"Más allá del mar" Cap 15: Hijo de Hades
- TrinidadVictoria
- 24 dic 2019
- 15 Min. de lectura

Flash Back
Disparos ¡Sangre! Y… Game Over.
El sonido que emitía Sam mientras se reía era agradable, siempre lo había sido, también la forma en la que se marcaban sus mejillas, la expresión de sus ojos azules, todo en él era… bonito.
Sí, bonito, esa era la palabra perfecta para describir lo que pensaba Lucas Wong cuando veía a su mejor amigo en la escuela o cuando se juntaban a jugar en casa.
Una palabra que se repetía con cierto deje de culpa, no era “normal” que un niño encontrara a otro niño bonito, eso era cosas de niños con niñas y niñas con niños, al menos eso había escuchado toda su vida.
¿Era esto lo que llamaban ser “gay”? ¿Qué era, en efecto, ser gay?
Tragó saliva y miró la pantalla, había perdido el juego de combate, pero era una buena opción para distraerse de su rostro.
¿Era o no era gay? ¿Por qué ninguna niña le ha provocado “mariposas” en el estómago como lo habían hecho otros?
—Sam ¿Puedo preguntarte una cosa?
Después de reírse, se mordió el labio inferior y asintió.
—¿Qué quieres saber, perdedor?
—¿Sabes lo que es ser “gay”?
Sam tensó los hombros, frunció el ceño y lo miró con extrañeza, la pregunta era totalmente fuera de sí en el momento que tenían, pero Lucas no confiaba más en otra persona que en su mejor amigo, incluso con sus 10 años podía deducir quién era bueno o quién podía recepcionar mal unas palabras así.
“Ser gay es… que te guste una niña siendo una niña o… que te guste un niño siendo… niño” susurró retorciendo sus dedos, como si las palabras le dolieran, sus mejillas enrojecidas, la ansiedad provocando que respirara rápido.
Lucas miró alrededor de su habitación y se acercó más al rostro del muchacho, el cabello color rubio hacía de sus ojos más claros. Era agradable.
—Necesito pedirte un favor, pero no me mires extraño ni te enojes conmigo… —sentía que el corazón se iba a salir de su pecho en cualquier momento, pero era algo que necesitaba hacer. Sam asintió, casi podía sentir la respiración de Lucas en su propio rostro— po… ¿Podría darte un beso simple y rápido? Creo que… —bajó la voz, tanto que no sabía si lo escucharía— me gusta un niño… y ese niño eres tú.
Fin flash Back
Jungwoo podía sentir el dolor cuando el muchacho hablaba respecto a su pasado, tal cual como si tomara un cuchillo y abriera la cicatriz de una herida que se había hecho.
Su instinto le pidió a gritos estirar la mano y dejarla sobre la del sargento, era algo que parecía necesitar, no había hecho gesto alguno en retirarlo, de rechazo o algo por el estilo.
—Yo besé muy suave sus labios —susurró— Sam dejó su mano en mi hombro y se enrojeció tanto como pudo, tanto como un tomate lo era —tensó la mandíbula—y… sentí que era lo correcto, me sentí bien con eso… descubrí que era eso que llamaban ser “gay”, pero… —levantó la mirada al muchacho.
Su abuelo había abierto la puerta de la habitación, viendo la escena pura con ojos de horror.
Un hombre, militar de re nombre, criado bajo una cultura machista homofóbica, no era de sorprenderse que reaccionara como lo hizo, pero a Lucas le dolió, lo hizo porque su abuelo y abuela lo criaron hasta esa edad, eran su referente, no muy cariñosos, pero su hogar al fin y al cabo.
Después de sorprenderlo dándole un beso a Sam, vociferó cosas de grueso calibre como “maricón”, “aberrante” y otras, pero las palabras no fueron solo eso, también llegó la violencia física cuando lo tiró del hombro y le abofeteó ambas mejillas gritándole que le prometiera que nunca más iba a hacer eso, nunca más iba a hacer cosas de “maricones”, iba a ir a la iglesia a cada momento y se desharía de la amistad que tenía con Sam.
Su mejor amigo salió llorando y gritando, y aunque trató de contactarlo no pudo, la familia de Sam y él se mudaron de casa.
—Fue horrible vivir con miedo, vigilado, mi abuelo me obligó a ir a ver como los “hombres de verdad” disparaban armas en las bases militares a las que él tenía acceso, me hizo repetir insultos, me dijo que si volvía a hacer lo que hice me internaría en un instituto de salud mental… —movió los hombros— mis padres que trabajaron un par de años en Hong Kong en ese entonces, se enteraron y me protegieron, me cuidaron, me dijeron que era un niño amado por lo que era, pero aquí —tocó su cabeza— después de 1 año de “adoctrinamiento”, se me quedó grabado todo el rechazo a lo que fuera “gay” —suspiró, secó sus lágrimas con el dorso de la mano— y sigo sintiéndolo… me sigo sintiendo enfermo por eso.
Y aunque sus padres tomaron el control de su crianza en USA, aunque se distanciaron del abuelo Wong, Lucas eligió ser miembro del cuerpo de los marines para demostrar que era un “hombre de verdad” y que podía ser un orgullo para su abuelo.
Tan buen desempeño tuvo y tantas influencias ejerció alguien que llegó al puesto de coronel, que Lucas Wong llegó a ser Sargento a sus 25 años de edad, cosa que otras personas con más años no podían.
¿Pero cuánto de eso valía la pena ahora?
Jungwoo sabía que Lucas no era un ser malvado, solo un poco ignorante y alguien aterrado de sí mismo, pero mientras tocaba su rostro delicadamente con los dedos de su mano, pensaba que por allí podía estar su misión con este hombre, quizás… quizás los Dioses querían que ese hombre hiciera la paz con su verdadero ser.
Apoyó la frente sobre la del americano y lentamente acarició la punta de su nariz con la suya, sintiendo el estremecimiento de su cuerpo, el suspiro de su garganta, el deseo de ser comprendido dentro de su condición.
El sireno tomó la barbilla de aquel hombre y susurró tiernamente, ambos con ojos cerrados.
—Solo dígame cómo se siente con esto…
Tomó los labios entre los suyos y los succionó con calma. Escuchar su jadeo, sentir que él le permitía adentrarse y tocar la lengua con la suya, que la mano de ese hombre apretaba con fuerza la que él tenía sobre la cama… que el beso seguía como una danza improvisada… todo ello se sintió tan correcto que quería… quería tan solo… tan solo abrazarlo y decirle que dejara de temer.
Lucas apartó por unos segundos esa voz que le gritaba lo “asqueroso” que era por esto y solo se dedicó a disfrutar el sabor de la boca de Kim Jungwoo, de la suavidad de sus labios o el aroma de su cabello, solo por un momento se permitió vivir el ahora.
Volvieron a unir sus frentes, sin abrir los ojos, solo respirar rápidamente y en silencio.
Fue el americano quien dijo en una voz entrecortada que se había sentido bien.
—Gracias por contarme lo que guardaba en su corazón —susurró el sireno dándole pequeños besos alrededor de su rostro— no voy a decirle a nadie, lo prometo.
—Perdóname, por favor.
Dicho aquello le dio un pequeño beso antes de pararse de la cama, caminar erguido y salir de la habitación rápidamente.
Jungwoo tenía la sensación de que tendría alguna crisis existencialista, un ataque de ansiedad por lo de reciente, una pelea consigo mismo por lo que sentía. No iba a cambiar de la noche a la mañana y por ahora, por lo sucedido, había hecho bastante hablando, darle su espacio era lo más sensato.
Martes 3 de diciembre, 3 días después.
Esbozó una sonrisa de oreja a oreja mientras nadan bajo el agua dulce de aquella piscina, que suerte era contar con recursos económicos suficientes para hospedarse en una propiedad privada, sin molestias, sin ojos que juzgaran, sin cámaras que atestiguaran sus mitológicas existencias.
Donghyuck dio un salto desde el agua hacia el aire y luego regresó haciendo demostración del porqué era considerado el sireno que mejor nada en el mundo desde hace milenios, no era algo “sorprendente” cuando era hijo de los Dioses del mar.
Jungwoo tocaba sus cicatrices, si estuvieran en el océano haría uso de sus facultades para hacerlas desaparecer, aunque ¿Cómo le explicaría a los demás que ya no tenía las marcas de las heridas cortopunzantes?
Mark se acercó a él y lo abrazó por la espalda, estaba contento de que estuviera bien y fuera del hospital desde ayer, que tuvieran la oportunidad de cuidarse entre los 3 y conversar libremente sobre lo sucedido desde el día de la catástrofe.
—Te extrañé tanto, con Donghyuck realmente pensamos que te habíamos perdido…
—No fue fácil en la isla de Creta, pero hoy más que nunca estoy convencido que fuimos separados por una razón, cada cual ha sido elegido para alcanzar un objetivo —miró de reojo a Donghyuck— aunque no sé si él está teniendo éxito en lo suyo.
—Puedo escucharlos, no soy idiota.
Hablaban lenguaje sireno, con sonido similares a los de un delfín, algo gracioso a los oídos humanos.
Las colas de los 3 tenían colores diferentes, aunque todos de la gama tornasol, en cuanto a la longitud de sus cuerpos, eran un poco más altos que sus versiones humanas, solo 5 centímetros más. Las branquias estaban a los costados de sus cuellos y sus cabellos, bien, cambiaban de color según el humor que tenían.
Pero nada era igual, esto no era agua marina, esto se sentía como si estuvieran de intrusos nadando en aguas dulces de los ríos.
—Todos tenemos que continuar con el plan que Poseidón y otros Dioses nos han encomendado —murmuraba Mark— ¿Todos tienen teléfono móvil? —asintieron— debemos mantenernos comunicados por ello, medidas humanas, no podemos viajar por mar cada vez que lo necesitemos, levantaríamos aún más sospechas.
—Realmente estoy contra el tiempo —susurró Donghyuck— no puedo retener a Taeil por siempre a mi lado, pero no soy capaz de ejecutar mi venganza como mi padre lo querría.
Jungwoo nadó hasta él y sostuvo su rostro con ambas manos, lo miró con ternura.
—Si los Dioses te ayudaron para formar parte de los herederos de Samsung, encontrarás la manera de llegar a ese hombre, eres un Dios.
“Pero no sé por cuánto tiempo” susurró asustado ¿Hasta cuándo las condiciones de caminar y hablar quedarían con él? ¿Cuándo regresaría a lo que fue, por amor?
Mark salió a la superficie y se arrastró con ambas manos por la escalera de la piscina para que su cola se convirtiera en piernas, había escuchado su teléfono sonar, esperando que quién era su jefe lo contactara, esto iba a llegar a su fin.
Mojando todo a su paso llegó a la reposadera y lo sostuvo, en efecto era él, el señor Kim Jongin.
—Mark, espero no haberte interrumpido en algo.
Mordió sus labios, viendo la superficie del agua emitiendo ondas, los sirenos continuaban nadando bajo ella.
—No, al contrario… y —tosió— ¿Sucede algo?
—Sí, creo que sabes a lo que me refiero… —sonaba intranquilo, ambos se agradaban— ¿Te parece si nos reunimos esta noche? Te mandaré la dirección, a las 22 hrs ¿De acuerdo? Es… para hablar sobre los términos de nuestro contrato.
Mark sabía que esto llegaría y aún no se sentía preparado para dejar ir, no quería bajo ningún punto de vista que Donghyuck gastara dinero en él, porque el dinero humano que utilizaba estaba moviéndose bajo un engaño que los Dioses pusieron sobre los coreanos, no se sentía bien ni honesto.
Después de decir que estaba de acuerdo y que entendía, cortó la llamada.
¿A qué tipo de lugar lo enviarían?
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Mark ajustó su abrigo por la parte baja, y levantó el rostro cuando miró el nombre de aquel club nocturno en luces de neón.
Un guardia de seguridad estaba afuera conversando con una persona que quería ingresar, dejando tras de él una cola de al menos 8 personas esperando su turno. Incluso siendo otoño y día de semana parecía que la gente y los turistas estaban dispuestos a entretenerse un poco.
No quería hacer uso de las influencias, pero el señor Kim había sido estricto diciendo que el guardia lo dejaría entrar de inmediato si decía su nombre y que lo conocía. Bien, lo hizo y aunque el hombre le permitió pasar, los demás lo observaron con recelo ¡¿En serio tenía la mayoría de edad para estar en este lugar?
Las luces cambiaron cuando estuvo dentro, los ambientes eran diferentes, todas luces rojas o azules dejando el misterio presente. La música golpeaba las paredes de su cuerpo y más aún su corazón que parecía bailar con el ritmo.
Algunas personas ya estaban en la pista de baile, otras bebían con casualidad en la barra como el señor Kim ¡Allí estaba!
Cuando Kai lo vio desde la distancia, levantó una ceja con asombro, las luces se reflejaban en su cabello y su aspecto se veía diferente que cuando trabajaban. Mark Lee lucía muy bien sin darse cuenta.
—Señor Kim —esbozó una sonrisa de labios sellados, sus mejillas se pronunciaron aún más, llevándose toda la atención de quienes estaban cerca— el guardia me dejó entrar como usted lo dijo.
—No podía permitir que te congelaras afuera, a veces… es bueno utilizar los recursos —guiñó un ojo para indicarle el taburete a su lado— siéntate y pide lo que quieras, te estaba esperando.
Mark no quería verse como un completo perdedor al lado de su jefe y, como este había pedido tsikoudia (bebida alcohólica procedente de la isla Creta, extraída de la uva), él también pidió lo mismo, aun sabiendo que no era tolerante al alcohol.
Ningún sireno lo era.
Además de las copas, llevaron tablas con aperitivos de primera clase, cortes de carne, aceitunas y pimiento, quesos, maníes, entre otros.
—Pasado mañana me voy a Corea, creo que puedo asegurarte un puesto para que sigas siendo intérprete hasta que regreses.
Tenía que simular que el alcohol no le hacía daño en su garganta ¿Por qué tenía la necesidad de aparentar?
Mark miró directamente sus ojos, el señor Kim realmente era una de las personas más amables que había conocido, pero en esta vida debía jugar bajo las reglas humanas.
La decisión estaba tomada, aunque eso lo metiera en problemas.
—Señor Kim, no… lo agradezco desde el fondo de mi corazón, realmente lo hago, pero no puedo permitirme que siga haciendo eso, yo también debo irme a Corea, más pronto que tarde y… tengo dinero reunido, puedo hacer las cosas por mí mismo.
Kai bebió el alcohol lentamente, mirándolo con atención ¿Por qué Mark se sentía nervioso? Era evidentemente más pequeño en contextura con ese hombre, sus rodillas estaban casi rozándose.
Contó tres antes de “lanzar el dardo”.
—¿No quieres abandonar Grecia por el señor Mouskouri?
Aunque sus palabras sonaron realmente amables, Mark se sintió de alguna manera invadido ¿O era evidente que ambos se llevaban bien? Porque el señor Mouskouri pensaba lo mismo de Kim Jongin, había creído que “algo más” los unía.
Mierda, ya estaba dejando salir su inseguridad a flote.
Meneó la cabeza, bebió un poco del trago, se dio más tiempo incluso mordiendo un trozo de queso antes de asentir.
—No es solo él, pero… mi mejor amigo, Jungwoo, está acá y quiero ayudarlo.
Miró la pista de baile y las personas que estaban allí, las cosas habían evolucionado lo suficiente en la sociedad humana como para que hombre y mujer estuvieran cerca el uno del otro con ese tipo de música, antes de Cristo las cosas no eran las mismas, en la edad media tampoco.
Dejó aquellos pensamientos y volvió a beber lo que quedaba.
—Quiero que sepa que estoy agradecido, señor Kim, por todo lo que hizo por mí… aprendí bastantes cosas y me ayudó cuando más lo necesite… ahora tengo mi identificación y mi pasaporte de vuelta, cuando sea el momento más adecuado yo también volveré a Corea.
—Si vuelves, entonces nos podríamos reunir allí, podría ayudarte, tengo contactos.
—Las cosas son diferentes en nuestra nación, las personas con más poder adquisitivo son definitivamente quienes tendrán los mejores puestos, las cosas no son como en Grecia.
El sireno bebió las últimas gotas de Tsikoudia antes de tocar su vientre, el ardor irritando las paredes del estómago eran indicios que no debió pedir algo tan fuerte, podía comer bastante de otras cosas para llenarlo.
Y lo hizo.
—¿Te sientes bien, Mark?
Perdedor, perdedor.
—No, señor Kim… ¿Puedo pedir otro?
De forma inmediata otro vaso de aquel brebaje con hielo estaba allí, Mark bebió un poco y luego giró el taburete hacia él.
—Entonces ¿Debo llamarlo ex jefe?
—Puedes llamarme como quieras, pero a partir de ahora ya no tengo poder sobre ti —murmuró mirando hacia abajo, las rodillas de ambos se estaban rozando— fuiste… la coincidencia más agradable de esta experiencia, aunque… yo no creo en coincidencias.
—Yo tampoco.
Algo parecía haber en el rostro del mayor, como si sus ojos estuvieran pendientes de algo o ¿Cómo si estuviera haciendo esfuerzo por detenerse?
Jongin comenzó a hablar sobre cómo había crecido en Corea, a las escuelas y la universidad que había asistido, algunas dificultades de crecer como hijo de un empresario con poder, de las ventajas también y sobre su futuro, lo que esperaba, lo que deseaba que ocurriera.
Mark asentía ante todas las cosas, pero con el paso de los minutos sintió su cabeza pesada como para apoyarla sobre una mano y no perderse los detalles del señor Kim.
El alcohol estaba haciendo efecto, aunque no podía creer que lo hiciera tan rápido habiendo comido de por medio.
La voz de ese hombre, por sobre la música, se detuvo mientras sus ojos se volvían más intensos.
Apoyó una mano en su antebrazo.
—Mark ¿Te sucede algo?
—A… ¿A mí? —suspiró— no lo sé, simplemente tengo sueño, debe ser la… la… —sonrió con pereza— no importa.
Pero sí le importó cuando se dio cuenta que las piernas que colgaban del taburete se sintieron diferentes, como un río de hormigas subiendo por las rodillas hasta los muslos, como si los pensamientos no pudieran ser hilados unos con otros.
Los sonidos exteriores se distorsionaban tanto como la imagen.
Dejó ambas manos sobre la barra, pero los dedos se sintieron… ¿Les faltaba algo? ¿Las puntas de estos no tenían la misma sensibilidad?
El corazón estaba teniendo una taquicardia, más rápido y más fuerte en proporción con el aumento del miedo en su sangre. ¿Adrenalina?
—¿Mark?
—Señor Jon… Jongin yo…
El mayor lo sostuvo entre sus brazos cuando este, después de unos segundos se fue de espaldas totalmente inconsciente, con el ceño fruncido y la culpa marcando su cabeza como dardos, uno tras otro, uno tras otro.
Lo observó con atención antes de desplazarse con él hacia una salida lateral, nadie estaba mirando, porque nadie podía verlo, porque Kim Jongin quedaba atrás para aparecerse su versión real.
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Hades es Dios del inframundo, Perséfone, su esposa, Diosa de la primavera, y, aunque en los parajes de la mitología algunos decían que aquel matrimonio había sido infecundo, aquel Dios no estaba preocupado por ello, porque a diferencia de sus otros dos hermanos (Zeus y Poseidón), la historia se había ensañado con el inframundo dándole connotaciones aberrantes.
Sombrío sí, lo era, un poco oscuro y a veces de mal humor, pero era un Dios equilibrado, justo, no malvado, su reino no era un lugar para castigar almas como la religión cristiana, musulmana y otras lo hacían ver, él simplemente reinaba la morada después de la muerte, no tenía poder sobre quién moría o no (Eso era tarea del Dios Tánatos).
Pero, aun así, aun sabiendo que su padre no era malvado, Kai (fruto de aquel matrimonio que tanto otros miraban con malos ojos), fue incapaz de presentarle a Mark ¿De qué quería protegerlo realmente?
Miró con culpa su cuerpo descansando boca arriba en la cama de aquel hotel, desmayado, drogado, totalmente desconectado del exterior, y la ropa un poco desarmada.
No quiso hacer esto, pero no tenía otra opción, porque presentarse con su verdadera apariencia frente a él estando consciente, era correr peligro, Mark como ser mitológico y guardián, lo reconocería como príncipe del inframundo y sabría cuando usara sus poderes.
—Perdóname, en serio —murmuró repasando su cabello turquesa oscuro hacia atrás, las sombras de sus ojos se hicieron más profundas— pero tu Dios hizo algo que no debía y no ha saldado una deuda con mi padre.
Estiró la mano hacia la frente del muchacho para ver a través de sus recuerdos. Cuando así lo hizo, sus ojos se “encendieron” como el color del fuego mientras las imágenes pasaban dentro de su cabeza.
Para contextualizar el problema, no está demás decir que Poseidón, con tal de proteger la identidad de quienes había ayudado, puso sobre hechos un hechizo protector, razón por la que Hades no sabía quién ni dónde estaba el alma de la persona que le correspondía, razón por la que había enviado a su hijo para levantar menos sospechas y para que siguiera a través del instinto a la persona indicada.
Kai siguió el camino de pensamientos asociados a Youngho Mouskouri, porque el instinto le gritaba que la respuesta estaba en él y, cuando la escena precisa se presentó en su mente, soltó la frente de Mark para mirarlo con la respiración agitada.
—Andreus… Andreus Mouskouri.
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Lucas sintió que le habían arrancado el corazón directamente cuando su teléfono al costado estaba sonando. Eran las 2 de la madrugada ¿Quién podía comunicarse a esta hora?
Tanteó con su mano el costado para alcanzar el velador, pero la somnolencia desapareció de inmediato cuando vio el número de Jungwoo Kim en la pantalla. Él no estaba viviendo en la base militar de Atenas como Lucas si lo estaba haciendo, él no lo interrumpiría a menos de ser necesario.
¿Y si estaba grave? ¡Mierda!
Contestó al instante.
—Se… señor ¿Wong? —su voz aguda, la duda bañando cada palabra ¿Había estado llorando?
—Sí, Jungwoo, soy yo, estoy despierto, dime que pasa ¿Te sucedió algo?
Se escuchó la forma en la que tragaba saliva.
—No quería interrumpirlo, pero —gimió— necesito que contacte al señor Mouskouri… encontraron a mi amigo Mark inconsciente afuera de un club nocturno y…
Lucas se levantó de forma inmediata de la cama, escuchar a aquel hombre sollozar lo hacía sentir enfermo, porque no le gustaba para nada que estuviera mal, fuera cualquiera la causa.
—¿Dónde estás?
—En donde me estoy hospedando, no puedo salir, no cuando ayer me dieron el alta… Donghyuck fue al hospital donde la ambulancia lo estaba llevando, pero… el señor Youngho, sé que él es amigo de Mark. Dios… ¡Dios!
—Jungwoo, por favor, escucha mi voz un momento —el sireno se secó las lágrimas, pero el dolor y el miedo eran más fuertes, su corazón estaba hecho un desastre— ahora mismo me estoy vistiendo, llamaré al señor Mouskouri y tú te quedarás en cama ¿Sí? Incluso… incluso iré al hospital por mi cuenta.
El muchacho asintió susurrando con la voz quebrada un “muchas gracias”.
¿Qué mierda le habían hecho? ¡¿Dónde estaba Kim Jongin?!
Después de cortar la llamada, el americano miró su teléfono y buscó el número del griego, como había sido su guía para los sitios arqueológicos que estaban cuidando, lo tenía registrado ¿Gracia del destino?
Un par de tonos fueron suficientes para que su voz en inglés se escuchara, ese hombre hablaba varios idiomas. Había estado durmiendo.
—¿Sargento Wong?
—Sí señor Mouskouri, soy yo e iré al grano por las circustancias, a Mark Lee lo encontraron inconsciente afuera de un club nocturno, ahora mismo va camino al mismo hospital donde estuvo internado su amigo, Lee Donghyuck también se dirige hacia allá… sé que usted es cercano al muchacho.
Youngho sintió que le estaban arrebatando la respiración, pero centró su cabeza en las palabras del marine americano.
“No quiero hacer conjeturas, pero creo que pudieron haberlo drogado”.
—Yo… yo —gruñó para disminuir el deseo de vomitar— gracias por avisar, iré de inmediato para allá.
Ni siquiera supo cómo se había vestido, porque sus manos estaban temblando, o como corría por su casa hacia donde estaba el auto estacionado, porque sus piernas se sentían flojas e inestables.
Ni siquiera se dio cuenta que estaba derramando lágrimas mientras avanzaba por la ciudad. ¡¿Quién había sido el infeliz capaz de hacerle un daño así?!
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Nota autora: ¿Qué razones llevaron a Poseidón a hacer lo que sea que haya hecho?
¡Es fantástico! Me está encantando, gracias por actualizar aún en las fiestas💖