solo déjame en paz y procura cuidar a ese hombre! ¡¿Quieres terminar como Donghyuck y yo?! ¡¿Quieres tenerme a tu lado distrayéndote de tu objetivo?! —gruñó— ¡Y no me digas que no puedo pensar con cordura! Estoy… estoy… ¡Odio malditamente tierra firme! ¡Quiero regresar perderme en el mar porque eso es lo que somos y eso es lo que se nos está olvidando! —explotó en llanto— ¡Que somos sirenos!
Cerró la puerta de una sola vez y con tanta fuerza que Mark no fue capaz de pestañear, decir o hacer alguna cosa en su defensa, con la voz y la imagen de su mejor amigo en la cabeza repitiendo una y otra vez que se les estaba olvidando quienes eran en verdad.
Fin Flash Back
Había estado días y noches culpándose porque el último encuentro de ambos hubiera sido un desperdicio total de tiempo, que ahora verlo aquí en adecuadas condiciones de forma tan repentina, lo hizo jadear y correr hacia él para abrazarlo y llorar como un niño al que le habían roto el corazón.
—Jungwoo, Jungwoo… Jungwoo —murmuró contra el costado de su rostro— ¡Jungwoo!
—Mark… —lo contuvo contra su cuerpo, rodeándolo en sus brazos y llorando tanto o más que él.
Acarició su cabello con los dedos, sintiéndose profundamente culpable por no haber venido antes, pero llegar hasta Grecia implicaba querer tener todo en orden en Estados Unidos, asegurarse que las decisiones de Lucas no tuvieran una repercusión y asegurarse que él mismo tuviera una salud compatible a pesar de haberse convertido en humano.
“Perdóname” murmuró.
—¿Perdóname por qué? —murmuró Mark— estás vivo y eso es todo lo que importa, creí que estabas muerto —sollozó— estás vivo y eso es todo lo que importa —repitió.
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Dolmadakia, Souvlaki, Horiatiki y otras variedades de platos típicos griegos estaban apostados en la mesa del comedor, una mesa que rebosaba alegría y esperanza.
Lucas le sonrió a Youngho porque la sorpresa había funcionado, los mejores amigos se habían reunido para estar juntos y muy probablemente no volverían a separarse, el americano tenía planes que involucraban un cambio brusco en su vida, un cambio que incluyera la felicidad de Jungwoo.
Mark estaba sentado al lado de su amigo apoyando el rostro en su hombro, mostrando su personalidad melosa, no quería soltarlo ¡No quería dejarlo ir!
—Así que eso fue lo que sucedió, espero no te molestes conmigo por no ser un sireno.
—¿Bromeas? Lloré todo este tiempo pensando que era el único que había sobrevivido de nosotros 3 y… luego te veo tan sano siendo feliz al lado de la persona que amas que… —mordió sus labios y tomó suficiente aire para no volver a llorar— eso es lo que importa, tu felicidad… a veces la forma no importa, sigues siendo tú.
Jungwoo asintió rápidamente, aprovechando el momento para abrazarlo de lado y respirar el aire en su cabello perfumado.
“Siempre seguiré siendo yo”.
—Bueno, entonces vamos a brindar por esto, por ustedes y por el futuro que se viene de ahora en adelante —Youngho alzó una copa con vino tinto— es un honor para mí recibirlos en nuestra casa, que este sea su hogar el tiempo que lo necesiten —hablaba en inglés, era la mejor forma para comunicarse— “Eviva!” (¡Salud!)
“Eviva!”.
Disfrutaron de la cena con mucho júbilo, permitiéndoles a los Dioses tener una perspectiva de que las cosas sucedían por algo. Luego de eso disfrutaron del postre sentados en la enorme sala de estar disfrutando del ambiente grato que podía dar una chimenea encendida en una noche tan fría. La primavera aún no permitía noches cálidas en Atenas.
—Quiero que tengamos un momento para pensar también en Taeil y Donghyuck —dijo Lucas, después de tomar un bocado de helado— no están con nosotros en forma física, pero de seguro están mucho mejor que nosotros.
—Es importante que pensemos en la vida después de la muerte como algo bueno… Taeil hizo lo que deseaba y fue premiado por ello —la forma de expresarse de Youngho era cálida— dejó sus culpas y miedos atrás para ser feliz ¿Acaso eso no es bueno?
—Incluso cuando vives miles de años, nunca parece ser suficiente… —Jungwoo suspiró— solo espero que Donghyuck se haya ido de este mundo sabiéndose amado, nunca me cansaré de decirle a los Dioses que le entreguen ese mensaje, que lo seguimos amando.
Después de observar el cielo un momento desde la amplia ventana, Lucas le preguntó la edad exacta a Mark Lee, provocando que este se sonrojara y no supiera que decir. Por su puesto la risa en el ambiente no se tardó en llegar.
—4.570 años —se retorció en el sofá— nací 7 años después que lo hizo Jungwoo.
—Ahora tengo 26 años —le guiñó el ojo— cuando me convertí en un humano me concedieron esa edad.
Youngho apoyó su brazo en el respaldo del sofá para observar coquetamente al sireno.
—Me gustan los hombres mayores.
—No sigas Mouskouri ¡No sigas! —todos volvieron a reír, menos él— bien, supongo que envejeceré a tu ritmo de ahora en adelante y… de todas formas el más antiguo aquí eres tú ¡No olvides que eres Tritón!
Y era tanto el júbilo en el ambiente, que el aludido empezó a rodearlo y hacerle cosquillas hasta que se retorciera en el suelo clamando piedad para respirar.
Lucas rodeó a Jungwoo y lo miró con la sonrisa perfecta. Dios, estaba enamorado de su chico.
—Cuando dije que viviríamos en Grecia, hablaba en serio, buscaré la manera de entrar a la universidad, me desarrollaré aquí… y tendrás la posibilidad de ver a tu mejor amigo el tiempo que quieras, porque todos son importantes, cariño… todos lo son.
Sus mejillas enrojecidas eran la demostración más clara de que estaba emocionado, que estaba enamorado y que confiaba en sus palabras. Iban a ser muy felices en este país.
Viernes 5 de febrero 2021, 10 meses después, Alejandrópolis, Grecia.
Calidez, dulzura, un sentimiento particularmente de satisfacción considerando el motivo por el que había viajado a esta ciudad ¿Había amanecido ya? ¿Era hora de levantarse?
Tragó saliva con dolor, no quería abrir los ojos, no quería empezar este día y aunque tuviese el apoyo de su novio y sus amigos, sabía que su corazón apenas resistiría el primer aniversario de la muerte de Andreus.
En el momento en el que la primera lágrima cayó en su mejilla, escuchó un dulce susurro que se sintió como un baño de agua cálida en un día que congelaba hasta el alma, un susurro que arrancó otro par de lágrimas, pero negaba, sí, se negaba rotundamente a abrir los ojos, porque los últimos rasgos de su sueño le estaban permitiendo soñar con la voz de su hijo diciéndole…
—Papito…
¿Y qué tal si los abría? ¿Qué tal si el golpe con la realidad era tan fuerte que no lo pudiera tolerar?
Pero un acto tan dulce y hermoso lo hizo cambiar de parecer, cuando sintió pequeños labios dándole un beso en su frente mientras susurraba “papito”, otra vez.
Impresionado levantó sus párpados encontrándose con la figura de su hijo apoyado de lado contra el colchón, con sus enormes ojos y pestañas fijas en él, con una pequeña sonrisa de labios sellados y su cabello iluminado con los rayos de sol que atravesaban la ventana junto a la cama.
Quería hablar, quería moverse, pero no podía hacerlo, como si hubiera sido hechizado.
—Papito —dijo tan claramente que costaba creerlo, parecía un niño totalmente sano— solo quería venir a decirte que puedes estar tranquilo, soy un niño muy feliz… soy un sireno muy feliz —al mostrar sus dientes delanteros, Youngho empezó a llorar en silencio ¡Quería tocarlo! ¡Necesitaba tocarlo! — sé que tú, mis tías y mis abuelitos me extrañan… pero debía irme, no quise hacerlos llorar.
“No es tu culpa, nunca fue tu culpa irte de este mundo… fue mía por no protegerte” pensó desesperado ¡Necesitaba hablar pero todo lo que podía hacer era llorar!.
—No fue tu culpa, las cosas fueron así… papi, necesito que tú y mi papito Mark sepan que he nadado como nunca antes lo hice —río ¡Su risa bañaba su alma! — y que cuando llegue el momento, nos volveremos a encontrar y… y juntos nadaremos en el “Más allá del mar” ¡¿Te parece?!
“Andreus, te extraño… Andreus mi amor, papá te extraña como no tienes idea, necesito abrazarte, te amo tanto, mi amor te amo tanto”. Las lágrimas explotaban de sus ojos ¿Era un regalo? ¿Era una maldición o solo el reflejo de su más grande anhelo?
El niño se acercó con cuidado y apoyó su rostro sobre el de su padre, respirando acompasadamente, acurrucándose más para que pudiera sentirlo a pesar de que él no tuviera permitido abrazarlo de vuelta.
—Mis abuelitos del mar me dijeron que sacrificaste todo para que yo pudiera existir, gracias por eso —susurraba— gracias por ser mi papito, gracias por conocer a mi papi Mark, gracias por darme una familia humana tan hermosa que me amaba… —trató de secar las lágrimas con sus manitos— mamá me mandó un mensaje a través de los Dioses, ella está muy bien también ¿Puedes estar tranquilo? Mi mami no te odia, solo quiere que seas muy feliz —depositó un beso en su nariz— debo irme… ¿Puedes prometerme una cosa?
“¿Qué cosa mi amor?” Youngho no quería dejarlo partir, porque sabía que no habría otra ocasión, que esto solo era un obsequio de Anfítrite y Poseidón.
—Cuando estés triste, solo mira el mar y cántame esa canción que se llama “close to you”… tu canto llegará al “Más allá del mar”, yo la escucharé y pensaré en ti también —su padre asintió repetidamente, llorando en silencio, desesperado por dejar de hablarle con la mente.
“Eres la mejor cosa que me pasó, bebé… perdóname”.
El niño tocó el lado donde latía el corazón de su padre y volvió a reír, como aquellas veces en las que estuvo vivo, como aquellas veces en las que corrieron juntos, en las que conoció a Mark y su sola presencia lo llenaba de júbilo o cuando sus abuelos y tías lo consentían.
—Te amo papito… en serio lo hago.
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Youngho ajustó su abrigo antes de salir de su habitación y dirigirse hacia la sala de estar donde Mark, Lucas, Jungwoo y su familia lo estaban esperando. Dione sostenía una foto de su nieto sentado en la silla de ruedas, los demás tenían en sus manos una rosa roja cuyos pétalos lanzarían al mar honrando la memoria del niño.
Sin decir una sola palabra, pero aferrándose de la mano del sirenito, se dirigieron al vehículo que los llevaría a la costa de Alejandrópolis, así se mantuvo en el viaje, con la mano temblando, con la mirada en el paisaje, dejando que Lucas condujera el vehículo mientras él se retorcía en sus pensamientos.
Nadie, ni siquiera Mark sabía lo que había pasado, tampoco quería contarlo, no porque todavía lo estaba procesando. Su amado hijo había venido a visitarlo en espíritu, el olor de su colonia de bebé, el calor de su cuerpo, la mirada brillante bajo sus largas pestañas, el suave cabello, todo, todo era hermoso.
Estacionaron cerca de un puerto donde tomarían un corto viaje en yate. El viento sopló su rostro suavemente ¿Los Dioses querían decirle algo?
—Youngho… —dijo Jungwoo con un tono de voz cálido— con Lucas hemos hecho un trabajo desde el año pasado que espero haya dado sus frutos —miró su teléfono— ¿Puedes esperar aquí?
Mark y los demás se miraron unos con otros, viendo como aquel hombre se movía entre las personas como si buscara algo ¿O a alguien?
“Solo espera un poco…” musitó Lucas Wong, sus destrezas en griego habían avanzado bastante.
De pronto vieron al muchacho caminar de vuelta junto a una pareja y una adolescente, unas personas cuyos ojos se llenaron de lágrimas al divisar a Youngho cuando lo tuvieron al frente.
—Familia Mouskouri, Mark… después de mucho esfuerzo pudimos tener contacto con alguien cuya vida fue mejor gracias al sacrificio de amor que hizo Andreus hace 1 año —sonrió con emoción— ellos son la familia Onassis y ella es…
—Señor Mouskouri —dijo con una voz temblorosa, la muchacha estaba emocionada— soy Lysandra y… soy una de las personas que tiene un órgano de su hijo… hace 1 año yo pude vencer a la muerte y…. y mis padres y yo no sabemos cómo poder agradecerlo —sollozaba— no tengo palabras para honrar a su pequeño.
Las trillizas mordían sus labios dejando que las lágrimas cayeran por su rostro, sus padres también, la angustia de ellos había significado la alegría de otras familias y eso era amor, amor cuando eres capaz de entregar lo que más amas para que otros obtengan un bien común.
Youngho no supo que decir, miró el mar por un instante, luego a Mark, a sus amigos y de nuevo a la chica y su familia. Unos padres que lloraban entre la culpa y la alegría, unos padres que tenían la oportunidad de ver a su hija crecer cuando él no.
Y luego recordó a Andreus el día que pasó por el pasillo de honor antes de irse a pabellón. Él era un héroe.
—Solo te pido que vivas una vida llena de gozo y alegría, que pienses que en tu cuerpo está una parte de mi hijo… un hijo que ya no está conmigo, un hijo que se llevó una parte de mí y de su otro padre —Mark escondió el rostro en el hombro de su novio, llorando— hónralo siendo una chica feliz ¿Te puedo pedir una cosa? —ella asintió, sus padres también lo hicieron— ¿Puedes creer en las sirenas? Mi pequeñito lo hacía…
—Yo amo las sirenas, yo… yo siempre he amado las sirenas —emocionada miró a sus padres— mi cuento favorito es el de “La sirenita” —entre risas y lágrimas hablaba— esto no es una coincidencia.
Antes que él tratara de acercarse la muchacha estiró sus manos para mostrarle una bolsa de papel con una cinta de regalo.
—Dentro de mí late el corazón de su hijo —reía con lágrimas— y esta es una forma de que usted lo lleve para siempre a su lado ¿Puede abrirlo?
Aquel hombre sostuvo la bolsa de papel para encontrar un pequeño oso de peluche, muy similar al que él le había dado a su hijo para que lo recordara los días que no podía viajar desde Atenas.
Introdujo la mano y lo sostuvo sin quitarle la vista, apretando sus labios y luego susurrando el nombre de Mark para que lo abrazara porque no se sentía capaz de hacer lo que iba a hacer.
—Apriétalo —tomó su mano— ¿Lo hacemos?
Asintió.
Y fue como si un milagro se hiciera concreto, porque cuando ambos presionaron el osito, los sonidos de un latido se emitieron con tanta claridad durante 10 segundos, un sonido real, hermoso ¡El sonido de la vida!
Sin pensarlo más tiempo y con el osito en su mano, abrazó a la muchacha y lloró junto a ella por un momento, un llanto de anhelo, de angustia, de felicidad y otras cosas juntas, un abrazo en el que deseaba acercarse más al corazón.
“Esos fueron los primeros latidos que tuvo dentro de mi cuerpo” balbuceó “El pequeño Andreus vive aquí en mi pecho… y haré todo lo posible para honrarlo señor Mouskouri… gracias… gracias de verdad… gracias”.
Mientras el resto de los Mouskouri abrazaban a esos padres y a la muchacha en cuestión, Jungwoo besaba el rostro de Mark para consolarlo porque no podía parar de llorar. Lucas sonreía emocionado, haber cambiado, haber dejado toda la mierda del ejército en Estados Unidos, conocer a este sireno… le había dado una nueva vida.
—Andreus es un ángel, Andreus es un héroe —se quejaba— gracias por permitir esto… es… es el mejor regalo que pudieron darnos hoy.
—Para eso están los amigos, Donghyuck debe cuidarlo allá, yo te cuidaré acá —lo abrazó otra vez, dejando que se expresara contra su cuerpo— te amo mucho y lo sabes… es nuestro regalo.
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Después de esparcir los pétalos de rosa en el mar, incluida la familia Onassis, después de tomar un par de minutos en silencio, el yate regresó a puerto, un lugar donde se despidieron de los Mouskouri, un lugar donde intercambiaron números de teléfono para mantenerse en contacto, un momento significativo para todos.
Mientras su familia caminaba con Jungwoo y Lucas hacia un restaurante, Mark se dejó abrazar de lado por Youngho para observar juntos el atardecer.
Presionaron una vez más el osito de peluche ¿Acaso no era un acto mágico ver el descenso del sol sobre el mar, escuchando los latidos del corazón del niño?
—¿Cómo puedo agradecerte todo lo que has hecho por mí, Mark? —besaba el costado de su rostro, su respiración temblando— no podría haber soportado este día sin ti.
—Lo hago porque te amo —desvió la mirada para que sus labios se tocaran, ambos brindaban la hermosa imagen de una pareja de hombres, envueltos en sus abrigos, que se amaban— lo hago porque te amo desde el día que me descubriste en el Museo y porque me elegiste como tuyo desde antes que naciera… Tritón.
Motivado por los sentimientos que burbujeaban en su corazón, el griego lo sostuvo de las caderas y lo acercó para besarlo, buscando consuelo a través de sus labios, de su lengua y de sus expresiones.
Lo amaba tanto que su pecho dolía. Haber elegido nacer como humano, haber elegido perder los beneficios de un Dios, fueron decisiones correctas.
—Atenea, Afrodita, Tanatos, tus padres, Hades y otros dioses nos ayudaron ¿Crees que lo sigan haciendo en un futuro?
—No lo sé —profundizó un beso hasta robarle el aliento— realmente no lo imagino.
—Youngho —murmuró— te esperaré unos metros más lejos… si quieres decirle algo a Andreus, este es el momento.
Con una sonrisa sellada vio como el sireno avanzaba por el muelle hasta alejarse lo suficiente. Para él no era un problema que estuviera aquí a su lado ¿Qué debía esconder? Sin embargo, como le estaba dando la oportunidad, Youngho Mouskouri, Tritón, abrazó el osito contra su pecho y se permitió escuchar los latidos de su hijo una vez más hasta volver a sollozar.
Recordó la petición de su niño ¿Quién era el para negársela?
Con la garganta “estrangulada”, tosió un poco antes de levantar el rostro y observar el horizonte, aún no estaba oscuro pero algunas estrellas podían divisarse en el cielo.
—Mmmm ¿Por qué las aves de repente aparecen cada vez que estás cerca? Como yo, ellas quieren estar junto a ti… ¿Por qué las estrellas caen del cielo cada vez que estás cerca?... Como yo, ellas quieren estar junto a ti —“Close to you” de The Carpenters, siguió cantando en tonos bajitos hasta detenerse por la angustia— Andreus… Andreus.
Avanzó por las tablas del muelle abrazando el osito, no podía lanzarse al mar, no podía nadar, porque lo había entregado todo para conocer el amor. ¿Había valido la pena? Por supuesto que lo había hecho.
Antes de volver a llorar, tomó una gran cantidad de aire para gritarle al mar. ¡Él era príncipe del mar! ¡Sus padres eran Poseidón y Anfítrite! ¡Él era Tritón! ¡Su hijo de alguna manera lo escucharía!
—¡Andreus! ¡Andreus! —gritó— ¡Nos volveremos a encontrar algún día mi amor! —las lágrimas caían explosivamente— ¡Nada como ningún otro sireno lo ha hecho! —el sonido de los latidos del oso se hacían presentes, lo estaba apretando— ¡Gracias por ser mi hijo! ¡Gracias por venir a este mundo! ¡Haré todo mi esfuerzo por ser feliz! —limpió con el dorso de su mano la humedad de su cara— ¡Voy a ser inmensamente feliz!
Lanzó un beso al cielo y al mar, antes de caminar rápidamente hacia Mark, sostener su rostro con ambas manos y besarlo intensamente, porque por extraño que sonara, después de cantarle a su hijo, después de haber escuchado sus latidos, se sentía tranquilo.
Afrodita colocó las manos sobre su pecho, porque a pesar de que como una Diosa sabía que ocurriría esto, no le quitaba la hermosura tratándose del amor.
Su hijo era feliz junto a Lucas Wong, Mark lo era con Tritón.
Volvió a sonreír de emoción cuando a su lado apareció Poseidón.
—Cuando llegue el momento de partir de este mundo, supongo que los recibirás a todos… porque cuando es en el nombre del amor, el alma decide donde quedarse para toda la eternidad, lo hizo Taeil, lo hizo su madre… espero que no haya excepciones con ellos.
Poseidón sonrió y asintió. ¿Cómo podía decirle que no a la Diosa de la sensualidad y el amor? ¿Acaso estaba equivocada? ¿Cómo no podía estar feliz con lo que observaba?
Porque más allá de los conflictos y las angustias, más allá de los problemas y discusiones, más allá de todas las mundanas limitaciones, existía un lugar maravilloso llamado “Más más del mar” … más allá del mar habría emociones, más allá del mar habría abrazos, más allá del mar habría besos, “Más allá del mar” no significaba otra cosa más que descanso, reencuentro y amor eterno.
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FIN
Gracias por otra obra maestra, Triny. Te amamos❤️
Me fui a la shit😭😭😭😭😭
llorando estoy 💔