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"Más allá del mar" Cap 26: Cuando una Diosa llora






—Señor Mouskouri, necesitamos cerrar el ingreso para el Parte… nón.

Entrecerró los ojos cuando vio a un hombre de pelo negro tomar fotografías desde distintos ángulos, solo en ese momento comprendió que el señor Youngho Mouskouri tenía un ayudante mientras él tomaba sigilosamente notas respecto a “algo”.

—Oh, señor Lordanou, ya tomamos las fotografías necesarias —miró a Mark con la ceja derecha levantada cuando se apoyó de lado en uno de los pilares del templo— ¿Cierto que acabamos?

Solo cuando el guardia se perdió de vista, el sireno se acercó con cautela y golpeó con el codo izquierdo el costado de aquel griego ¿Creía que no había captado el mensaje implícito en sus palabras? ¿Cómo se atrevía a jugar con eso cuando otra persona estuvo cerca de descubrirlos?

No podía estar molesto, definitivamente era imposible estarlo cuando ese hombre lo miraba con los ojos aún más rasgados mientras sonreía, mientras se marcaba el hoyuelo en su mejilla y mientras estiraba los brazos hacia él para invitarlo a un abrazo.

Aceptó aquel gesto, se dejó envolver contra ese cuerpo y dejó que besara su frente por un par de segundos después que el mayor le susurrara que había sido significativo en todo aspecto.

Ya estaba, se había entregado en cuerpo y alma a un hombre, cualquiera fuera el destino que tomaran de aquí en adelante, no quitaría el hecho que lo amaba y que estaría dispuesto a darle todo. ¡¿Por qué los sirenos tenían que ser tan sentimentales?!

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“¿Quieres ducharte conmigo?”.

Youngho ya estaba semi desnudo caminando al baño de su habitación cuando se volteó para hablarle al muchacho, el que, por alguna extraña razón, pareció contrariado por la propuesta que le estaba dando. Pudo notar como jugaba con los dedos de su mano y como empezaba a equilibrarse en ambos pies, el signo claro cuando alguien busca una respuesta en un corto lapso de tiempo.

—Necesito ir al baño señor.

—En primer lugar, Mark, han pasado tantos meses juntos que no necesitas seguir tratándome tan solemnemente, solo dime Youngho como cuando me dijiste que me amabas —esbozó una sonrisa boba producto de la felicidad, luego meneó la cabeza y se enderezó— y además acá también hay baño.

El muchacho cerró los ojos con fuerza antes de abrirlos de pronto y gemir avergonzado.

—¡Necesito cagar a solas, Youngho!

Antes que le dijera alguna cosa, el sireno salió corriendo al baño más lejano de la habitación de huéspedes, no porque realmente tuviera una urgencia biológica sino porque estaba avergonzado que tuviera esa imagen de su persona ¡Había sido la única excusa creíble para que no lo descubriera! ¿Cómo podía explicarle que sus piernas tomaran la forma de una cola de sirena?

Después de cerrar la puerta con seguro, abrió la llave de la bañera para que se llenara completamente de agua caliente. Fue así que, una vez lista se sumergió en ella y dejó que sus piernas tuvieran la transformación instantánea, así también como cuando hundió la cabeza y aparecieron las pequeñas branquias en los costados de su cuello.

—Soy yo de nuevo.

A veces tenía miedo de acostumbrarse a su apariencia humana, porque sabía que esa no era su naturaleza, tenía miedo de no querer una cola, de no poder interactuar con las criaturas marinas, tenía miedo de “temer” a su verdadero yo.

Después de pasar un par de minutos “respirando” agua, sacó la cabeza a la superficie para bañarse como correspondía, champú, acondicionador y todas aquellas cosas que lo hacían sentir más limpio.

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Con cautela asomó su rostro en la habitación del señor Mouskouri, no sabía qué tanto se había tardado jugando en el agua, pero quizás sí fue lo suficiente como para que aquel hombre tuviera tiempo de prepararse un café y lo bebiera acostado sobre su cama, vestido únicamente con una bata de seda negra.

Su boca se llenó de saliva, quizás no fue muy disimulado porque aquellos ojos rasgados se movieron en su dirección antes de esbozar una sonrisa que mostraba una dentadura perfecta.

—Te ves muy lindo así —murmuró dejando la taza vacía en una mesilla a su lado— Mark.

—¿Bromea? Usted está prácticamente desnudo, yo solo ando con un pantalón deportivo y una camiseta.

Youngho meneó la cabeza, pasó por su lado y se inclinó para besar su mejilla antes de susurrarle que podía acostarse bajo las mantas mientras él iba a lavar lo que había ocupado.

Por suerte el griego no estuvo en el momento en el que prácticamente se lanzó al lado que le correspondía, porque hubiera sido vergonzosa la necesidad con lo que lo había hecho, vergonzosa la sonrisa que estaba esbozando mientras olfateaba las almohadas.

Dio un respingo cuando esos brazos lo rodearon tanto como esas piernas, la forma en la que sus figuras se complementaban, la manera en la besaba la parte trasera de su cabeza susurrando lo bien que olía. Mark estaba sonrojado hasta las orejas, pero ¿Qué sacaba con mentir? Nada, disfrutaba de su contacto y de sentirse protegido, aunque… a la hora de la verdad, Mark era más fuerte que cualquier ser humano.

Las luces se apagaron, cada uno cerró los ojos sin separarse del otro, solo se concentraron en como respiraban hasta quedarse profundamente dormidos.

Quizás pasaron más de 3 horas descansando, pero fue el griego quien despertó abruptamente cuando el reloj marcaba las 2:36 a.m., un poco desorientado, con su corazón latiendo asustado, olvidando lo que había soñado, pero recordando que había estado llorando desesperado.

Se volteó hacia su lado izquierdo, no podía ver bien a Mark pero sabía que estaba allí descansando tan bien que podía incluso escucharlo roncar suavemente.

“—Te amo Youngho Mouskouri —era la primera vez que le hablaba de esa forma tan directa— en serio lo hago.”

Recordar esas palabras lo hicieron sonreír y olvidar la sensación desagradable que tenía en su pecho. Escucharlo había sido increíble, porque de alguna manera había encontrado sentido a lo que él también sentía por ese muchacho, lo amaba, no importaba que se conocieran menos de 1 año, lo amaba por su personalidad, lo amaba por la conexión que tenía con Andreus, lo amaba porque su familia también lo hacía.

Estar enamorado de verdad era hermoso, decirle te amo de forma sincera a una persona y sentirlo, mucho más. Porque le había dicho aquello a Nicéfora, sin embargo, sus palabras no habían llegado a su corazón.

—Youngho —murmuró somnoliento el otro antes de moverse casi inconsciente hacia él y acostarse encima suyo, como cada noche— mío.

—Tuyo —susurró con una sonrisa en la cara— tuyo.

Mark abrió los ojos solo un poco y suspiró de felicidad, antes de abrir la boca y tomar una gran porción de piel para luego retorcerse suavemente en el punto preciso de un varón.

—Mark —gimió— estás… ¿Estás despierto?

—Muy… despierto.

El griego cerró los ojos y jadeó casi sin ser escuchado, dejando que el chico hiciera lo que quisiera, dejando que sus dedos se inmiscuyeran bajo el pantalón de Mark para enterrarlas sobre las dos preciosas, suaves y cálidas nalgas.

“Sigue” dijo con dificultad para que la fricción tuviera el mismo ritmo, para que sus caderas se contornearan contra la otra. Él con ropa interior, Mark con pantalón deportivo delgado, no había mucho para la imaginación.

—Quiero follar —dijo el menor contra su oreja, calentando el costado de su oreja, estímulos que iban directo por todo su cuerpo— por favor señor, vamos a hacerlo de nuevo.

Youngho sabía que no tenía que pedírselo de nuevo, porque estaba lo suficientemente duro solo y para su chico.

2 días después, Lunes 21 de enero 2020, Washington D.C. Estados Unidos.

“Está despertando…”.

En el fondo de aquella nebulosa negra en la que se sentía envuelto, podía escuchar la voz preocupada de su madre hablando en cantonés, probablemente con su padre porque no había otra persona con quién hacerlo.

Los párpados dejaron de sentirse pesados, poco a poco, para luego abrirlos con dificultad y dejar que lo que fuera que lo rodeaba se tornara en una imagen borrosa, una imagen que comenzó a tomar forma a medida que pestañeaba más seguido.

—¿Hijo? ¿Hijo puedes responderme?

¿Su madre?

Volteó lentamente sus ojos hacia la persona que le hablaba y sonrió a pesar de estar profundamente mareado. Era ella, era su madre, estaba aquí a su lado y eso lo hacía sentir tranquilo, pero no sabía por qué cuando la había visto durante la semana, sus padres vivían en la misma ciudad que él.

—Mamá, sí… yo —tocó su cabeza antes de sisear de dolor— ohhh.

—Espérame un momento, llamaré a la enfermera.

¿Enfermera?

Cuando su madre lo dejó a solas, Lucas Wong se sentó sobre su cama apoyándose con los codos y de esa manera tener una vista mejor de su habitación, la pulcritud, los colores neutros, el olor a desinfectante. Luego descendió la mirada hacia su brazo derecho y la vía venosa que tenía cerrada conectada en el dorso de su mano.

Al darse cuenta que efectivamente era un hospital, la enfermera atravesó la puerta y se acercó junto al médico que estaba a cargo suyo, ambos vestidos con uniformes clínicos azules.

—Señor Wong, soy el Dr. Esquivel, Neurólogo de este recinto de salud y quería hacerle un par de preguntas para evaluarlo.

Asintió, se sentía cansado, aletargado, quisiera dormir otros 10.000 años, pero sabía que esto era en pro de su salud así que respondió todo lo que fuera que tuvieran que decir.

En un momento dado las imágenes empezaron a llegar solas a su cabeza, un club nocturno, una pelea porque ¿Habían querido drogar a una chica?

Y fue como si tiraran de un cordón elástico hasta que impacta contra una piel, puesto que con la misma intensidad las imágenes siguieron llegando a su cabeza dejando de prestar totalmente atención a lo que fuera que el médico veía o decía. Alguien de su grupo de amigos había querido drogar a una muchacha, lo había golpeado por eso, se había ido a caminar por la ciudad hasta entrar al puente Francis Scott, había contemplado el río, sintió unos pasos y cuando se volteó creyendo ilusamente que podía ser Jungwoo, recibió una puñalada en el abdomen junto a un dolor prácticamente agonizante.

Luego de ello imposibilitado totalmente de defenderse y, por supuesto que desangrándose, los hombres lo sostuvieron y lo lanzaron al río donde tragó tanta agua que sus pulmones se asfixiaban, tanto que nadar a la superficie se hacía imposible, tanto que era imposible estar vivo.

—Puñalada —murmuró, descendió la vista a su abdomen y luego de correr la bata de hospital se dio cuenta con horror que no tenía marca alguna— yo tuve una puñalada.

—¿Señor? —el médico y la enfermera se miraron— ¿De qué habla?

—Yo tuve una puñalada —miró a su madre— me apuñalaron, esos tipos me apuñalaron, estuve desangrándome, estuve… ¡Me estaba muriendo ahogándome en el río Potomac!

—Quizás te confundes corazón —le sostuvo la mano para hacerle cariño, lucía realmente preocupada— te encontraron acostado en posición fetal a las orillas del río, quizás creíste que te apuñalaron.

¿Por qué tendría que estar un neurólogo evaluándolo? ¡¿Por qué debía tener su abdomen totalmente intacto cuando él sintió como rompieron su carne con el filo del cuchillo?!

Meneó la cabeza con un nudo en la garganta, sudando, sintiendo que las náuseas volvían y que todo se estaba volviendo retorcido, esto no era una realidad paralela ¿Cierto? ¿Se había vuelto loco? ¿Realmente había imaginado todo? Tocó con ambas manos los músculos de su abdomen, no había dolor, todo se sentía bien ¡Mucho más que bien!

Quizás me confundí” susurrando, aunque en fondo sabía que no era cierto, no podía estar tan loco.

—Lucas, te hicimos estudio de imagen y no mostraban hallazgos de alguna patología, pero es primera vez que nos miras fijamente y que nos hablas ¿Recuerdas algo después de la caída?

—Nada —las palabras fueron dichas con cierto temor ¿Por qué sentía que algo no estaba encajando además de lo del abdomen? — ¿Por qué?

En ese momento y utilizando un lenguaje para que entendiera, fueron relatando los sucesos de las cosas.

Como le había dicho su madre, fue encontrado en las orillas del río Potomac entre la vegetación del lugar, pálido, aunque con los signos vitales estables, sin aparentes lesiones, solo que estaba inconsciente, de eso el día sábado en la mañana. Todo gracias a una llamada anónima.

Lo ingresaron al hospital para hacerle las evaluaciones correspondientes. Durante el transcurso del día lograron contactarse con sus familiares y fue esa misma noche en el que Lucas abrió sus ojos por primera vez. El equipo médico creyendo que todo estaba en orden comenzaron a interrogarlo, pero Lucas Wong nunca respondió una sola pregunta, solo miraba a su alrededor con una facie de tristeza.

—Vas a seguir en observación en el hospital, te verán otros especialistas, puede deberse a un cuadro post traumático, hablaremos con el psiquiatra.

—¿Qué pasó con las personas que…?

Las facciones de ellos se volvieron un poco lamentables. Fue la madre de Lucas quien sostuvo su mano tratando ponerse de su lado.

—Fueron encontradas muertas, no sé si tengo las facultades de decírselo señor Wong, pero su habitación fue custodiada por policías porque fue sospechoso de homicidio.

—Yo no mate a nadie —gimió— eso es… es una locura ¡Me lanzaron por el puente!

—Lo sabemos mi amor —su madre acariciaba su brazo— las cámaras de seguridad cercanas son prueba suficiente de tu inocencia, ellos fueron encontrados muertos a la salida del puente. El policía dijo que después que te lanzaron… se pudo ver cómo los 3 hombres colapsaron contra el suelo sin despertar más. Aún no pueden resolver el caso, por lo que es muy probable que te interroguen para despejar dudas y saber tu parte de las cosas —besó su frente, el médico y la enfermera habían abandonado la habitación— no sabes lo feliz que me hace el hecho que estés bien, no podría perderte… gracias a Dios estás bien.

Secó sus lágrimas antes de decirle que iría a hacer una llamada, que lo dejaría descansar un momento.

Con la habitación a solas, la cabeza de Lucas Wong empezó a recordar y pensar muchas cosas, pero mientras más lo hacía, más empezaba a dolerle el pecho, más su estómago se retorcía, más su alma se inquietaba.

Repasó las manos una y otra vez sobre su rostro, el nudo en su garganta casi lo asfixiaba. Podían decirle lo que quisieran, pero ser incrédulo en la vida tal vez lo estaba castigando de esa forma, él no estaba loco, la herida había sido real, el agua entrando por su boca también, él había estado muriéndose y nadie pudo haberlo salvado más que alguien sobrenatural.

—Jungwoo —gimoteó— Jungwoo ¿Qué hiciste Jungwoo?

3 días después, Jueves 23 de Enero, Seúl, Corea del Sur.

“He tratado de conectarme con mi padre o mi madre, pero ninguno de los dos atiende mi llamado, ni las criaturas responden mis preguntas… es como si quisieran evadir el tema, evadirme a mí ¿Has tenido suerte?”.

No la he tenido, mientras el señor Mouskouri va a hacer clases, yo me voy a nadar en las costas más cercanas a Atenas, pero no hay rastros de él, ninguna criatura quiere acercarse a mí. Yo lo siento en mi corazón, aún siento su existencia, pero pareciera que el mar no quiere que sepamos dónde está… Donghyuck, me estoy volviendo loco :( sin él y sin ti a mí lado”.

Donghyuck se secó las lágrimas, pero estas volvían otra vez a sus ojos como una respuesta natural de su cuerpo a la ola de pensamientos que tenía.

Jungwoo había desaparecido hace días atrás por desesperación, por amor y él podía entenderlo perfectamente. Por la misma razón tenía miedo, porque sabía la falta de límites que puede llevar la capacidad de amor de un sireno.

Tanto Mark como él se valían de las criaturas marinas para hacer llegar el mensaje al muchacho, pero estos se negaban o los obviaban como si no entendieran el lenguaje universal.

Levantó la mirada hacia la ventana que estaba a su lado, aquí sentado en el sofá dentro de la sala de estar de su propiedad, podía apreciar la ciudad de Seúl e incluso ver el río Han. Se sentía como la princesa Rapunzel escondido en una torre, porque no se atrevía a salir de este lugar si no estaba acompañado por Taeil, el que, por supuesto, también se mantenía ocupado por su trabajo.

Le había dicho que había preguntado en Samsung por “Lee Donghyuck” como uno de los herederos, sin embargo, ni allí ni en la empresa de los Moon reconocían su nombre, menos su fotografía ¿Sería que la bendición de los Dioses ya había caducado cuando Moon Taeil decidió ser un hombre bueno?

No le importaba, no necesitaba fingir ser un hombre de negocios ni nadar en billetes o tarjetas de crédito, lo más importante sabía su identidad y estaba emocionado por ello.

Movió la cabeza bruscamente cuando escuchó que el timbre sonó. El silencio se había interrumpido, pero no estaba asustado por ello, el motivo hizo que sus mejillas se enrojecieran y su corazón palpitara como si bailara de emoción.

—¿Señor Lee? —habló un hombre de rostro amable, joven y bien educado— vengo a buscarlo porque el señor Moon me lo ha pedido para llevarlo al punto de encuentro.

Muchas gracias”, moduló sin ser escuchado, suponía que el hombre sabía de su condición.

Anoche se habían mandado mensajes de texto hasta tarde con ese humano, mensajes tan esperanzadores que llegaban a dar miedo. Moon Taeil le había pedido tiempo a su novia porque no tenía el tiempo ni la cabeza para prestarle atención, la decisión no le había dolido en absoluto, argumentaba él, porque de un momento a otro el deseo que tenía se esfumó. Donghyuck había tratado de consolarlo cuando en realidad una sonrisa dibujaba en su rostro.

En 2020, en este siglo, ella no era tan poderosa como una futura princesa. Já!

¿Y qué le había dicho para calmarlo? Tuvo la brillante idea de decirle que se reunieran en un acuario después que Taeil saliera del trabajo, lugar donde le contaría secretos de su mundo observando el paisaje y los peces.

—Permítame señor —lo sostuvo entre sus brazos y lo acomodó en un auto negro de vidrios polarizados, elegancia en todo su esplendor— guardaré la silla de ruedas en el maletero.

“Ya voy en el auto, señor Moon”.

Sabes que esta salida significa mucho para mí, es… primera vez que visitaré un acuario después de la muerte de mi mamá”, le contestó él.

Eso lo emocionaba aún más, había elegido precisamente este lugar porque sabía que a ambos les haría bien, a Taeil por los recuerdos que le llegaban con ello y a él porque era parte de su mundo.

El viaje empezó calmo, incluso el guarda espaldas le dio a escoger cualquier tema que quisiera mientras viajaba. Cuando la música llenó el ambiente se sintió tan tranquilo que sus párpados empezaron a pesarle, razón por la que se acomodó y decidió relajarse, el camino al acuario que habían elegido no quedaba lejos por lo que no tardarían en llegar.

¿Estaba todo bien? Quizás durmió un par de minutos, pero cuando despertó no lo hizo porque se hubiera sentido satisfecho sino porque el instinto de un corazón sabe cuándo está en peligro.

Levantó la mirada hacia el conductor, la gentileza desde hace un rato había desaparecido como si algo se apoderara de él, o quizás solo se había sacado la mascarilla con la que había osado dirigírsele.

—No pienses en hacer algún truco de esos, porque hay alguien apuntando a Moon Taeil en estos momentos sin que él lo sepa, así que… si no quieres que le vuelen los sesos, haz caso.

Y de pronto todo pasó muy rápido, el conductor apretó el acelerador hasta el fondo siguiendo el camino totalmente opuesto al punto de encuentro. Donghyuck miró hacia todas partes desesperado tratando de averiguar qué podía hacer sin que el amor de su vida sufriera algún daño. ¡¿Por qué a él?! ¡¿Qué querían de él?!

Después de 40 minutos en los que tuvo que ignorar las llamadas del señor Moon, el vehículo se detuvo en un callejón de un sitio que no conocía en absoluto. La puerta corredera de su lado se abrió de golpe dando paso a la imagen de 4 hombres de aspecto dudoso, hombres que emanaban peligro.

Quítale el cinturón” murmuró uno.

No creo que sea verdad” dijo el otro.

—Lo descubrí esta mañana… tan solo dame la cubeta.

Entre los otros hombres lo sacaron del vehículo, lo lanzaron contra el suelo de asfalto en una bodega, disfrutaron de cómo se retorcía y miraba asustado todo a su alrededor con sus ojos lacrimosos, para luego verter sobre él cubetas con agua fría que lo empaparan por completo.

La tela de su pantalón se rompió por completo para dar paso a que sus piernas se convirtieran en una enorme cola de sirena, con escamas turquesas y aletas del mismo tono.

La mágica transformación había pasado frente a los ojos de esos hombres ¡¿Pero quienes eran?! ¡¿Qué querían y cómo lo habían descubierto?!

—No estabas mintiendo, realmente no lo hacías… es… no puedo creer que estas mierdas sean reales —ordenó a sus otros hombres— ustedes dos llévenlo al baúl con agua y ciérrenlo por completo —apuntó a otro— y tú dale el dinero a este hombre, un trato es un trato.

“¡Suéltenme! ¡Suéltenme!” quería gritarles, pero solo podía llorar en silencio y dejarse llevar por hombres que parecían traficar cosas espeluznantes. La sola idea de que una bala atravesara la cabeza de Taeil lo hacía querer vomitar, por lo que solo le quedaba obedecer y tratar de entenderlo todo.

Había sido secuestrado, el hombre en el que el señor Moon había confiado, de alguna u otra manera descubrió su identidad de sireno, estaba utilizando esta información y lo vendió a quien sabe qué tipo de seres humanos.

Y el señor Moon creería que lo había dejado plantado porque sí.

El grito no salió de su boca cuando le amarraron las muñecas con cadenas y lo metieron dentro de un baúl con paredes de vidrio y agua, como si pudiera sobrevivir a eso, a la claustrofobia y a la oscuridad.

El líder de ellos, un coreano con mal aura, lo miró desde arriba analizándolo con interés absoluto.

—Van a darme millones, cientos de millones por una criatura así… ¿Te dijeron que te parecías a Ariel, la sirenita? —movió su boca antes de escupir al costado, el peligro haciendo brillar esos feos ojos rasgados de maldad— bienvenido al infierno, corazón.

Cerró el baúl de un solo golpe, antes de poner el candado y salir por un costado de la bodega. Su garganta se estaba haciendo pedazos por dentro, porque, aunque sabía que gritar era imposible, era una reacción natural de su cuerpo.

Señor Moon ¡Señor Moon!”.

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Con unas zapatillas de diamante tan idílicos como cualquiera pudiera imaginar, Anfitrite se paseaba por el palacio en el que residía, con las manos en su pecho y el dolor amargo que cualquier padre tendría al ver que un hijo sufría.

Mientras más avanzaba, más clara se hacía la imagen de aquella mujer con su pelo con hebras tan hermosas como el olor, con la belleza de su piel blanca y sus mejillas sonrosadas, pero con un rostro lleno de dolor como el suyo.

Había llamado a Afrodita, porque necesitaba volver a escuchar que esto era parte del destino, volver a convencerse para no destruir Seúl y clamar por su pequeño hijo Donghyuck.

—Sé para lo que me ha llamado Anfítrite, pero las cosas están tomando su curso… es parte de lo que debe pasar.

—¿Para qué? —dijo acongojada, Poseidón no estaba presente, ni siquiera podía soportar ver el estado de su hijo en un baúl— Afrodita ¿Para qué? ¿Es esto para vengarlo? ¿Es esto culpa de Moon Taeil?

La otra Diosa, con visible angustia, negó.

Es parte del destino, es parte del amor”.

“¡No quiero que mi hijo sufra!” gritó la otra.

Se miraban fijamente a los ojos, Anfítrite llorando, Afrodita observando a su alrededor.

—Tuve que ver como un hijo mío se iba de nuestro lado por amor, tuve que darlo por amor… ¿Por qué el amor tiene que doler? ¿Por qué estoy permitiendo que mi otro hijo sufra por él? Eres Diosa de la belleza, la sensualidad y el amor ¡Pero no sabes lo que una madre sufre por eso!

En ese momento, Afrodita dejó un par de sus hermosas hebras detrás de la oreja para observarla, esta vez con sus ojos anegados en lágrimas, todos hacían sacrificios, ella también los había hecho.

—¿Quién te dijo que no lo sé? —moduló con dificultad— ¡¿Quién dijo que no lo sé?! —empezó a llorar, las lágrimas cayendo y amoldando su hermoso rostro— hace días tuve que aceptar el sacrificio de mi hijo ¡Tuve que aceptar que Jungwoo abandonara su naturaleza para salvar la vida del hombre que amaba!


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Nota autora:

Ahora empieza el camino hacia el fin

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