"Más allá del mar" Cap 2: Problemas en el hotel
- TrinidadVictoria
- 12 sept 2019
- 15 Min. de lectura

Extendió su mano para tocar lentamente las escamas de su cola y sentir la textura resbaladiza de estas cuando estaban bajo el agua, incluso algo tan simple como eso podía extrañar cuando no estaba en el lugar que le pertenecía.
Sonrió al levantar las aletas de su cola, pero dejó de hacerlo cuando Mark habló, estaba sentado en el suelo del baño con el rostro y los brazos apoyados en el borde de la bañera, sus ojos también estaban puestos en el cuerpo de este.
—Lamento que esté en estas condiciones, señor… si pudiera conseguir una bañera más grande o una piscina olímpica, créame que lo haría, este lugar no es el que merece.
“Pero al menos tengo mi cola de vuelta, no esas piernas que no caminan, esas piernas que no siento”.
Siguió moviéndola para hacer sonar el agua que chapoteaba, el aire humano era tan irritante, tan vacío, la gravedad era más fuerte y los sentimientos más dañinos.
“Dormiré aquí, no soy capaz de estar mucho tiempo sin agua”.
¿Qué podía decirle? ¿Qué no? Mark asintió antes de pararse y verificar que la temperatura del agua fuera la correcta, bien, no era agua de mar, pero era mejor que nada. Después de despedirse cerró la puerta tras su espalda y caminó hacia la cama de la habitación, espaciosa, de apariencia pulcra y atrayente.
Suspiró cuando se sentó al borde de esta, luego descendió la vista a los zapatos que llevaba puesto y apretó los labios con los recuerdos de hace unas horas, la forma en la que se había agachado para atarlos, el simple gesto de entregarlos para que no estuviera descalzo, quedando a cambio él sin nada puesto.
Se los quitó, pero los colocó ordenadamente uno al lado del otro en el suelo.
—Un día se los devolveré señor Mouskouri, lo prometo —susurró.
No se acostumbraba del todo a las ropas humanas así que se desnudó por completo antes de introducirse entre las sábanas y bajo las mantas, disfrutando de la textura de la tela en los dedos de sus pies.
El techo de la habitación parecía eterno, tanto que sus pensamientos empezaron a evocar el momento exacto en el que todo ocurrió.
Después de que las aguas y la tierra se agitaran por la ira de Poseidón, después de que Jungwoo desapareciera quien sabe dónde, ellos fueron arrastrados a una velocidad antinatural hacia la costa de la ciudad de Atenas donde aterrizaron contra la arena y entre unas rocas junto a una ola que se había alzado violentamente en esa zona.
Cualquier criatura fuera de la mitología habría muerto si su cuerpo viajara a una velocidad de 300 km/hr, pero como ellos eran especiales, como al parecer el Dios de los mares los había protegido con un propósito, estaban aquí, vivos y confundidos.
Mark podía adquirir la apariencia humana cuando su cuerpo no estaba en agua marina, Donghyuck también solo que bajo circunstancias que no querían recordar, sus piernas no le obedecían ni tampoco las sentía y, como era su guardián, fue que decidió encargarse del aparente castigo que el padre de este les estaba dando.
La silla de ruedas estaba abandonada en la playa, quizás de algún humano que no tuvo la suerte de poder escapar en el momento del terremoto, las ropas fueron hurtadas de unas tiendas cercanas a la costa donde no se encontraban sus dueños, los zapatos también, solo que como estaban intentando escapar hacia un lugar seguro los perdió.
Desorientados recorrieron todo Atenas para llegar hasta el Museo de la Acrópolis, algunos podían creer que estaban locos y quizás era cierto, pero el oráculo de Afrodita fue muy claro: El día en el que Poseidón se manifestara de forma clara, debía pararse frente a la escultura Efebo de Kritios a como dé lugar y… la primera persona que se acercara a su lado sería la respuesta a los constantes sueños que estaba teniendo.
Poco a poco el sueño empezó a invadirlo, con mucho esfuerzo superaron el primer día lejos del mar, pero el mañana era incierto, tenían que tener ingenio para no ser descubiertos.
2 días después, jueves 26 de septiembre 2019.
Miró a las personas a su alrededor mientras discutían lo que harían los siguientes días en cuanto al museo de la Acrópolis, puesto que un par de piezas de gran valor histórico se dañaron con el terremoto y no podían tener abierto al público hasta que todo estuviera en orden.
Pero no solo eso los congregaba aquí, la reunión contaba con personas expertas que querían unificar conocimientos respecto al estado de otros museos en la nación y también los sitios arqueológicos como el oráculo de Delfos, el gran teatro de Epidauro, Cnoso en Creta, etc.
¿La verdad? Dolía saber que el país estuviera pasando por esto, se estaban haciendo campañas internacionales de ayuda, Estados Unidos había enviado unidades del cuerpo de Marines para proteger algunos sitios históricos y cooperar con la reconstrucción de pueblos pequeños. El país entero estaba ideando maneras de recuperar lo perdido.
Youngho frunció el ceño mientras escribía, como las clases de la universidad habían sido suspendidas tenía más tiempo para dedicarse al Museo y su trabajo como curador de este.
Levantó la mirada a los presentes.
—La verdad es que ya hemos contactado con restauradores de nuestro país para trabajar en nuestro Museo, el ministro de cultura dijo que destinarán recursos para la recuperación de todo sitio arqueológico y objeto de valor histórico… debemos estar tranquilos, Grecia valora y aprecia su pasado —dijo— de hecho, el turismo se basa mucho en esto.
Bebieron café y conversaron un poco más hasta finalizar la reunión, había mucho trabajo que hacer.
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Sus ojos estaban puestos en el horizonte, en aquellos trazos azules de lo que era su hogar.
Quería regresar, maldita sea, quería tener la libertad de moverse, nadar de un lado a otro y encontrarse con otras criaturas como las suyas lejos de la civilización humana, pero, aunque no lo estaba escuchando, sabía que Poseidón de alguna manera sería capaz de provocar otro tsunami si su hijo regresaba antes de tiempo.
¿Por cuánto tenían que estar aquí? ¿Le sería revelado a través de los sueños? ¿Los vientos se moverían en otra dirección?
Donghyuck tragó saliva, había algo que resolver en tierra para regresar, de eso no había duda alguna, pero ¿Qué?
Acomodó las manos sobre su regazo y cerró los ojos para dormir una breve siesta, su mejor amigo y guardián Mark estaba disfrutando como niño pequeño dentro de la bañera para tocar el agua y recuperar su cuerpo de sireno. Mas, la calma conseguida se vio interrumpida cuando tocaron la puerta.
Asustado observó la puerta del baño, pero como sabía que Mark al fin tenía su tiempo a solas, trató de moverse por su cuenta a la silla de ruedas puesta al lado de la cama. La fuerza de sus brazos fue suficiente para sentarse en ella y moverse hasta la entrada que abrió con dificultad.
Una mujer de ojos claros y cabello rubio tomado en la parte posterior de su cabeza, lo observaba con el ceño fruncido y unos documentos a mano.
—Señor ¿Lee? —asintió— lamento comunicar que usted y su acompañante van a tener que prescindir de los servicios del Hotel Palace, el cheque con el que pagaron su estancia no cuenta con fondos bancarios ¿Tiene algo que decir al respecto?
Abrió la boca, pero las palabras no salían de ella, la barbilla temblaba y los dedos de sus pies desnudos también.
Asustado desvió el rostro a la izquierda para mirar la puerta del baño. No pasaron más de 2 minutos cuando el otro salió ajustando el pantalón en su cintura y dejando un par de gotas de agua a su paso.
—Disculpe, pero él no se encuentra en condiciones para hablar, está… —piensa, piensa— está congestionado, puede hablar conmigo ¿Qué es lo que pasa?
—Que el cheque que han entregado no cuenta con fondos así que ambos van a tener que abandonar el lugar ahora mismo.
—No nos puede hacer esto, es… es…
Las cosas se pusieron complicadas cuando dos guardias de seguridad subieron hasta la habitación esperando que armaran sus maletas, pero no contaban con alguna así que con lo que llevaban puesto salieron al pasillo y se desplazaron hasta el elevador.
Esto no podía estar pasando ¡No ahora!
Solo él y Jungwoo tenían acceso a la cuenta de banco que habían creado en caso de emergencia, métodos humanos que debían seguir para poder inmiscuirse en un futuro ¡¿Por qué no había nada de ese dinero?! Al menos… al menos que hayan robado la tarjeta que habían enterrado en un lugar secreto.
No pudo pensar demasiado, los guardias, la asistente y otras personas se pusieron a su alrededor en una situación abusiva.
—Por favor entiendan, nosotros pagamos con documentos legales, creo que hemos sufrido un robo de nuestro dinero.
—Señor —miró a ambos de pies a cabeza— realmente no quiero ofenderlos, pero no parecen ser de las personas que cuenten con recursos.
No podían volver a robar ropa y prácticamente no la habían usado salvo cuando salían de la habitación para buscar comida del desayuno gratuito que entregaban, estaban pasando hambre y estaban incómodos ¿Y ahora los apuntaban por eso?
—Estoy diciendo la verdad, por favor tengan piedad —su voz terminó quebrándose.
Y no quería, mierda, no quería verse como un muchacho miedoso muerto de hambre, pero lo estaba, se sentía agotado, humillado y avergonzado de sí mismo por no ser capaz de tener un temple más fuerte para hacerle frente a esto. Era el guardián de un hijo de Poseidón ¡No podía comportarse de esta manera!
Miró a su mejor amigo, Donghyuck estaba tratando de pensar en algo, pero también le decía a través de la telepatía que no se descompusiera, que no creyera nada de lo que los humanos hablaban a base de su ignorancia.
Los ojitos llenos de lágrimas de Mark se quedaron en los zapatos que llevaba puestos, los zapatos de cuero de ese hombre.
Todo estaba perdido, los llevarían detenidos por fraude ante la ley de los hombres.
—Es increíble que hagan esto cerca de la recepción donde las personas entran y salen ¿Creen que la humillación es el arma correcta con la que se deben manejar las cosas? —cuando escuchó esa voz, el jadeo escapó de los labios de este, no era posible ¡No era posible!
Levantó el rostro hacia el frente, allí se encontraba Youngho Mouskouri con el ceño fruncido y el cuestionamiento surcando sus ojos rasgados, pero ¿Qué hacía acá? Estaba vestido con una camisa negra y pantalón gris, se veía formal y con calzado adecuado.
—Señor, solo estamos evaluando un posible caso de fraude.
—Pero toda situación tiene un protocolo —movió los hombros con simpleza, aunque su voz sonaba letal.
—Señor Mouskouri, agradezco su ayuda, pero no quiero que se meta en problemas por mi culpa —murmuró secando sus lágrimas y enderezando la espalda, si no trataba de ser fuerte y protegerse, las cosas iban a salir mal— estoy diciendo la verdad con esto, los fondos de mi cuenta fueron robados, perdí mi documentación con el tsunami, no necesitan llamar a la policía, puedo trabajar para compensar lo que he consumido.
El griego lo observó de pies a cabeza, en efecto, traía la misma ropa de aquella vez e incluso los zapatos que le había regalado para que no estuviera herido.
Meneó la cabeza antes de levantar la mano para captar su atención. El muchacho, que ya respiraba agitado como si fuera a colapsar, paró de hablar instantáneamente.
—Necesito que llamen al gerente encargado, mientras tanto pueden pagar con esto —le entregó una tarjeta de crédito a la mujer que había tocado la puerta de la habitación— no agranden algo más de lo necesario.
Donghyuck miró a su mejor amigo con la boca abierta y luego al hombre que se acercaba al mesón de la recepción para firmar un par de documentos. ¡¿Pero qué había sido eso?!
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Cuando el primer trozo de salmón tocó su paladar, tuvo que cerrar los ojos para evitar emitir un sonido de satisfacción absoluta. Había estado hambriento esperando que fuera el otro día para poder tener algún tipo de alimento en el desayuno dado que era lo único gratis que recibían acá, pero ahora que tenía sobre la mesa verduras, especias y todo tipo de cosas que se daban en tierra firme, quería comer como si no hubiera un mañana.
No, no podía hacerlo cuando sabía que había ojos de extraños sobre su persona.
Levantó la mirada después de limpiarse con calma la comisura labial. Aquel hombre de ojos rasgados estaba de brazos cruzados observándolos sin muchas expresiones más que el cuestionamiento.
Sus mejillas se pusieron rojas, pero no en un sentido romántico, mierda, estaba avergonzado de que lo creyeran algo que no era.
—Señor Mouskouri, agradezco el gesto que ha tenido hace unos instantes allá en recepción, pero… no soy un ladrón, simplemente he perdido los documentos, todas mis pertenencias y mi única fuente de dinero ha sido hurtada.
Él movió una ceja brevemente.
—De creer que han sido ladrones, ni siquiera habría pagado su estadía en este hotel.
El griego no podía entender la razón por la cuál 2 personas, que no contaban con suficiente dinero, llegaron a un hotel 5 estrellas para hospedarse, pero no iba a decirles aquello, suficiente humillación habían tenido.
Estaban dentro del hotel, de hecho, cenando gracias a él y esperando pacientemente que un gerente o alguna autoridad cercana se acercara para recibir disculpas por el mal rato pasado.
—¿De qué nacionalidad son? Podrían solicitar ayuda en la embajada de su país.
“Cada rincón del mar puede ser nuestro hogar, señor, no tenemos una nacionalidad, solo un punto de origen ancestral que es Grecia”.
Mark miró asustado a su amigo y luego a Youngho, mas luego recordó que el don de la telepatía solo lo tenían algunas criaturas, no los humanos.
—Somos coreanos, creo que debería buscar en mis pertenencias nuestros pasaportes.
—Hablas muy bien el griego para ser un coreano —pestañeó pensativo y luego habló en otra lengua humana, coreano, sí, era eso— yo también tengo mis raíces, de eso solo conservo el nombre y la sangre que corre en mi cuerpo, por lo demás soy tan griego como todos acá.
Asintió ¿Qué podía hacer con ese tipo de información?
Continuó comiendo avergonzado, sabía que aquel hombre solo estaba tratando de ayudarlos pero no tenía idea alguna de que no estaba hablando con personas comunes, solo estaba al frente de dos criaturas marinas, 2 sirenos arrojados a tierra firme por culpa de Poseidón.
Cuando terminaron sus platos murmuró un escueto “gracias” aunque de pronto el ambiente se puso extraño cuando Youngho se puso de pie con el ceño fruncido.
Mark imitó su postura apoyando una mano en la silla de ruedas de su mejor amigo, cuando voltearon a sus espaldas notaron que dos hombres se acercaban acompañado con personas vestidas de negro ¿Eran sus guardias de seguridad?
—Deben ser las autoridades del hotel —murmuró el griego.
Donghyuck quiso gemir, pero, de su garganta no salía sonido alguno más que el de una respiración agitada. Incluso ni con su mente era capaz de comunicarse con su mejor amigo al lado porque estaba bloqueado, sudando como nunca y empapando sus prendas con ello.
—Supongo que ustedes han de ser las personas que tuvieron conflicto con su pago de estadía —los miró de arriba hacia abajo, estaba hablando en inglés— ¿Está todo en orden ya?
Youngho, al ver que los muchachos estaban pálidos y prácticamente temblando desde donde se encontraban, tosió para captar la atención de quien hablaba.
—Lo está, simplemente queríamos hablar con usted respecto al manejo erróneo que tiene su personal a cargo, debería revisar sus protocolos, si dos personas cometen un error es mejor conversarlo en una oficina en vez de un lobby donde todo el mundo entra y sale.
También se comunicaba en inglés.
El hombre no siguió conversando puesto que la otra persona, al parecer de aspecto aún más importante, colocó una mano en su hombro para que se detuviera, él sería quien tomara el control.
Donghyuck sostuvo instintivamente la mano de Mark como el único anclaje con su origen real, como el recordatorio que su mejor amigo estaba a su lado y que lo protegería para no caer en la locura.
—Los protocolos del Hotel Palace están establecidos de manera universal, contamos con personas altamente capacitadas, si hicieron lo que hicieron fue porque tenían sospechas que querían cometer un fraude.
Youngho frunció aún más su ceño para dar un paso al frente, no solía ser temperamental e incluso siempre lo caracterizaban como alguien más bien monótono, sin embargo, esto lo hizo sentir enfadado.
—Los protocolos de su hotel dejan harto que desear, la manera de actuar no fue la adecuada ¿Tanto le cuesta pronunciar las palabras “perdón”? ¿”Lo siento”? —hablaban en inglés— o quiere que lo diga en coreano para que lo entienda, señor Moon Taeil.
Levantó su barbilla, no le importaba ser más bajo que aquel hombre ni tampoco se sentía intimidado por ello porque sabía que su puesto aquí era el más importante de todos ¿No? Hijo del dueño de la cadena de Hoteles Palace.
Había estado en una reunión para planificar ciertas cosas, por suerte la edificación del hotel era de tan alto nivel que nada había sucedido, pero en cuanto al personal que trabajaba, había personas que perdieron mucho y no podían estar asistiendo.
Y de pronto su concentración fue interrumpida cuando personas solicitaron su presencia, había ocurrido un problema de pago y no sabían si llamar a la policía, las personas afectadas querían hablar con él.
Desvió la mirada del griego hacia las dos personas acusadas, sus ropas estaban raídas, sus zapatos no concordaban, estaban temblando como los culpables que eran. No, no podía sentir empatía.
—No pediré perdón por la manera en la que mis trabajadores actuaron, su estadía fue pagada por este hombre y solo por eso no voy a llamar a la policía.
Se volteó sobre sus talones para regresar, sin embargo, la voz autoritaria de un guardia de seguridad llamó su atención.
El muchacho de la silla de ruedas había intentado tocar su mano, pero fue detenido a tiempo, su pecho subía, bajaba, de su boca abierta no salía una sola palabra ¿Iba a colapsar?
Mark miró angustiado a Donghyuck y aunque quería utilizar la ira que sentía contra Moon Taeil, sabía que podía complicar aún más las cosas.
Tomó una gran bocanada de aire y se paró frente a ese hombre, podía golpearlo, sí, si era más rápido que los hombres que lo protegían. Pero ¿Cómo lo ves? Donghyuck también tenía no uno sino dos guardianes que velaban por su dañada existencia.
—Entonces yo pediré perdón por el infortunio que nuestro problema haya causado —rechinó los dientes— gracias a la bondad del señor Mouskouri que pagó nuestra estadía, pero como le expliqué a sus trabajadores, nuestra fuente de dinero ha sido robada y no tenemos como seguir pagando.
—Vayan a la embajada de su país.
Mantenían una conversación en inglés.
Mark miró a su alrededor y nuevamente a los ojos de ese hombre, quería maldecirlo, empujarlo o en el mejor de los casos ambas cosas, pero se contuvo.
—¿Realmente se sentirá bien echando dos turistas a la calle con la tragedia que ha ocurrido? Solo estoy apelando a su buena voluntad.
—No los voy a hospedar de manera gratuita.
—No estoy diciendo eso, solo estoy pidiendo tiempo para reunir dinero ¿O acaso no necesitan a alguien que barra el piso? ¿Qué trabaje?
—Es ilegal —gruñó— ¿Esta conversación es enserio?
—Tan enserio como que usted puede hacer excepciones —volvió a rechinar los dientes.
Taeil llevó una mano para revolver su cabello lentamente y pensar irritado, ni siquiera estaban pidiendo dinero de forma directa ¿Podían pagar su estadía a cambio de un trabajo simple que no infringiera las leyes griegas?
Meneó la cabeza y levantó su dedo para apuntarlo, los observó a ambos, aunque no pudo mantener la mirada en los ojos húmedos del chico inválido.
—No voy a darte una respuesta ahora y tampoco voy a darte ilusiones así que espero soluciones tus problemas de manera legal en la embajada de donde sea que provengan, mientras tanto piensen también la manera de no quedarse aquí, el precio no es para todo público…
Les hizo una señal a los guardias y al gerente para que regresaran a la junta que realizaban en una oficina especial de conferencias, sin siquiera devolver la mirada, sin siquiera darse cuenta que alguien, más que otro, estaba afectado con su presencia.
Youngho trató de acercarse, pero en ese momento “Mark” se volteó con una sonrisa incómoda y torcida resultado de una humillación que no había cesado.
—Consideren lo de la Embajada… mientras tanto puedo…
Tragó saliva y negó, si tan solo supiera que eso solo los metería aún más en problemas.
—Agradezco su buena voluntad señor Mouskouri pero no puedo involucrarlo en esto, ya suficiente ha hecho por este par de desconocidos —miró sus zapatos de cuero, los que él le había regalado.
El griego siguió la mirada del muchacho y luego a su amigo que abrazaba su propio cuerpo hundido en un sentimiento desesperado.
Nunca había que involucrarse demasiado con las personas desconocidas y más cuando no sabía sus historias. Mas, de pronto vino a su cabeza la imagen de la persona más importante en su vida y la razón por la que estaba mejorando inalcanzablemente cada aspecto de su carrera.
Su estómago se revolvió y por primera vez después de mucho tiempo algo parecido a un nudo en la garganta se instaló en ella.
Meneó la cabeza, él estaba bien y con la gente correcta siendo feliz mientras Youngho estaba aquí frente a dos víctimas de la naturaleza.
—¿Puedo hacer una última cosa por ustedes?
Contuvo la respiración titubeante, pero toda duda fue disipada cuando su mejor amigo sostuvo su mano para decirle a través de la mente.
“Recuerda el oráculo de Afrodita”.
Aquellas manos curando sus heridas, aquel momento en el que los defendió solo por el sentido de justicia.
Maldita sea si esto era también una idea de Poseidón.
—¿Qué cosa, señor Mouskouri?
—Podría, al menos ¿Ayudarlos por última vez? Para que tengan sus propias prendas de vestir.
El calor repentino subió a sus mejillas en una acción que aún, a pesar de estar acostumbrado a transitar esporádicamente en el mundo humano, aún consideraba extraña. ¿Por qué sentía que su corazón estaba desbocado?
Mark miró el aspecto de su amigo y la humillación que había recibido de este lugar, más aún de quien era hijo directo del dueño. Se miró a sí mismo, una ropa tan descuidada no hacía juego con zapatos de cuero.
“No tienes que devolverlos” murmuró llamando su atención.
—Aunque me carcoma la vergüenza aceptaré eso señor, porque tengo miedo y porque me siento agotado.
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Escuchaba voces, movimientos en la lejanía e incluso helicópteros que pasaban por el aire.
Desde el fondo también podía escuchar el cómo las olas rompían contra las rocas, pero, incluso si el llamado de su naturaleza le gritara que se devolviera al mar, no podía moverse ni despertar del todo.
Ni siquiera sabía dónde estaba o cómo su cuerpo se encontraba, solo que había algo caliente y poroso contra su mejilla y que el dolor empezaba a consumir desde la base de sus pies hasta las rodillas.
Esperen.
¿Pies?
Las imágenes empezaron a llegar a su cabeza, su mejor amigo Mark tratando de sostenerlo mientras hacía el mismo esfuerzo para no perder a Donghyuck, la violencia de una tormenta bajo el mar que los separó hasta que perdió la consciencia.
Podía intentar ubicarlos emitiendo su canto, pero quizás era demasiado tarde, Jungwoo estaba cayendo en la inconsciencia otra vez sin saber que, aquel ruido y aquellos gritos se trataban de personas acercándose a él, personas que llegaron esta mañana a Grecia y a la Isla de Creta, personas del cuerpo de Marines de Estados Unidos de Norteamérica.
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Nota autora:
Moon Taeil, el hombre al que las sirenas temen ¿La razón? Ni él lo sabe o recuerda.
PD: Los sirenos no son los únicos que guardan secretos.
AAAAAAAH QUE PASADA LLORO LLORO LLOROOOO