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"Más allá del mar" Cap 19: Tu secreto conmigo


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A pesar que después de un evento desafortunado ese niño había quedado con discapacidad intelectual, no era impedimento para que transmitiera tanto amor y devoción hacia su padre a través de la mirada mientras trataba de tragar su comida, comida que este mismo le daba.


Mark sintió un nudo en su estómago, porque quizás esta era la faceta que no había conocido de Youngho Mouskouri, el lado paternal, aquel que pocos tienen tan marcado en su personalidad ¿Quién iba a pensar que ese hombre que se mostró con tan poca gama de emociones, ahora parecía que babearía de amor?


Sonrió para sí mismo antes de probar el primer bocado del almuerzo. Suspiró de fascinación.


—Señora Mouskouri, es la mejor “musaka” que he probado en mi vida.


Musaka era un plato típico griego parecido a la lasaña italiana, pero en vez de sus capas de pasta, está hecha con rodajas de berenjena.


No quería de pecar como falso adulador, pero era cierto, había comido tantos platos humanos durante sus años de larga existencia que no había tenido el placer de decir cuales habían sobresalido, hasta ahora.


—Me alegro que te guste Mark, puedes probar un poco de la sopa de calamar, ideal para un día que se está poniendo muy frío.


Con sus ojitos brillantes el sireno miró el pequeño plato a su costado, él solía cazar su calamar a una gran velocidad, pero estaba seguro que no sabía de la misma manera que bajo el agua de mar. En realidad, ningún alimento proveniente de su reino sabía de la misma manera que bajo la mano de un humano.


—La mejor cocinera de Grecia, te lo puedo asegurar —murmuró Youngho limpiando las comisuras labiales de su hijo— acostúmbrate, no querrás irte de esta casa.


—Eso no sería un problema —murmuró Evadine, su hermana— de hecho, mamá puedes cocinar tanto como puedas con tal de retenerlo, Mark siempre será bienvenido en esta casa.


Selene e Isadora se pegaron con el codo disimuladamente, mientras que el padre de Youngho solo meneó la cabeza con una sonrisa de labios sellados, todos en la mesa parecían ser conocedores de un secreto en común que los hacía sentir contentos, pero ninguno lo hablaba abiertamente.


El griego miró a su amigo mientras este tomaba sopa con las mejillas sonrojadas ¿Su familia lo hacía sentir agobiado? ¿Demasiados cercanos para apenas conocerse un par de minutos?


—Madk!


La voz de Andreus interrumpió el ambiente, un niño que estaba sentado en su silla de ruedas mirando fijamente al nuevo inquilino, un niño que esbozó una sonrisa torcida, pero a su modo la más perfecta.

Todos quedaron estupefactos, aún más el sireno que mantenía la mirada en ese pequeño.


Después de descubrir el dibujo en la habitación, dejó el lugar inmediato para dirigirse a la mesa para comer con el fin de no levantar sospechas que andaba husmeando donde no le correspondía.


Conexión, era innegable que ese niño tenía una conexión con algo ¿Cómo era posible que con la dificultad que poseía en sus manitas, pudiera dibujar un “sireno” asomándose del agua?


—¿Sí, Andreus? ¿Quieres algo? —preguntó de la manera más adorable posible, pero este solo se limitó a sonreír y luego mirar a su padre para que le diera más comida.


—Yo creo que nuestro sobrino está curioso sobre ti como todos nosotros, tu griego es tan fluido como si hubieras nacido aquí, pero eres coreano —habló Isadora— ¿Es irrespetuoso si te pregunto cómo lo lograste?


Irrespetuoso nada, a los ojos humanos él era de Corea del sur, pero leía, escribía y hablaba el griego como si fuera parte de su mundo, sin que supieran que, si bien había nadado por cientos de mares en el planeta tierra, su hogar como sireno era en lo que correspondía como las aguas del territorio de Grecia.


Dejó los utensilios de cocina a un costado y los miró de a poco a todos, Youngho de vez en cuando lo miraba con casualidad, siendo inconsciente al hecho que a Mark una sola mirada de esos ojos rasgados, lo hacía temblar.


Contó la misma historia que tenía como su coartada, un chico amante de la mitología y la historia de Grecia, que había dedicado parte de su tiempo libre a leer y al autoaprendizaje por internet.


—Vine aquí de vacaciones con un amigo, pero perdimos nuestras pertenencias y fue allí que conocí al señor Mouskouri, él nos brindó ayuda y, de alguna u otra manera nos terminamos viendo en más de una ocasión… —sostuvo su tenedor— el señor Mouskouri es un hombre muy generoso así que debo darles las gracias por eso, viendo esta rica comida y la disposición de ustedes a mi presencia, entiendo que es gracias a la forma con la que lo hicieron crecer.


—Hablas muy lindo, Mark, los chicos de tu edad suelen ser unos idiotas groseros, por favor no cambies —murmuró Evadine— ojalá alguien sepa apreciar tus cualidades —terminó diciendo en un tono un poco cantarín.


Youngho tensó un poco más de lo normal la mandíbula mientras masticaba su plato con cuidado, lo que había dicho una de sus hermanas era cierto, Mark no se comportaba como los hombres a su edad ¿Qué chica no quisiera tenerlo a su lado?


Pensó en el muchacho acariciando el rostro de alguna muchacha, con una mirada de devoción, hablándole de manera cortés como solía hacerlo siempre.


Eso se sentía tan… particularmente extraño.


—¿Aún tienes pensado quedarte un tiempo más en Grecia? No sé cómo es eso de las visas sinceramente.


Había reglamentos humanos para la estadía en territorios ajenos, reglamentos que no tenía del todo claro porque solía moverse por mar, pero estaba seguro que a esta altura debía cumplir con ellos y que sería extraño que, siendo un “coreano” y teniendo todos los papeles como tal, no apareciera en el sistema que había salido del país alguna vez.


No quería llenarse la cabeza en este momento con problemas que no resolvería ahora, pero estaba seguro de una cosa, de irse de este país, tendría que hacerlo nadando por el mar hacia Corea del sur, no había otra forma.


“No sé cuánto tiempo más, quizás un mes, pero gracias por la preocupación, tengo todo cubierto en este momento”.


Youngho sintió como si todos los ojos hubieran quedado sobre su persona ¿A razón de qué? No era como si no hubiera pensado en el día que el muchachito debía irse, de todas maneras ¿Por qué su familia actuaba como si nunca hubiera tenido un amigo?


Porque quizás era eso, hace un tiempo que no había tenido o presentado uno.


El resto de la comida, con la llegada del postre, fue literalmente más dulce, hubo hasta más risas, Mark Lee hablaba con tanta fluidez como si los conociera de toda la vida, pero sus mejillas estuvieron literalmente enrojecidas todo ese tiempo como si fuera lo contrario.


Horas más tarde, Atenas.


Cerró con cuidado la puerta tras de sí después de adentrarse en aquella oficina.


El día había estado lleno de trabajo y prácticamente no había dejado de hablar, esta vez se quedaron vigilando la Acrópolis de Atenas y, como estaba abierta nuevamente al público, las personas llegaban en grandes cantidades ¿Cómo no cuidar la zona o ayudarlos a entender su contexto histórico?


Los hombres del escuadrón lo observaron con admiración, era gentil, ágil, daba las indicaciones correctas y los ayudaba para decirles a los visitantes que no se acercaran demasiado por los riesgos de derrumbe.


Siendo sincero consigo mismo, el sireno podía decir que la presencia de los americanos ya no era necesaria, porque se brindaron alimentos y provisiones de todo tipo a los hogares, meses atrás, se ayudó en la reconstrucción de viviendas y retirada de escombros, el cuidar sitios arqueológicos había sido idea del ministerio de Cultura, pero eso podía recaer en manos de la policía local.


¿Quería que se fueran? No.


¿Lucas Wong estaría leyendo su mente en este momento? Tal vez.


Se sentó en el asiento frente al escritorio, el Sargento le daba una mirada particular.


—¿De qué quería hablar señor Wong? —bajó el tono de voz— ¿Algo que lo esté afligiendo en este momento?


—Nada que pudiéramos hablar hace unos minutos en la cena, no frente a todos —se paró del asiento con las manos en los bolsillos del uniforme, la espalda tensa y la garganta seca— ya sabes que nos vamos el 10 de enero de este país, lo que estamos haciendo ahora son los últimos movimientos de nuestra ayuda humanitaria.


Jungwoo asintió con la mirada en la superficie del mueble, el americano se paseaba por la oficina.


Puedo ser un cabrón que está luchando contra su propio miedo a admitir que es gay, pero… sería aún más grave no admitir que estos días teniéndote de vuelta han sido increíbles”.


Murmuró contra su oreja, sorprendiéndolo, haciéndolo tragar saliva sin emitir un solo ruido.


Jungwoo inclinó la cabeza hacia atrás de su asiento para poder capturar su rostro y besarlo, se había hecho adicto a sus labios y todo su cuerpo, el solo toque o insinuación de ello lo mandaba directo al cielo ¿O infierno?


Pero no pudo besarlo, el Sargento apoyó su frente contra la de él y respiró profundamente, Jungwoo seguía sentado.


—Tengo que contarte algo que me está comiendo la cabeza y no puedo besarte o tomarte de la más exquisita manera porque me siento… culpable.


El sireno sintió dolor en su corazón y aunque le dijo que se calmara, este latió tan rápido y fuerte como en las ocasiones que se sentía ansioso. Era de lo que hace un par de días atrás le había dicho que quería hablar, pero no sentía que fuera el momento. Bien, este sí lo era.


Lucas tomó su asiento giratorio y lo colocó frente al del muchacho, infló tanto como pudo su pecho antes de estirar las manos y sostener aquellos dedos largos y blancos de Jungwoo, quien lo miraba con sus ojos brillantes y un poco de recelo.


“No me odies, por favor no me odies” pensó.


Trató de canalizar la ansiedad concentrándose en los rasgos del hombre que tenía al frente y, aunque tratara de sentirse asqueado, no lo hacía, incluso sentía que caía más y más en un camino sin retorno.

Hermoso, Jungwoo Kim era realmente hermoso y más cuando también lucía tan inseguro.


Pero él no quería hacerlo sentir así.


—A pesar de que me comporté como un canalla contigo, y a pesar de que sigo luchando con mis demonios, no volvería a tratarte como lo hice antes, porque estoy tratando de no aferrarme a las palabras de mi abuelo… —acarició los nudillos uno a uno— y porque me hiciste remover aquellos sentimientos que traté de esconder por años.


—¿Es… está arrepentido?


Negó, sus labios regaban besos por las manos del muchacho, su sangre hervía en las direcciones correctas, pero no debía concentrarse en eso, no por ahora. Por ello se enderezó y lo miró directamente a los ojos dispuesto a hablar con la verdad.


“Señor Wong, solo… solo dígame qué sucede”.


—No es algo que oculté con doble intención, pero… tengo una… novia.


Ni siquiera recordó cómo era “respirar aire” cuando escuchó aquellas palabras, tampoco recordó lo que era pestañear, porque solo se quedó así mirándolo fijamente tratando de analizar lo que había dicho.


Esos labios habían besado a otra persona y esos ojos habían observado a otros. No le pertenecía en absoluto a este humano, entonces ¿Por qué sentía que la boca del estómago le ardía en demasía?


Se mordió la mejilla por dentro gritándose una y otra vez que no podía ponerse a llorar de desilusión, y lo estaba logrando solo porque sabía que el americano quería hablar más.


—Hace 1 año que tengo una novia, su nombre es Samantha… —rascó su nuca y aunque quería que la tierra se lo tragara, era incapaz de despegar sus ojos del muchacho— y…


—Us… ¿Usted la quiere? —logró modular un par de palabras.


¿La quería? ¿Quería a Samantha?


—Esto es algo que voy a admitir frente a ti, porque solo tú sabes lo que soy en este escuadrón, pero… la quiero porque es una muchacha increíble —Jungwoo sintió sus ojos humedecerse y la desesperación hacer daño en su corazón— y tal vez…


No, no podía ponerse a llorar ¡¿Dónde mierda estaba su propia dignidad?!


Enfadado consigo mismo, el sireno se paró del asiento y se volteó para salir de la oficina, aquel Sargento podía creerlo un hombre dramático, una “perra caprichosa” o cualquier adjetivo “descalificativo” a su persona.


Mierda, ya no importaba ¿O sí?


Antes de abrir la puerta, Lucas lo abrazó por la espalda y lo presionó contra su cuerpo mientras este luchaba en silencio por ser liberado, intentos vagos e inútiles que terminaron con un hombre que sollozaba mirando el suelo.


—Jungwoo, a esa muchacha la quiero por ser una persona… pero no del modo que tú te estás imaginando.


—¡¿Y si la quiere tanto como fue capaz de engañarla?! —se rio con sarcasmo, sus ojos derramando lágrimas y su voz incluso más “profunda” provocada por la ira— me vio la cara de idiota.


—¡Jungwoo Kim! —gruñó volteándolo para que enfrentara su mirada, sosteniendo su rostro por la barbilla— maldita sea, la quiero como quien quiere a una amiga, pero no puedo terminar la relación por teléfono, eso sería jodidamente cruel… y… —jadeó— y necesito que me creas esto, pero nunca he sentido una conexión real con ella… no es su problema, yo lo soy, porque soy gay… soy gay.


Soy gay”, decirlo en voz alta estrangulaba cada uno de sus nervios y hacía un agujero en su cerebro.


El sireno se apartó lentamente para caer sentado en el asiento delante del escritorio, llevar las manos a su rostro y llorar en el tono más bajo que podía.


Para una criatura que había nacido con el “amor” como rasgo predominante, era doloroso saber que se había entrometido en una relación, porque no correspondía, porque él no era de esa manera y porque la chica no lo merecía.


Él no quería ser el malo de la historia.


—Jungwoo —Lucas se agachó frente a él para acariciar su rostro, tenía que estar jodidamente interesado en ese muchacho como para encontrarlo hermoso aun cuando lloraba. No, en realidad cualquiera con buena vista lo haría— no es en absoluto tu culpa, no puedes esperar que… que alguien que es gay, alguien que ha sido tan cobarde para admitirlo al mundo y a sí mismo, sienta cosas profundas, a… además es mi culpa y solo mía porque en el fondo de mi corazón me forcé a creer que sentía algo por Samantha cuando nunca fue así, es… es mucho más conveniente apagar las voces de mi interior haciéndole creer al mundo que tenía una mujer por pareja, fue mucho menos aterrador.


Se paró para apoyarse contra el escritorio, pero estiró su mano para sostener la de Jungwoo y tirarlo de allí para acercarlo a él.


Aquel hombre no opuso resistencia, solo se dejó llevar con la mirada en el suelo, solo se dejó abrazar para luego esconder su rostro en el cuello de ese americano. Tomó el perfume de su cuello y tembló cuando una de sus enormes manos acarició su espalda por debajo de la camisa.


Incluso midiendo casi lo mismo que él, se sentía pequeño.


Te estoy diciendo esto para ser lo más transparente contigo, y… porque estoy en esta lucha de autoaceptación, la… la que implica que debo arreglar las cosas que he hecho mal en mi vida como engañarla creyendo que la quería”.


La pobre mujer era inocente, pero más daño le haría si mantenía una relación en la que solo una de las partes mostraba interés.


Quería tener a ese griego de piel blanca entre sus sábanas sin la voz que le gritaba cuan canalla era, quería besar esos labios sabiendo que no estarían en los de otra persona.


Tiró suavemente de los cabellos de su nuca y no esperó más de 1 segundo para poder besarlo hambrientamente mientras sus manos recorrían su espalda. Era gay, lo era, porque no había forma de sentirse tan jodido por Jungwoo siendo heterosexual, no podía desearlo tanto siendo bisexual cuando las mujeres para él no eran más que un agradable complemento de otros hombres.


El sireno enterró sus uñas en la parte baja de su espalda deseando mucho más que más.


Mierda, Lucas se sentía sofocado y no pudo soportarlo más, lo arrastró al asiento detrás del escritorio y dejó que se sentara sobre sus muslos para poder tocarlo de todas las maneras. No pesaba como una pluma ni cabía en la palma de su mano, era más tosco que la figura de una mujer, pero esto se sentía bien.


Tal vez terminaría jodiéndolo aquí mismo o lo llevaría la cama de su habitación para hacerlo sentir cómodo después de tan desagradable noticia.


Que Samantha lo perdonara, pero si su corazón nunca estuvo con ella ¿Entonces con quién?


Alejandrópolis.


—Aquí tienes Mark.


Evadine le acercó una taza de chocolate caliente, otra forma, además de la recién encendida chimenea, para poder experimentar calidez en una noche de invierno de una ciudad con playa como esta.


Con mucho cuidado la muchacha se apoyó de lado en el sofá dejando la figura de su pequeño sobrino entre sus piernas, así podía abrazarlo, así podía hacerle cariño mientras el niño observaba la madera crepitar con la temperatura.


Gracias” murmuró antes de beber de aquel líquido, era una lástima que no existieran cosas como estas en el fondo del mar.


—En serio no sé cómo agradecerte, pero me siento culpable —murmuró la chica, el color de su cabello se veía increíble con el reflejo del fuego— era la oportunidad perfecta para que conocieras el centro de la ciudad, las compras navideñas con mi familia son divertidas.


Mark sonrió haciendo que los pómulos de su rostro se destacaran más.


—La temperatura ha descendido lo suficiente, entiendo que debas quedarte al cuidado de Andreus, pero no me sentía cómodo al saber que iban a quedar solos en casa… —movió el hombro para quitarle importancia, no le gustaba sentirse heroico por algo que sentía que era lo correcto— el señor Mouskouri prácticamente se negó a ir sin nosotros.


—Pero te hizo caso.


“¿Cómo no iba a entenderme? No solo es su hijo a quien no ha visto, también son ustedes, sus hermanas y sus padres, esta era oportunidad perfecta para que pudiera disfrutarlos sin tenerme dando vueltas alrededor”.


Siguió bebiendo chocolate caliente creyendo que Evadine hablaría con él, sin embargo, se produjo un silencio casi confidencial que hizo que se volteara a la muchacha.


Era hermosa, realmente lo era tanto como lo eran sus hermanas, pero no sentía nada más que admiración a su belleza cuando era “gay” según las etiquetas humanas.


—Si hubieras sido otra persona, probablemente mi hermano se hubiera quedado temiendo que me hicieran daño, demonios, ni siquiera yo me hubiera quedado, él lo habría hecho —sonrió aunque la alegría no llegaba a sus ojos del todo— ¿Cuántas veces serán necesarias para darte las gracias? Mark, realmente nos conocemos muy poco, pero puedo dar fe que desde que probablemente apareciste en la vida de mi hermano y se han hecho cercanos, es que él ha cambiado en lo más absolutamente positivo de la palabra.


El sireno tragó saliva, bajó la mirada a Andreus que seguía perdido mirando el fuego y pestañeando lentamente de vez en cuando. Luego miró a la muchacha con el semblante fruncido.


—¿Por mí? Yo… yo realmente no he hecho nada especial.


—¿Bromeas? —torció la boca, incrédula al que Mark fuera tan ciego para darse cuenta de lo que pasaba— mi hermano era casi normal antes del accidente, pero después de este fue como si arrancaran la conexión de sus emociones, si antes tenía pocos amigos, después los perdió todos porque solo se enfocó en sus trabajos… —levantó la mano, el niño siguió el gesto y luego observó al nuevo inquilino— para ser más concreta te lo diré: número uno, fuiste capaz de hacer amistad con él, número dos, desde esa video llamada en el museo es que lo he visto verse más expresivo, cielos ¡Fue capaz de llorar desconsolado frente a nosotros hoy cuando vio a su hijo!... —sus ojitos se llenaron de lágrimas— un… número tres, él… él pareciera ser más receptivo a que la gente quiera darle cariño y consuelo cuando antes juró por todos los cielos que jamás permitiría que eso volviera a suceder.


Afrodita no lo había enviado a su vida por nada, Atenea no había permitido que el encuentro ocurriera en la ciudad de la cual ella era patrona de no haber tenido una justificación.


Y de nuevo estaba eso allí dando vueltas, eso llamado accidente, eso que había arruinado la vida de ese hombre y cambiado el futuro del niño que estaba a su lado.


Con la voz más ronca de lo usual, Mark se atrevió a quebrar el silencio.


—Evadine, probablemente no sea tan especial como crees —mordió sus labios— el señor Mouskouri no me ha contado nada sobre ese accidente.


La muchacha contuvo la respiración por un par de segundos, segundos que se hicieron eternos pero que finalizaron cuando ella besó la cabellera de su sobrino, quizás una de las personas que más amaba en esta tierra.


Lo abrazó más contra ella como si quisiera protegerlo y, luego de debatirse mentalmente sobre hacerlo o no, Evadine decidió que la única manera de que Mark Lee entendiera la importancia de su presencia, era sabiendo el episodio en el que no había estado.


Sacó de su bolsillo su teléfono, buscó en galería un video y luego se lo pasó.


El sireno sintió su garganta anudarse de mil formas, allí podía ver a Andreus hospitalizado y entubado, totalmente inconsciente, mientras Youngho le cantaba entre lágrimas “Close to you” de The Carpenters.


“Why do birds suddenly appear… every time you are near? Just like me, they long to be close to you.., Why do stars fall down from the sky.. every time you walk by? Just like me, they long to be close to you… On the day that you were born the angels got together and decided to create a dream come true, So they sprinkled moon dust in your hair of gold and starlight in your eyes of blue…”


(¿Por qué las aves aparecen de repente cada vez que estás cerca? Como yo, ellas quieren estar cerca de ti… ¿Por qué las estrellas caen desde el cielo cada vez que pasas andando? Como yo, ellas quieren estar cerca de ti. El día en que naciste, los ángeles se juntaron y decidieron crear un sueño hecho realidad. Así que esparcieron polvo de luna en tu cabello dorado y luz de estrella en tus ojos azules”).


—Cada vez que mi hermano le cantaba esa canción, parecía que Andreus iba a mejorar y… lo hizo, se convirtió en la canción favorita de mi sobrino, probablemente porque gracias a eso salió de ese lugar —secó con el dorso de su mano aquellas lágrimas que caían, recordar todo aquello dolía— lo que te voy a contar es algo muy íntimo, pero atesóralo en tu corazón porque sé que quieres a mi hermano de la manera en la que él parece no darse cuenta.


Mark le regresó el teléfono a Evadine, con aquella preciosa voz del griego dando vueltas en su cabeza,

la canción la sentía familiar de una manera particularmente extraña de explicar.


Luego de una pausa, ella empezó.


—El accidente ocurrió el 13 de agosto del año pasado…


Youngho se había casado joven, por amor, y de aquel matrimonio nació el pequeño Andreus. Su esposa, que por nombre llevaba Nicéfora, era la humana más hermosa que alguna vez el sireno había visto, una mujer de cabello dorado y ojos verdes como una muñeca, que recién podía conocer gracias a las fotos que Evadine le mostraba con discreción en su teléfono, fotografías que no existían en la casa del señor Mouskouri ¿Por qué?


—Se separaron cuando Andreus tenía cerca de 2 años, pero terminaron siendo muy amigos… cada uno vivía en su propia casa en Atenas, el niño lo hacía con quien fue mi cuñada —apretó los labios— es por eso que muchas veces venían juntos a Alejandrópolis, porque creían que, a pesar de no quererse como antes, unir a la familia le hacía bien a mi sobrino.


“¿El accidente ocurrió en esta ciudad?” preguntó con discreción.


—El accidente ocurrió en una de esas visitas a esta ciudad.


Aquel día, Youngho y Nicéfora tuvieron una discusión cuando él le comentó sobre la posibilidad de que Andreus viviera con él dado que ella, una ejecutiva de renombre, iba a tener muchos viajes de negocios de una ciudad a otra y de un país a otro ¿Cómo podía el niño estar estable?


Pero hubo algo, algo que hizo que ella explotara llorando desesperada.


—Nicéfora estuvo tan débil emocionalmente que Youngho le dijo que si se sentía más cómoda podía llevarlos de vuelta al aeropuerto, él tomaría el control del auto, pero ella no quiso, dijo que no arruinaría la visita de Andreus a esta casa y que daría un paseo con su pequeño antes de tomar sus cosas e irse sola de vuelta a Atenas… en… en aquel entonces no supe lo que gatilló el estado de ella, pero cuando mi hermano nos contó comprendí que solo se trataba de una mujer herida en su corazón.


Mark no iba a ceder al deseo de preguntarle qué cosa, ya bastante trasgredía con enterarse por otras personas sobre el día que cambió la vida de todos


El 13 de agosto de aquel año, un día que amaneció con un radiante sol de verano, terminó por convertirse en color gris cuando las nubes se reunieron y azotaron la ciudad con una lluvia inusual.


Nicéfora se subió al auto y condujo por la autopista escuchando las canciones favoritas de su hijo mientras este cantaba y aplaudía sentado en el asiento que le correspondía, quería llevarlo a tomar chocolate caliente o comerse un helado, quería compensarlo de alguna manera por la culpa que la carcomía por dentro.


Estaba tan ensimismada en ello que fue tarde para darse cuenta que un camión, que había tratado de adelantar en la pista contraria, estaba frente a su vehículo.


—Las cámaras de seguridad cercanas y la cámara que tenía el auto, demostraron que trató de tomar el control sujetando el volante, pero el camión los golpeó de lleno —su voz estaba rota— Mark… el cuerpo de ella quedó tan… irreconocible que… que sus padres lo describieron como lo más macabro que alguna vez vieron.


—Y Andreus…


La muchacha abrió la boca sin que las palabras salieran de ella, hasta el día de hoy era difícil explicarlo.


Recordó el detalle de lo que había dicho la policía, difícil sería olvidar algo así.


—El asiento de él no estaba bien asegurado por… por lo que salió disparado por una ventana hacia un costado —Evadine miró al sireno con la barbilla temblando— el accidente ocurrió en una curva de una autopista cercana al mar conocida como la curva de la muerte… —levantó la mano al aire e hizo un movimiento simple— y… Andreus cayó por el aire en el acantilado.


—¿Cayó al… mar?


—Sí —meneó la cabeza dejando que sus lágrimas siguieran cayendo— ¿Cómo un pequeño de 3 años, que no sabe nadar, logró sobrevivir a eso?... lo encontraron horas más tarde entre unas rocas, en posición fetal, inconsciente, pero vivo… los policías y los médicos dijeron que debió haber muerto en esas condiciones.


Se quedaron en silencio mirando la chimenea, tratando de asimilar la información y las imágenes que llegaban a su cabeza, pensando que solo un milagro había ocurrido para que ese pequeño estuviera hoy vivo.


Hasta el día de hoy mi hermano cree que esto es por su culpa, que si… que si él hubiera conducido, él habría muerto en lugar de Nicéfora, o que… probablemente si no hubieran discutido nunca habría ocurrido algo y tendría a su hijo corriendo por todas partes, como siempre lo hizo”.


Una discusión que desencadenó que la mujer tomara el control y fuera a pasear con su hijo, un accidente en el cuál solo ella falleció, un accidente que “arruinó” la vida completa de un niño.


Pero, aun así, a pesar de todo, Mark se negaba a creer que Youngho Mouskouri tuviera la culpa en ello, porque aquel hombre no tenía la responsabilidad de la imprudencia del camión, mucho menos el control de las cosas.


—Andreus estuvo 1 mes completamente en coma y 3 más tratando de rehabilitarlo, pero los exámenes y los médicos fueron categóricos… la lesión en la cabeza y la falta de oxígeno adecuado, tendrían como consecuencia una discapacidad intelectual moderada, y… la lesión medular a nivel de L1, una paraplejia irreversible.


“Nada malo, Mark, solo que… fue un impulso muy involuntario el arrebatar tu mano de mi rostro y… es que en verdad no soporto que la gente quiera portarse bien conmigo, no lo merezco ni nunca voy a merecerlo”.


Recordó las palabras que él le había dicho.


—Youngho es un hombre muy herido, porque jamás, jamás va a perdonarse algo en lo que cree que fue su absoluta responsabilidad —negó lentamente— ese día Mark, ese día del accidente, él se volvió loco… los gritos, el llanto y cómo golpeaba las cosas, todas esas cosas fueron peores cuando le dijeron las consecuencias de por vida que tendría Andreus… —abrazó a su sobrino aún más fuerte para llenar de besos su cabellera— ¿Sabes Mark? Yo creo que no fue solo el hecho de que Andreus estuviera rodeado de su familia lo que motivó a permitir que se quedara viviendo en esta casa, yo… yo creo que fue un castigo que él mismo se impuso, tener lejos a su hijo creyendo que de esa manera el niño estaba más seguro.


Quería abrazarlo, mierda, el sireno quería tener a ese hombre entre sus brazos y susurrarle todas las palabras que pudiera emitir su boca para hacerlo sentir mejor, aunque, estaba claro que eso no sería suficiente para sacarlo de la angustia que tenía.


Un hombre que había aprendido a la fuerza a controlar sus emociones, una inexpresividad y monotonía que escondía detrás toda una gama de cosas dolorosas, un hombre que solo se quebraba cuando veía a su pequeño hijito.


Y, aun así, faltaba conocer otro lado de la historia, el motivo por el que Youngho y Nicéfora discutieron al punto de que ella quería devolverse a Atenas.


“Pero no lo sabrás, no eres aparentemente cercano, no lo suficiente como para que te cuente esto”.


Salió de su ensimismamiento cuando pestañeó y vio a la muchacha con el teléfono en mano, hablando rápidamente con alguien más.


—Entiendo, tranquila, voy para allá… —Evadine cortó la llamada y lo miró preocupada— Mark, mi familia venía de vuelta a casa, pero al auto en el que estaban se le desinfló por completo un neumático, están a medio camino, lo suficientemente lejos como para que lleguen a pie… necesito conducir la camioneta que está aquí y llevar el repuesto para que mi padre pueda cambiarlo, y… aprovechar de traerme a mis hermanas y mi mamá de vuelta.


“Yo puedo cuidar a Andreus, por favor no dudes de eso, solo ve y conduce con cuidado”.


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Probablemente lo que Mark había logrado en el señor Mouskouri no era algo menor, porque una persona común no dejaría al cuidado de un desconocido algo tan frágil como un niño con discapacidad intelectual. Pero ellos lo habían hecho, ellos veían en él algo que los hacía confiar lo suficiente para que cuidara a Andreus, lo más preciado que poseían.


Y bajo ese pensamiento, el sireno se sentía comprometido con hacer las cosas bien, tomando esa confianza agradecido en demasía.


El pequeño, que estaba acostado de lado en el sofá y apoyando la cabeza en su hombro, giró el rostro para mirarlo fijamente con bellos ojos brillantes y sus largas pestañas, la expresividad de ternura en su punto más fuerte.


El corazón de Mark se llenó de amor cuando este le sonrió.


—Eres un milagro, pequeño, un milagro que sobrevivió para hacer mejor la vida de estas personas, el mar… el mar debió amarte lo suficiente para protegerte.


—Madk… Madk —Andreus enterraba las manitas sobre su abdomen como si quisiera abrazarlo— Madk.


El sireno sintió las lágrimas correr por sus mejillas pensando en todo lo sucedido. Y de pronto recordó que el niño guardaba el dibujo de un sireno, un dibujo que no sabía cuándo lo había hecho pero que existía como una evidencia de algo sorprendente.


—¿Ves en mí algo que no ven los demás? —sintió su estómago revolverse— ves… ¿Ves quién soy en verdad?


Había un dicho que decía que “los niños ven lo que los ojos adultos parecen ignorar” ¿Era este caso, uno de ellos?


—Voy a compartir un secreto contigo, pero no puedo hacerlo aquí en la sala de estar, un secreto que guardaremos tú y yo.


Y como si le hubiera entendido, el niño asintió.


Lo sostuvo entre sus brazos sin problema alguno y lo acomodó en su silla de ruedas para luego conducirlo en el primer piso hacia un punto específico, la familia Mouskouri le había enseñado los rincones, sabía dónde haría lo que haría.


Casi llegando al patio se encontró con las puertas de vidrio que conducían a una terraza techada, una terraza de decoración exquisita e iluminación perfecta, un lugar que todos ocupaban cuando querían “encontrarse consigo mismos”.


Dejó la silla de ruedas a una distancia prudente de la orilla.


—Andreus, tápate los ojos, así… y quita tus manitos cuando yo te lo diga ¿Entiendes lo que digo?

Tardó un poco en entender, pero el niño se cubrió el rostro con sus manitos.


Bien, Mark quitó rápidamente la ropa de su cuerpo y antes que corriera el riesgo de que el niño lo viera desnudo, se lanzó al agua de la piscina temperada en un solo movimiento.


El sonido del impacto hizo que el niño mirara confundido y asustado el movimiento que se produjo la superficie, porque a pesar de su discapacidad intelectual, las imágenes del accidente estaban allí.


—Madk… ¡Madk!


1 segundo después se quedó con la boca abierta y los ojitos embelesados cuando el sireno saltó por el aire como si fuera en cámara lenta. Toda la extensión de su cola se levantó, las luces se reflejaron sobre la superficie de esta haciéndola parecer aún más verde y turquesa.


Salpicó dentro de la piscina y se acercó a la orilla para ver la expresión de Andreus. Era de fascinación absoluta como si el mismo Santa Claus se apareciera frente a sus ojos.


—Quieres tocarla ¿Verdad? —se paró colocando las manos en el suelo y curvando su cola hacia adelante tanto como podía, casi formando una perfecta C con su propio cuerpo o, algo más concreto, como los escorpiones curvaban su cola y aguijón— es un poco resbaladiza.


Andreus solo podía reír mientras tocaba con sus deditos las aletas, era como vivir en un cuento de hadas.


Mark regresó la mitad de su cuerpo al agua, porque si pasaba demasiado tiempo fuera de esta terminaría por regresar a sus piernas.


—Te estoy confiando esto, porque tengo la sensación que hay algo que nos une, porque al ver ese dibujo de sireno me sentí a mí mismo reflejado en ello… y porque creo que tu mente y ojos puros saben lo que hay detrás de este cuerpo —movió la cola salpicando gotas de agua que lo hicieron reír— te estoy confiando mi verdadero yo, pequeño ¿Puedo creer en ti?


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Prácticamente todos saltaron de los vehículos cuando estos llegaron a la casa, habían tardado más de 1 hora desde la llegada de Evadine con el repuesto.


Estaban hambrientos, agotados, pero eso no era lo realmente importante, lo que los tenía asustados era el hecho que Mark Lee no respondía su teléfono. ¿Le había sucedido algo? ¿Andreus estaba seguro?


Youngho abrió la puerta principal de casa dispuesto a elevar la voz clamando su nombre, pero después de unos pasos frenó en seco con la imagen que tenía frente a sus ojos, todos se quedaron como él, sorprendidos.


¿Habían puesto en duda la seguridad del pequeño? Mierda.


No había nada de peligroso cuando en el sofá principal estaba Andreus boca abajo sobre el cuerpo de Mark Lee, abrazándolo como si se tratara de su almohada mientras el adulto lo mantenía rodeado entre sus brazos, ambos tapados con una manta, ambos profundamente dormidos.


Youngho tuvo una sensación eléctrica barriendo todos sus nervios. Era la misma forma en la que Mark dormía todas las noches junto a él.

Pero no era el único, Kai también lo estaba viendo.


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Nota autora:

El niño realmente es demasiado especial.

Y el próximo cap es... :o!

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