"Más allá del mar" Cap 30: Tritón
- TrinidadVictoria
- 15 abr 2020
- 18 Min. de lectura

Flash Back
Hanseong, Joseon.
Taeil negó lentamente, permitiendo que el miedo tomara el control de su decisión, trazando un nuevo camino para la criatura que amaba.
No podía acceder a su petición de ninguna manera, no era un ciudadano común y corriente, él era el príncipe heredero, con cientos de personas a su alrededor, con tareas que no podía eludir, con deberes que debía cumplir y no iba a hacerlo si cedía a esto. No, definitivamente Moon Taeil no podía abandonar el compromiso con su futura esposa y futura reina para estar con Donghyuck, puesto que la cabeza de ambos rodaría en el palacio antes de que el gallo anunciase el amanecer.
¡El amor entre personas del mismo sexo era una aberración para la sociedad!
—Pero usted me dijo que me amaba —murmuró con dificultad aquel sireno, vestido con la ropa de noble que Moon le había obsequiado— ¿Pretende que llevemos esta relación a escondidas?
—No significa que no te ame, pero… necesito que entiendas que tengo responsabilidades que cumplir ¿Sabes la gravedad que conlleva si una persona es identificada como un “manga cortada”? ¡Imagínate un miembro de la realeza!
Donghyuck miró hacia otra parte, tratando de contener las lágrimas en los ojos, pero fallando estrepitosamente en el intento, dejando que el pánico y la ansiedad se manifestaran libremente sobre él. Decepción podía ser la palabra adecuada, quizás podía sumar angustia. Había confiado ciegamente en que el príncipe abandonaría todo para poder vivir su relación con él.
Oh, cuánto se había equivocado.
“Amor mío” susurró el príncipe, pero este corrió el rostro impidiendo que el otro lo tocara.
—¿Cómo pretendía continuar con esto? ¿O es que esta relación tenía una fecha de caducidad y yo no lo sabía? —volteó a él, llorando alarmado— ¡Los humanos realmente no saben lo que es el amor! ¡¿Por qué es importante si es hombre o mujer?! ¡Solo debe importar el amor!
—Amor mío.
—¡No me diga amor mío! —lo apuntó, su rostro rojo, empapado, un poco inflamado— ¡Usted ha decidido negarme la posibilidad de poder amarlo porque cree que el camino que le han trazado como príncipe es más importante! ¡¿Pero qué cree?! —se indicó a sí mismo— ¡Yo soy hijo directo de los Dioses del mar! Y confié tanto en su amor, confié que podíamos ser felices… ¡Que sacrifiqué mi condición de inmortalidad y mi calidad de Dios para tener el permiso de vivir a su lado!
Poseidón y Anfítrite lo habían entregado porque confiaron que su hijo sabía lo que hacía, sin embargo, había una condición, si el humano rechazaba su compañía, Donghyuck sería castigado siéndole arrebatado lo que más amaba, como su voz y la capacidad de desplazarse por sí mismo cuando su cuerpo se transformaba en un humano, además de no devolverle su inmortalidad y condición divina.
Y lo sabía, el sireno sabía que cuando abandonara aquel valle en el que se reunían, comenzaría un doloroso tormento, porque el orgullo le impediría arrastrarse como una serpiente por alguien que no daría algo por él.
—¿Qué hiciste qué? Donghyuck —intentó caminar, pero el otro retrocedió— ¡¿Qué hiciste qué cosa?!
—Siempre lo he amado, su majestad —gimoteó— pero no podemos ser felices juntos, no en esta vida suya, mientras nazca en cuna de oro y mientras sus miedos muevan los hilos de su destino, entonces usted y yo no somos uno.
Fin Flash Back
La sirenita, originalmente escrita por Hans Christian Andersen, publicada en el 1837, se había inspirado en la leyenda que se propagó por todo el mundo entre los piratas, aquella en la que una criatura del mar se había enamorado de un príncipe, pero que no había tenido un final feliz.
“Pero sus gritos, silenciados por el rumor del viento, no fueron oídos, y las olas, cada vez más altas, sacudieron con fuerza la nave. Después, bajo los gritos desesperados de los marineros, la arboladura y las velas se abatieron sobre cubierta, y con un siniestro fragor el barco se hundió. La Sirenita, que momentos antes había visto cómo el joven príncipe caía al mar, se puso a nadar para socorrerlo. Lo buscó inútilmente durante mucho rato entre las olas gigantescas. Había casi renunciado, cuando de improviso, milagrosamente, lo vio sobre la cresta blanca de una ola cercana y, de golpe, lo tuvo en sus brazos.”
“
Esa parte le recordaba el día que Donghyuck lo salvó de morir ahogado en el río Han después de caer de su caballo cuando escapaba de unas personas, lo que había sido el primer encuentro.
Pero si bien el cuento de Andersen decía que la sirenita había querido apuñalar al príncipe y que, al darse cuenta que no podía, se quería lanzar al mar para convertirse en espuma, y que, además, después fue llevada al cielo por “las hijas del viento”, la versión de Disney era mucho más esperanzadora, en ella el príncipe y la sirena eran felices.
E incluso había diálogos como estos.
“Tú sabes que las criaturas del mar no podemos amar a un humano, excepto a costa de inmensos sacrificios. Puedo hacerte un hechizo, pero tendrás que darme tu voz a cambio. Debes saber que, si tu príncipe no siente lo mismo por ti, no sobrevivirás fuera del agua y te derretirás como la nieve. Tú decides si tomarla o no”.
Esa parte de la película tenía tanto sentido y era la más similar a lo que la criatura que amaba había hecho, ser castigado por no ser correspondido, siéndole arrebatada su voz.
Oh, cuanta conexión había habido sin que él mismo lo supiera ¿Había sido una ironía de los Dioses permitir que el cuento favorito de su madre en esta vida fuese “La sirenita”?
La mantarraya en la que Donghyuck había fallecido, se movió junto al cuerpo del príncipe para que Mark, quien ya había entrado por un acceso escondido y se había sumergido, pudiera abarcarlo entre sus brazos, esconder el rostro contra su cuello y llorar desconsoladamente por este ¡Había sido su mejor amigo por miles de años!
—Tu propósito en esta vida fue perdonar —lloraba— ¡Tu propósito en esta vida fue amar y perdonar! ¡Perdonar y enseñar! —las criaturas dentro del estanque gigante, se congregaban alrededor de ambos sirenos para rendirle homenaje a quien había muerto— descansa amigo… te amo.
Besó su frente un par de segundos antes de nadar con él a su lado, dejando que la mantarraya y las otras criaturas lo transportasen a la superficie.
Moon Taeil estaba sentado de rodillas en el suelo, callado, pensando en aquel momento cuando lo besó por primera vez, aquellas veces en las que sonreía bobaliconamente cuando veía al sireno nadar en el río y devolverle la sonrisa desde el agua mientras le decía que lo amaba, cuando nadaban juntos, cuando se besaban bajo el agua, cuando se adentraba en su cuerpo haciendo el amor y escuchaba los suspiros del otro contra su oreja, descubriendo que no había nada más hermoso que eso. Pero también en esta vida cuando lo trató mal en Atenas hasta descubrir que era un sireno cuando lo vio a punto de morir en el agua de la piscina.
Lo había perdido todo, dos veces y se lo merecía. Lloraba. Se lo merecía por dejar que el miedo actuara sobre su forma de ser sin apreciar el sacrificio que el otro había hecho.
—¿Taeil? —Movió la cabeza confundido, para encontrarse con la figura del americano— puedes abrazarlo.
—¿Qué?
Mark estaba acostado en el suelo, empapado, convertido aún en sirena, jadeando. A su lado estaba el cuerpo de Donghyuck acostado en posición fetal, abrazando su cola, con los ojos y labios cerrados, con el color aún en sus mejillas. Y mierda, pareciera que estaba profundamente dormido ¡Pero estaba muerto!
Con dificultad, el humano se acercó a él y se acostó en la misma posición para apoyar su frente.
—Perdóname mi amor, perdóname —sollozaba— perdóname.
—Él nunca te odió —susurraba el otro sireno, con el rostro apoyado sobre las piernas de Lucas Wong— Taeil, si supieras cuánto te amaba… tanto que jamás quiso tomar venganza contra ti.
Minutos más tarde cuando Mark recuperó sus piernas, juntos caminaron hacia la salida con el príncipe acurrucado entre los brazos de Taeil, permitiendo que todos los peces, tiburones y cualquier criatura del acuario tuviera la oportunidad de rendirle una despedida. Mark era el único que podía escuchar sus llantos, el único que podía escuchar las alabanzas dichas en su honor y le estremecía que no estuviera aquí para que supiera que no había ser vivo acuático que no supiera de cuán grande había sido.
Lucas fue quien manejó el vehículo bajo las instrucciones del sireno como su copiloto, Taeil iba en los asientos traseros, con Donghyuck envuelto en mantas, su cola acomodada de forma horizontal y con el rostro sobre su pecho, inmóvil y frío.
Nadie dijo una sola palabra en el trayecto, Moon ni siquiera podía pensar, solo besaba su frente llorando en silencio, porque llorar era todo lo que podía hacer.
Llegaron a la orilla del rio Han donde tuvieron que caminar un poco, porque, aunque quisiera tenerlo a su lado, el cuerpo del príncipe debía ser devuelto a su origen.
Justo allí los esperaba una preciosa mujer de cabello rojizo que sostenía un tridente, sobre su cuerpo llevaba un vestido color turquesa que se ceñía a su cuerpo, con sus pies descalzos sobre el agua, con una mirada profundamente triste.
—Mi señora Anfitrite —Mark se sentó de rodillas en el suelo, inclinando el rostro sobre el césped.
Lucas se dio cuenta que se trataba de una deidad porque tenía la misma aurora gloriosa que Afrodita, por lo que también se inclinó en el suelo para rendirle honores. Solo Taeil se quedó parado con el cuerpo de Donghyuck entre sus brazos, observándola mientras lloraba amargamente.
Ella lo miró por un par de segundos antes de desplazarse hacia él y colocar una mano sobre su mejilla.
—Mereces saber que el alma de mi hijo fue recibida con honores en el “Más allá del mar”, un lugar donde las criaturas marinas que mueren viven la eternidad con júbilo y satisfacción, un lugar donde no hay sentimientos negativos… solo amor —acarició su rostro, Taeil parecía leer el mensaje subliminal— solo amor.
El humano descendió la mirada al cuerpo de Dongyhuck.
—Te amo, Donghyuck, realmente lo hago… lo haré siempre —besó su frente un par de segundos, empapando su fría piel con las lágrimas— te amo.
Lucas sintió su estómago hacerse añicos tanto como su corazón. Si tan solo él hubiera tenido la oportunidad de despedirse de Jungwoo de esa manera.
Cuando Anfitrite extendió sus brazos, Taeil supo que era hora de decir adiós para siempre. Lo abrazó tanto como pudo dejando que la angustia le ganara otra vez, le había fallado en la vida anterior y le había fallado en esta. Mark nunca levantó el rostro, había vivido tantos años junto a Donghyuck que saber a ciencia cierta que ya no estaría más, era inconcebible.
La Diosa del mar sostuvo a su hijo antes de susurrarle a ellos un “adiós”, pero poniendo una mirada especial en Taeil que no le quitaba la vista. Después de eso, se lanzó hacia el agua con Donghyuck en brazos para desaparecer frente a sus ojos. Necesitaba llevar el cuerpo de su segundo hijo frente a Poseidón y así juntos convertirlo en espuma de mar.
Miércoles 5 de febrero 2020, Alejandrópolis, Grecia, 1 semana después.
Se miró fijamente al espejo, no sabía por cuanto tiempo lo hizo, pero era inevitable darse cuenta de los detalles que lo hacían lucir como si se enfrentara a una guerra. Por ejemplo, las grandes ojeras que disimulaba un poco con el maquillaje de sus hermanas, los labios resecos por la mañana, sus mejillas habían perdido un poco el volumen, incluso el brillo de su cabello estaba arruinado.
Suspiró y se metió a la ducha que había en el baño más cercano, necesitaba el agua caliente después de una noche en la que solo pudo dormir con un medicamento que un conocido psiquiatra le había dado, porque de otra forma habría pasado 7 horas llorando abrazando el osito que él mismo le había obsequiado a su hijo, acostado en su cama.
Después de vestirse, caminó hacia el comedor en el que sus hermanas lo estaban esperando con el desayuno ¿A qué hora se habían levantado si era las 8 de la mañana?
Las 3 lo miraron con una sonrisa que no llegaba a sus ojos, y esperaron sin decir cosa alguna que el mayor se acomodara en el asiento que usualmente ocupaba el padre de todos ellos. Selene le acercó una taza de café, pero este solo vio su patético reflejo en la superficie de aquel oscuro líquido, antes de pensar otra vez en la imagen del niño, lleno de cosas que intervenían su cuerpo, la incapacidad del equipo médico para descubrir lo que en realidad le estaba pasando, la falta de respuesta, la negación de llevárselo a otro país porque podía morir en el camino.
Los quejidos de Youngho se escucharon en el silencio antes de que se deshiciera en lágrimas contra las palmas de sus manos, antes que sus hermanas se pararan para abrazarlo y contenerlo sin decir más nada ¿Qué podían consolar a un padre cuyo pequeño niño estaba al borde de la muerte?
Las muchachas también dejaron que su angustia se manifestara en sollozos, Andreus había estado a cargo de ellas después del accidente y, aunque no era su hijo ¡Era su sobrino! Lo extrañaban más que nada en este mundo.
—Come y bebe un poco, otro día que pasa es otra batalla que Andreus gana, tenemos que ir al hospital para que papá y mamá puedan venir a descansar.
Eso, tampoco había momento en el que la sala de espera no tuviera a algún miembro de los Mouskouri, incluso el caso había llegado a las noticias de la TV que reporteaban el estado del niño. Youngho era muy conocido en el país ¡Sentían lástima por él y su familia!
—Youngho —dijo Isadora acariciando su hombro— llevémosle su oso de peluche ¿Sí? No hay objeto que un alma no reconozca.
Asintió repetidamente antes de comer lo que le habían servido y hacer el intento de lavar todas las cosas, mas, sus hermanas se lo habían impedido, debía ir a buscar el oso, ellas se encargarían de estar listas para esperarlo en el auto.
Como decían ellas, cada día era una batalla que el niño ganaba, pero desde el punto de vista de los médicos, un día más era otra oportunidad para barajar el diagnóstico correcto. Incluso por orden judicial habían tomado muestra de su orina y muestra de sangre para saber si había sido drogado, pero todo estudio hecho estaba limpio como el de una persona sana. Salvo por un detalle, el niño no podía abandonar el ventilador mecánico porque su cuerpo no quería respirar por sí solo.
Llegaron al hospital 1 hora más tarde y hablaron con sus padres, pero no, los médicos no habían dado ningún avance. Como descartaron cualquier infección o posibilidad de que hubiera un microorganismo, la medida preventiva era solo lavada de manos, aunque podían turnarse de 1 persona para ir a verlo en un tiempo limitado.
—¿Cómo ha estado, Dr?
Youngho se había acercado a quien estaba de turno. ¿Novedades? Ninguna, estable dentro de su gravedad.
—¿Se ha puesto a pensar que el niño está esperando a alguien para despedirse? —el otro frunció el ceño— Señor Mouskouri, estoy tratando de ser un hombre de mente abierta dentro de las limitaciones que me da mi profesión, pero su hijo pareciera haberse apagado después del paro cardiorrespiratorio… tratamos de encontrar lesiones en el cerebro, alguna otra estructura del cerebro, el corazón, pero… nada.
—Necesito pasar a verlo —susurró con sus ojos llenos de lágrimas— le he traído cosas que son importantes para él.
—Pase por favor.
Había estado dándole vueltas a la situación ¿Podía negar algún hecho aparte además de lo científico? No lo aceptaba, mas tampoco lo negaba. Después de haber visto con sus propios ojos como el hombre que amaba se transformaba en una sirena, nada era imposible.
Cuando entró había una suave música ambiental que ayudaba la paz del niño, pero a él llegaba a lo más profundo de su corazón hasta hacerlo llorar, otra vez.
—Hoy amaneciste muy bello, hijito —besó el dorso de su mano izquierda— traje cosas que amas, mira… te traje el oso que tanto amas —lo sacó de una bolsa y lo dejó bajo su mano, la suficiente cercanía para que al menos pudiera sentirlo— y también traje estas cosas que tanto amabas dibujar.
Desplegó un par de hojas con los dibujos de sirenas que había hecho, pegando una por una en los espacios de la pared que se le permitía, pero quedándose fijamente observándolas. Muchos de ellos, en su gran mayoría y a su manera de trazado, se parecían a Mark, pero había otras donde se veía alguien un poco más grande sosteniendo un tridente.
Poseidón no tenía cola de sirena, aunque vivía en el mar… ¿Entonces quién?
Mierda, extrañaba a Mark con su completa existencia, pero ahora toda su energía debía ir para su hijo, incluso olvidándose de quien era él mismo.
Se acomodó en una silla continua a la cama y apoyó el rostro a su lado para susurrar la canción que le había dedicado cuando estuvo grave después del accidente de tránsito. Close to you, de The Carpenters.
“El día que naciste, los ángeles se reunieron y decidieron crear un sueño hecho realidad” murmuró con dificultad.
Porque, si bien nunca estuvo enamorado realmente de Nicéfora, podía sacar de ese matrimonio muchos aprendizajes, así como el sueño hecho realidad de convertirse en papá, la entrega de amor absoluto por un ser que solo necesitaba existir para robar su corazón.
—Señor Mouskouri, necesitamos hacerle unas pruebas a su hijo, rutina diaria ¿Puede retirarse un momento?
Youngho se secó las lágrimas, depositó un beso en la mano del niño y salió de allí dando una última mirada. Sus hermanas le dijeron que podía dar un paseo por los jardines del hospital y lo hizo, porque cada vez se iba sintiendo peor, porque el césped, la mezcla perfecta del aire frío, los rayos solares y la vista del mar en el horizonte, podía sacar lo más profundo que llevaba dentro.
“Regresa dónde perteneces”, sintió que susurraban en su oreja.
Asustado se volteó para encontrarse con un hombre un poco más alto que él.
—El 23 de septiembre del año pasado, una alumna te preguntó por si había existencia de criaturas mitológicas, te preguntó en esa lista por las sirenas… ¿Y qué le dijiste tú? Que no creías en la existencia de algo que no tenía evidencia científica… ¿Qué sucedió después? Un terremoto —suspiró— esa alumna, era tu madre… era Anfitrite.
Youngho frunció el ceño, el hombre frente a sus ojos se veía triste, pero la información que le había dado era tan certera que las palabras no salían de su boca, sin contar el hecho de que emocionalmente estaba destruido.
—¿Ya crees en sirenas? ¿Ya crees que la mitología es real? —mordió sus labios— Andreus siempre lo ha sabido, porque sus ojos ven lo que tú te negaste a creer
—No hable de mi hijo, no digas cosas que… no hable de él cuando… —los dibujos de sirenas, la fascinación del niño por Mark, la existencia de las sirenas mismas. Sus ojos se llenaron de lágrimas— ¿Quién es usted? ¡¿Quién es usted?!
El hombre extendió la mano y la depositó sobre su frente con mucha calma.
—Quisiera poder decirte esto de una manera pausada, porque no será fácil, pero no hay tiempo, mientras Andreus es evaluado por los médicos, Tánatos e Hipnos están en su habitación, tiempo apenas tenemos.
Youngho se volteó desesperado para ir a buscar a su hijo, pero las manos de ese hombre cubrieron su rostro desde atrás, el momento preciso en el que susurró “Soy Poseidón, hijo mío… y tu nombre es Tritón”.
Flash Back
Tanto su padre como su madre no estaban pasando un buen momento emocional, pero, por más que los interrogaba respecto a ello, no eran honestos con él, por lo tanto, todo lo que podía hacer era nadar hasta la superficie, usar su cuerno (hecho de una caracola) sentado sobre una roca y hacerla sonar para que las aguas violentas del mar se tranquilizaran, todo esto a escondidas del ojo de cualquier ser humano.
Después de ver que el mar estaba volviendo a sí mismo, Tritón peinó su cabello negro hacia atrás y observó el horizonte, el momento preciso en el que el sol se posaba creando un efecto que incluso a los Dioses como él asombraba.
El cielo naranjo, el agua que tomaba ese mismo color, la imagen lo hacía sonreír, porque incluso su enorme cola tornasol adquiría el reflejo del sol.
Después de un par de segundos sintió como alguien se acomodaba a su lado en la roca, no necesitó voltearse para saber de quién se trataba, un Dios reconoce a otro Dios, sin embargo había un detalle, Afrodita era parte del Olimpo, por lo tanto, superior a él.
—Mi señora Afrodita —inclinó la cabeza— ¿Puedo preguntar a qué se debe el honor de su visita?
—Observa el paisaje, Tritón… la manifestación de la naturaleza también puede ser un signo de amor —sonrió dejando que su cabello dorado se viera aún más brillante, Tritón suspiró, era realmente hermosa— Si pudieras compartir esto con alguien ¿Con quién sería? —entrecerró los ojos sonriendo más— ¿Has encontrado al amor de tu vida?
—No, no aún —movió los hombros para observar su cola, a diferencia de otras criaturas, la suya parecía ser doble, era más preciosa— no sé si tengo la oportunidad de amar.
Afrodita asintió, las gaviotas volando entre ellas, la briza refrescando en su rostro. Sí, era el momento para escribir el destino.
—Pues quiero compartir algo contigo… observa el agua, aquí —movió su mano sobre la superficie, justo donde el agua estaba absoluta e inusualmente quieta. Las imágenes borrosas poco a poco iban tomando nitidez— eres una criatura privilegiada, príncipe del mar, puesto que tu destino me dice que conocerás todos los tipos de amor… pero, debes saber que, si no experimentas dolor, entonces no es amor.
Tritón observó las imágenes, sintiendo que su corazón se estrangulaba y su garganta se cerraba.
Allí se podía ver a él mismo, besando la frente de un bebé pequeño, un bebé de largas pestañas que sostenía su dedo mientras dormía escuchando como su padre le decía entre lágrimas que era lo mejor que le había pasado. Luego podía verse de nuevo con un niño de 2 años, sentado sobre sus hombros mientras corría por la arena, con risas llenas de júbilo porque era entretenido, y también podía ver como el mismo niño con quizás 1 año más, sostenía su rostro diciéndole “te amo papito”.
—Él se llamará Andreus —susurró viendo la mirada llena de lágrimas de Tritón— él será uno de tus mayores alegrías, pero también tu mayor dolor en el alma, porque ese niño será concebido con una humana, ese pequeño verá quién eres en realidad… porque ese niño nacerá para enseñar a todos, incluyendo a Poseidón, lo que es amar… está destinado para escribir una gran historia.
Tritón gimió dejando que las lágrimas cayeran en sus mejillas.
—¿Cómo es posible amar antes de existir? —indicó el agua— ¿Cómo es posible que sienta que lo amo incluso si no lo conozco?
—Porque eso también es amor —sonrió con tristeza— su alma tiene un poder que no eres capaz de dimensionar —indicó el agua de nuevo— ¿Puedes ver ese hombre y esa mujer? Sus nombres los conocerás en miles de años más, pero ellos te adoptarán con el corazón y te amarán como si fueras propio de ellos, serán tus padres humanos… —se veía a sí mismo pequeño siendo arropado en una cama recibiendo los besos de sus padres o, se veía un poco más grande con 10 años saltando por todas partes porque su madre le indicaba a tres bebés pequeñas en una cuna— y ellas serán tus hermanas, quién te demostrarán lo que es el amor fraternal.
—Son hermosos —susurró— son todos hermosos y… ¿Me veo tan bien?
Asintió en respuesta dejando que las olas borraran las imágenes antes que la última fuera reflejada. La Diosa se apoyó en el hombro de Tritón y estiró su dedo para indicarla.
“Él será otro de tus más grandes dolores y alegrías, quien luchará por Donghyuck, el futuro hermano tuyo que aún no ha sido concebido por Poseidón y por Anfitrite… observarlo y dime que piensas”
El Dios, príncipe del mar, se quedó absolutamente callado dejando que sus ojos fueran de un lado a otro, la forma en la que ese sireno nadaba a su alrededor para decirle que lo amaba, la manera en la que descansaba sobre su cuerpo dejando que este lo abrazara o su rostro húmedo dejando que Tritón lo besara mientras hacían el amor…
—Cierra tus ojos un momento y dime que sientes.
En el momento en el que cerró sus ojos, pudo sentir como si alguien lo estuviera besando, como sus labios se cubrían de calidez, como su lengua parecía tocar a otra y como un perfume tan maravilloso llenaba sus fosas nasales.
“Me encanta” dijo sollozando “Me encanta… maldita sea”.
—Su nombre será Mark, el otro gran amor de tu vida, tu gran piedra de soporte cuando tu hijo decida partir de este mundo… siempre y cuando decidas aceptar su condición mitológica, siempre y cuando decidas incluirlo nuevamente en tu vida.
Tritón frunció el ceño, escuchando a la Diosa a su lado. “Tritón, todo lo que te estoy mostrando realmente no existirá, ni tu futuro hijo, ni la relación con esos padres adoptivos y tus hermanas, ni el amor de pareja con Mark, si no decides aceptar que el sufrimiento es menor que la gran enseñanza que te dejará”.
El aludido la observó sollozando.
—¿Cómo puedo sentir angustia si aún no existen? ¿Cómo puedo quererlos a mi lado si no nos conocemos? ¡¿Cómo puedo permitir que un hijo mío venga al mundo si no será capaz de crecer?
—Porque eso es el amor… amar a pesar de todo, sin embargo, todo está en tus manos, observa las imágenes que te he obsequiado, piénsalo detenidamente, sin embargo ¿Puedo darte un consejo? —El sireno asintió sollozando— si dices que sí, a pesar de todo… serás un hombre muy feliz, mirarás el horizonte y pensarás que todo, absolutamente habrá valido la pena.
Fin Flash Back
“Con tu madre experimentamos por primera vez el horror que conlleva la angustia, porque esa misma noche y en presencia de la Diosa Afrodita, nos rogaste llorando desesperado que aceptáramos tu sacrificio de amor, nos ofreciste tu inmortalidad, tu condición divina y además tu naturaleza de sireno para traerte al mundo como un humano en el año que correspondiera para poder conocer el amor… con tu madre no pudimos negarnos, porque antes de que te concibiéramos, sabíamos que nuestros dos hijos estaban para grandes cosas.
Pero había una condición de nuestra parte, nosotros aceptábamos tu sacrificio, te entregaríamos por amor al mundo humano, a cambio de que no recordaras quien fuiste, porque solo así actuarías por amor verdadero”.
Sentía tantas náuseas mientras se abrazaba a sí mismo caminando dentro de los pasillos del hospital, porque la confusión, el sentimiento, la imposibilidad de procesar todo de manera calma, era imposible, porque se sentía aún en negación, porque quería llorar de frustración, porque esta vez su parte humana más que mitológica era mucho más grande.
Y porque cuando apareció en la sala de espera de la Unidad de Paciente Crítico Pediátrico, pudo ver a los médicos parados en la puerta como si lo esperaran a él, pudo ver a sus hermanas llorando desesperadas rodeadas de tres hombres, Taeil, Lucas y…
El llamado, la presencia, el amor, en ese momento como si fuera en cámara lenta, el tercero en cuestión se paró y volteó para mirarlo con sus ojitos llenos de lágrimas, unos ojitos y una presencia que lo hicieron caer de rodillas en el suelo.
Mark, el gran amor de su vida, estaba de vuelta, como lo mostraron las imágenes de Afrodita, de vuelta para ser su soporte en la despedida inminente de su bello, amado y único hijo.
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Nota autora:
El próximo es realmente importante. Andreus es más valioso de lo que todos imaginan...
Bro que sad