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"Más allá del mar" Cap 31: Pasillo de honor





Lucas Wong sabía que estaba siendo ayudado por los Dioses, puesto que no había forma que el reingreso al trabajo de su escuadrón fuera aplazado por cosas “administrativas” y les dieran “vacaciones”. Las divinidades le estaban entregando facilidades para no ser sancionado y/o despedido de sus funciones, no ser cuestionado, tener la legalidad de todo y ser una herramienta en esto, y lo hacía, sí, lo hacía con dolor, pero sabía que era lo que Jungwoo hubiese querido.

Moon Taeil había viajado a Grecia después de realizar gestiones “secretas” en Sur Corea, se había tomado vacaciones, había hecho ciertas transacciones con su abogado que no serían reveladas hasta más adelante, pero quería estar aquí porque de una u otra manera era la única manera de contribuir al profundo amor que sentía por Donghyuck y, porque estaba determinado a hacer las cosas bien.

Junto a Mark llegaron hace un par de minutos hacia la unidad donde sabían que el niño de Youngho Mouskouri estaba hospitalizado, teniendo en mente que nadie de ellos sabía la verdad sobre las sirenas, encontrándose con las hermanas de aquel hombre que explotaron en llanto cuando vieron entrar a Mark, como la luz de esperanza en un ambiente oscuro.

Y cuando el griego lo vio allí, no pudo mantenerse más en pie, porque lo había extrañado tanto y porque sabía que el fin estaba cerca, no había duda de que su pequeño estaba esperando a Mark para despedirse de este mundo.

—Ya no puedo más —sollozó con el rostro en el hombro del sireno, quien se había arrodillado frente a él también— ayúdame, Mark, ayúdame porque me estoy volviendo loco.

Tragó saliva, aquel instinto que le había dicho muchas veces que el pequeño estaba en peligro, ahora estaba con todas las alarmas encendidas, salvo por un detalle, se sentía extraño respecto a ello, no creía que fuera a sucederle algo malo, solo… le gritaba que estuviera junto a él.

—Ven.

El sireno lo incitó a pararse y luego, con las manos enlazadas como una pareja, se acomodaron en un asiento de la sala de espera un poco más apartados de los demás, dejando que el mayor apoyara su rostro en el hombro de él y así poder besar su frente, acariciar su cabello y susurrarle cosas que le dieran fuerza.

—Te extrañé como no tienes idea —su voz se quebró— pero ya terminé con lo que debía hacer, no podía quedarme más tiempo en Corea, y… yo sé que la verdad salió en un momento difícil, pero no quiero que sea un impedimento para estar junto a ti, para luchar por ti.

Youngho no sabía qué decir, su cabeza estaba llena de información que aún debía procesar, como su identidad de Tritón ¡Como que era hijo de Dioses del mar! ¡Como todo lo que le sucedía a su hijo!

Como que tenía de vuelta al hombre que amaba.

Movió la cabeza un poco, levantó la mano izquierda hacia el pómulo de Mark y con un suave movimiento lo acercó para besar sus labios mientras lloraba en silencio, la culpabilidad, el deseo de querer tenerlo lejos por ser un sireno, por haberle mentido, el miedo, la ignorancia, la angustia de que su hijo estuviera en peligro… y lo siguió besando hasta convencerse que él era real.

—No puedo pensar bien —movía sus labios sobre los de ese muchacho, con cautela, como si los moviera sobre un trozo de seda— quiero aclarar cosas, quiero contarte mis propios secretos, quiero escuchar qué has hecho y pedirte perdón por ese día —presionó sus labios en otro beso, Mark contuvo la respiración emocionado— pero ahora solo puedo enfocarme en Andreus… siento que lo estoy perdiendo.

—Youngho —lo besó por última vez antes de mirarlo fijamente— tendremos espacio para todas esas cosas que nos debemos, pero tenemos que dedicarle todo el tiempo a Andreus… —miró sus dedos enlazados— ¿Puedes decirme qué le ha pasado en estos días?

Con los ojos llenos de lágrimas y bastante dificultad, le fue contando que su hijo no había tenido un avance en todos estos días, los exámenes se veían bien, incluso la eficiencia del corazón después de un paro cardíaco, las imágenes del cerebro también, el único problema era que no podían quitar el ventilador mecánico porque su cuerpo simplemente dejaba de respirar.

Habían dejado de sedarlo desde ayer, pero nada resultaba, parecía que dormía eternamente y no tenían una respuesta certera.

Cuando mencionó aquello de que creía que lo estaba esperando para despedirse, los médicos que habían estado observando todo desde la puerta de la unidad, se acercaron con cierto cuidado a Youngho. Mark sostuvo por instinto su mano.

—Señor Mouskouri —el aludido se paró— queremos darle el tiempo preciso para que llame a los abuelos del niño, creo que es prudente que todos estén presentes para hablar con ustedes.

El color de piel de Youngho se puso tan pálido que incluso los mismos médicos se miraron entre sí.

Cuando estos se alejaron, tanto como las hermanas Mouskouri, Taeil y Lucas, se acercaron a ambos.

—¿Qué te dijeron?... Youngho —murmuró Evadine— hermano…

Pero él no podía hablar, solo negó sentándose en el asiento más cercano y repasando las manos en su rostro. Mark lo miró con los ojitos llenos de lágrimas y luego a los demás.

—Necesitan que esté toda la familia presente… —murmuró— ¿Pueden llamar a sus padres? Díganle que es urgente.

No son buenas noticias” pensó Taeil con dolor de estómago, Lucas observó todo a su alrededor sin saber qué hacer.

--

Después de media hora, Evander y Dione Mouskouri llegaron a la sala de espera de aquella unidad, viendo como sus hijas temblaban, viendo a Youngho moviéndose por todo el espacio como un león enjaulado y notando a 3 hombres de rasgos asiáticos sentados cerca de ellas.

En cuanto fueron divisados, las muchachas corrieron y expresaron sus temores, su hijo en cambio miró hacia la unidad en el momento preciso que una enfermera se acercaba a ellos.

—Hay una sala especial en la que los médicos están esperando para hablar con ustedes —sonaba cautelosa— pero solo pueden entrar familiares —desvió la mirada hacia Mark, que se había acercado a escuchar.

Youngho, a pesar de que sintiera que se iba a desmayar, logró sostener su mano y entrelazar sus dedos antes de mirar a la muchacha fijamente.

—Él también es padre de Andreus, por favor no cuestione, solo déjenos entrar.

Asintiendo, se hizo hacia un lado para que todos caminaran hacia donde se les había indicado, pasando sobre pasillos amplios, viendo como otras personas caminaban de un lado hacia otro, letreros de indicaciones médicas, carro de paro, los sonidos de las máquinas que conectaban a pacientes, un frío inusual que cubría sus espaldas.

Doblaron hacia lo que parecía una pequeña sala de conferencia en la que dos médicos estaban presentes, los mismos de antes.

—Primero y antes que todo, quiero agradecer por el interés y la preocupación que han tenido por Andreus, así también como el respeto de las normas de la unidad.

Youngho respiraba con la boca abierta, apretando su mano con más fuerza contra la de Mark, los demás estaban al borde del llanto, esperando que la bomba cayera en cualquier momento.

—Durante la madrugada hicimos un par de pruebas de imagen a Andreus, como la irrigación sanguínea, incluyendo un electroencefalograma que nos dieron un diagnóstico que no quisimos dar como positivo de forma inmediata… hace 1 hora volvimos a hacer una exploración neurológica, como valorar cada uno de sus nervios craneales, así como también volver a realizar una prueba con el electroencefalograma cuyo resultado no cambió con el anterior… —miró a su colega, el otro continuó.

—Se ha llegado a un consenso en expertos —sacó de su carpeta unas “imágenes”— el electroencefalograma es un estudio en el que se detecta la actividad bioeléctrica del cerebro… estas de aquí son las imágenes de alguien en condiciones normales, pero estas de acá —tocó con cuidado— son las de Andreus ¿Pueden notar la diferencia?

“Las de mi sobrino… se ven más limpias” comentó Selene.

—A diferencia de otros días, Andreus esta vez no mostró reactividad alguna a pruebas como “la luz sobre los ojos”, evaluación en el oído —volvió a indicar la hoja, solo que su mirada esta vez se fue a la de Youngho, ambos médicos lo hicieron— ambas pruebas de electroencefalografía evidencian una ausencia de actividad eléctrica en su cerebro, no hay reactividad a estímulos, nada de nada… señor Mouskouri —apretó los labios y siguió—lamentamos decirle que su hijo tiene muerte encefálica, que es un estado irreversible y que quiere decir que su cerebro, incluyendo las estructuras como el tronco encefálico, no tienen actividad alguna… nunca más.

—Desde el punto de vista ético, médico y legal, su hijo es considerado como alguien que está sin vida.

Un cuerpo que solo estaba vivo a base del soporte que le entregaba la ventilación mecánica, un diagnóstico que habían descartado con anterioridad porque las pruebas se veían normales a pesar de que el cuerpo se negaba a respirar sin la máquina, mas, ahora todo cambió de pronto, como si su cuerpo hubiera enmascarado una verdad o no hubiera soportado más.

La escena siguiente fue emocionalmente caótica, porque los Mouskouri sabían muy bien lo que significaba la muerte cerebral: El pequeño Andreus iba a tener que ser desconectado, el pequeño no iba a volver… jamás.

Dione tiró de su cabello gritando y llorando, siendo sujetada por su esposo. Evadine se había desmayado contra la mesa, siendo socorrida por sus hermanas que lloraban entrando en un colapso emocional y Youngho, él simplemente perdió el aliento viendo todo y a todos, observando, pero no haciéndolo.

Necesitamos que se tomen todo el tiempo que necesiten, pueden usar este lugar privado para ello”.

Y pareció no importarle más nada, el griego se paró para sujetar a uno de los médicos por el costado de la bata blanca, con fuerza, con ira.

—¡Tiene que decirme que mi hijo volverá! —de pronto estalló llorando y gritando— ¡Tiene que decirme que lo hará! ¡Tiene que decirme que se equivocaron!

Mark lo abrazó por detrás y usó solo un poco de su fuerza sobrenatural para apartarlo de los médicos, quienes se veían afectados por lo que escuchaban, quienes no iban a molestarse si los acusaban de incompetentes o incluso si les gritaban insultos, era un momento delicado para cualquiera.

“¡Ustedes se equivocan! ¡Ustedes lo hacen! Andreus va a despertar… ¡Él crecerá como un niño normal!”.

Y aunque se sacudiera entre los brazos del sireno, aunque gritara y llorara con toda su fuerza contra los médicos, Mark fue incapaz de soltarlo, incapaz de ceder a la angustia y solo se enfocó en abrazarlo y repetirle una y otra vez que lo amaba, lo amaba… y lo amaba.

¿Y por qué estaba perdiendo tiempo aquí en la “privacidad” llorando por su hijo si podía estar viéndolo? ¿Y qué importaba si otros lo escuchaban? ¿Acaso un padre no podía hacerlo si le daban una desgracia como noticia? Caminó tropezando hacia la habitación donde el niño estaba hospedando, sabiendo el camino de memoria, el mismo que había recorrido desde el día que lo ingresaron. El sireno lo siguió a su lado, abrazándolo, sollozando tan bajo como podía.

Algunos funcionarios de salud miraron con lamento, porque habían sido advertidos que esto sucedería, que familiares de un niño tan amado no iban a recibir tranquilidad con una noticia así.

Youngho entró a la habitación, pero se detuvo cuando vio al Dios de la muerte Tánatos y a su gemelo el Dios del sueño, Hipnos, lo mismo que Mark que abrió la boca respirando agitado. ¿Ahora? ¿Justo ahora?

Tánatos murmuró algo, chasqueó los dedos y luego se acercó lentamente al griego antes de inclinar el rostro con respeto. Había detenido el tiempo fuera de la habitación para no ser interrumpidos, una petición aceptada del Dios del tiempo, Chronos.

—Supongo que tu padre ya te lo ha dicho… Tritón.

Mark frunció el ceño, pero no dijo algo, solo miró fijamente el cuerpo del niño.

—No me importa esa mierda, no me importa nada… no vas a llevarte a mi hijo, no ahora —cada palabra era pronunciada con mucho dolor— él solo está durmiendo ¿Verdad?

Hipnos acariciaba el cabello de Andreus, su mirada triste.

—Dejé de enmascarar su verdadero estado de salud, Tritón—el sireno gimió, sus labios y barbilla ya temblaban, sus ojitos estaban anegados en gotas saladas ¿Tritón?— Andreus… tiene muerte cerebral desde el día que llegó a urgencias, solo que… de alguna u otra manera todos hemos ayudado a mantenerlo aquí, porque su alma quiere despedirse de todos… su alma también estaba esperando a Mark.

—No…

—Youngho —el Dios de la muerte sostuvo su rostro con mesura, el otro empezaba a quebrarse y llorar otra vez— él pudo haber muerto aquel día en el que lo hizo Nicéfora, él pudo haber decidido irse con ella… pero el destino quiso otra cosa y fue salvado puesto que tu hijo ha sido creado para escribir grandes cosas en la historia, mas no para vivir tanto tiempo… no fue antes, pero será ahora, solo deja ir a tu pequeño, él ya ha hecho suficiente.

Y recordó una escena del pasado, cuando Afrodita le mostró el futuro.

—Él se llamará Andreus —susurró viendo la mirada llena de lágrimas de Tritón— él será uno de tus mayores alegrías, pero también tu mayor dolor en el alma, porque ese niño será concebido con una humana, ese pequeño verá quién eres en realidad… porque ese niño nacerá para enseñar a todos, incluyendo a Poseidón, lo que es amar… está destinado para escribir una gran historia.

Tomó una gran bocanada de aire y miró fijamente al Dios de la muerte, si se había sacrificado una vez ¿Por qué no hacerlo también ahora?

“Y si te ofrezco mi alma para que te la lleves ¿Dejarían que mi hijo vuelva? Necesito morir en su lugar, ya he vivido por mucho tiempo ¡Déjenlo crecer por favor! ¡Me entrego por él! ¡Déjenme hacerlo!”.

Negó lentamente, un alma por otra alma no servía esta vez.

—No puedo escribir el destino del alma de tu pequeño hijo, por lo tanto, no acepto tu sacrificio, porque no es para lo que tú fuiste renacido como humano… él no dejará de morir.

Youngho Mouskouri podía decidir acompañarlo llevado por ese deseo irrefrenable de no querer desprenderse de su pequeño, sin embargo, las consecuencias podían ser muy malas para su familia, puesto que perder a un hijo y un nieto podía causar un dolor tan profundo que no sería capaz de repararse, dejar a una familia sin un hijo y sin un hermano, hundiría más la cuchilla en la herida.

No lo hagas” susurró Tánatos escuchando como Tritón lloraba otra vez “estás viviendo una pesadilla, tú mismo lo estás sintiendo, puedes entender que esto lo elegiste al decidir traerlo a la vida… mas no tus padres y hermanas, ellos no comprenderán”.

Ambos hermanos gemelos se miraron y luego observaron a los 3.

—Nos iremos esta vez por un momento, tendrán el tiempo suficiente para despedirse todos… —Tánatos miró con aprecio a Mark— estás más unido a Andreus de lo que tú crees.

Una vez los Dioses desaparecieron, Chronos dejó que el tiempo volviera a su curso normal, el ruido de los monitores, las personas circulando por fuera, todo transcurría sin interrupciones.

Mark tenía cientos de dudas dando vueltas en la cabeza, aunque no podía preguntar una sola de ellas, Youngho no tendría cabeza para darle información y como había dicho antes, ya tendrían tiempo para conversar entre ambos. ¿O sí?

El griego se acercó a la cama y le dio un largo beso a su hijo sobre la frente antes de entrelazar las manos con Mark, ambos llorando tratando de no hacer ruido, ambos observando al niño que parecía sin embargo tan vivo.

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Mark miró a su lado, Youngho estaba llorando en silencio mirando hacia el frente, ambos solos en la oficina que les habían facilitado para consolarse mientras que su familia estaba en la habitación con el pequeño, leyéndole un cuento, acariciando sus manitas, llorando o solo estando allí respirando el mismo aire.

Si fuera realmente egoísta, ofrecería mi alma, moriría ahora mismo y tomaría la mano de mi pequeño para irnos juntos al Más allá del mar… pero no puedo hacerlo, no puedo causarle este dolor que siento a mis padres, no puedo… ser tan… egoísta”.

¿Youngho y el niño hacia ese lugar? Como si intuyera la duda, él se volteó a verlo y cuando quiso contarle quién era y lo que había hecho para conocerlos, un grupo de médicos llegaron hacia ellos, no solo los que le habían dado la noticia de la muerte cerebral sino el jefe de la unidad de paciente crítico y otra enfermera.

Por debajo de la mesa y por instinto, Mark sostuvo la mano de Youngho y observaron detenidamente a las personas.

Comenzaron a hablar sobre el estado del niño y cuánto tiempo se podía seguir manteniendo “vivo” solo a causa del soporte que le daba la ventilación mecánica, después explicaron con detenimiento que no podía ser eternamente aún con soporte puesto que el corazón y los pulmones, así como otros órganos, iban a colapsar.

El cese de la función cerebral produce alteraciones hormonales, metabólicas, circulatorias y respiratorias, que llevan a la pérdida de los mecanismos regulatorios de los sistemas cardiovascular y respiratorio… —seguían hablando, Youngho miraba todo con los ojos rojos, agotado, sin perder de vista los detalles.

Incluso preguntaron más cosas sobre su calidad de vida y ese tipo de cosas, algunos anotaban, siempre manteniendo un tono compasivo.

—Queremos que quede por entendido el concepto de la muerte encefálica de Andreus, que es un estado irreversible y que es realmente otro criterio médico y legal de la muerte ¿Tienen alguna duda respecto de eso?

Ambos negaron, sus manos unidas temblaban porque intuían el propósito de la entrevista familiar.

—Ahora, queremos hacerle una pregunta señor Mouskouri muy importante para todos nosotros y más aún para ustedes como familia… La cosa es, que Andreus Mouskouri reúne las condiciones para ser donante de órganos y salvar la vida de otras personas, pero necesitamos preguntarle a usted como su padre, si procedemos a las gestiones para hacerlo.

“La donación de órganos es un proceso de extracción de componentes anatómicos, un acto maravilloso desde todo punto de vista puesto que es dar vida después de la muerte a otros que tienen la posibilidad de recibirlos, esto no causa daños a la apariencia del cuerpo de su pequeño, todo proceso desde la aceptación de la donación hasta que le entregamos a su hijo, se hace con sumo respeto, se trata con dignidad hasta el final…”

Youngho sintió que dejó de escuchar para mirar a Mark y buscar el brillo de sus ojos, sentir que había alguien a su lado que lo conocía de manera en la que otros no lo hacían, su soporte más grande, el amor de su vida que había decidido tener.

Y de pronto bajó la cabeza, llevado por la angustia para terminar llorando frente al comité de salud, porque ahora parecía comprender el propósito de vida de su niño, un ángel, un escritor de grandes cosas, su fuente de felicidad… su pequeño.

Y lloró tanto que sintió que le faltaba el aire porque no estaba preparado para decir adiós.

Levantó la mirada hacia los médicos y la enfermera, cerrando los ojos y sintiendo el calor del amor de su pequeño, como un llamado de urgencia y atención, como una autorización.

Asintió sin dejar de llorar. Andreus quería esto, Andreus realmente quería hacer esto.

—El día antes que me fuera hacia Atenas, él me miró fijamente y me dijo que me amaba, y… nunca solía hacerlo, no después del accidente de auto —apretaba su pecho como si pudiera arrancar su corazón, uno de los médicos tenía los ojos húmedos— como si lo hubiera sabido todo este tiempo, como si hubiese sabido que era la última noche que estaríamos abrazados… y es un niño muy noble, siempre lo fue y… —Mark lo abrazó de lado— y… sí, me duele perder a mi hijo como no tienen idea, pero no necesito tiempo para tomar esta decisión… yo quiero que mi Andreus done todo lo que pueda donar, porque él lo hubiera querido así —tocó su pecho— él lo quiere así.

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Cada uno de los Mouskouri estaba viviendo una pesadilla en la que solo se detuvieron un par de horas para dedicarle el mejor tiempo que hubieran pasado con el niño, cantando a su oído, leyéndole su cuento favorito, acariciando su frente o sus manitos, tratando de recordar los mejores momentos, desde que había nacido hasta ahora mismo.

Mark se apartó un momento para hablar con Lucas y Taeil, comer juntos en la cafetería, romper en llanto frente a ellos diciéndole que no estaba listo para decir adiós, volver a la unidad de paciente crítico para sentarse al lado del niño, ambos en un breve momento a solas en la habitación que aprovechó cada segundo.

Sostuvo su mano y le dio un beso largo observando los dibujos que estaban pegados a la pared.

—No es justo haberte conocido hace tan poco, pero desde que me viste pareces adorarme de la misma manera que yo lo hago—acarició el dorso de su mano con la punta de su nariz, sollozando emocionado— voy a cumplir con la promesa de cuidar a tu papito, porque tu partida dolerá siempre, pero eres un héroe, acaban de encontrar receptores para tus riñones, tu hígado y otras partes… darás vida, eres un ángel, siempre lo fuiste —entrelazó los deditos del niño con los suyos— no sé por qué, pero el mar te ama tanto que tu alma se irá al “Más allá del mar”, vivirás eternamente con lo que has amado toda la vida, se hará una fiesta en tu honor y te aseguro que Donghyuck te cuidará porque sabe cuánto te amamos —empezó a llorar otra vez, los demás ya se habían despedido— no quiero decirte adiós, mi vida, no quiero, pero no te quiero retener más, vas a descansar… los Dioses se encargarán de ello.

Se acercó a su oído para susurrarle en idioma de sirena, una canción de cuna que confortaba el alma y eliminaba todo dolor, porque sabía que él le entendería de todas formas. Y de pronto sintió como se creaba una conexión maravillosa entre ambos, más aún, sintió que debía abrazarlo de la forma en la que su estado se lo permitiera… hasta que finalizó el canto.

Al levantar la mirada, vio a Youngho sentado al otro lado de la cama observándolos, antes de hablarle en el mismo idioma de sirena.

—Hubiera deseado tener la oportunidad de vivir los 3 juntos como una familia, hubiera sido mi futuro perfecto.

Mark quería responderle, pero una enfermera se paró en la puerta con solemnidad y algo de tristeza. Tanto Youngho como él se secaron las lágrimas y la miraron porque sabía lo que eso significaba, después de todas las horas que pasaron juntos, después de que todos tuvieron su momento con el niño, la unidad de procuramiento de órganos y el pabellón quirúrgico habían sido asignados.

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Con Youngho sujetando su mano derecha y Mark sosteniendo la izquierda, con las trillizas y los abuelos alrededor de la cama en la que Andreus sería trasladado, junto a los médicos, salieron de la habitación en la que se había hospedado hace más de 1 semana.

Y como si el momento pudiese ser aún más duro de soportar, desde que salieron de la habitación, se formó un pasillo de los miembros del hospital, desde las personas que hacían el aseo, los miembros del equipo médico, las enfermeras, kinesiólogos, administrativos, incluso familiares de otros pacientes.

Un pequeño que era suavemente aplaudido en el llamado “Pasillo de honor” en su camino a la acción más significante que pudiese hacer una persona después de “la muerte”, un pequeño que era rodeado por personas que observaban la cama con los ojos llenos de lágrimas, el adiós digno de un héroe.

Youngho apenas observaba hacia el frente, sus ojos siempre estando en su niño intubado, en el contacto de sus manos, en el hombre que amaba que estaba al otro lado.

El pasillo de honor se extendía hasta la puerta del quirófano, donde no había un adiós sino un hasta siempre.

—¿Puedes ver todas esas personas que te dicen adiós? ¿Puedes escucharlas mi amor? —susurraba a Andreus— eres amado mi vida, siempre lo serás…

Mark caminaba mirando hacia el frente, sintiendo que su corazón se destruía, llorando en silencio, sintiendo náuseas, como si estuviera a punto de caer al vacío. ¿Por qué sentía que había fallado ahora? ¿Por qué se sentía incompetente? ¿Un bueno para nada?

Sus pies se detuvieron cuando en la puerta que indicaba la entrada a pabellón, pudo ver como la figura de Tánatos aparecía con el rostro solemne ajeno a los ojos humanos, pudo ver como a su lado Poseidón y Anfitrite observaban llorando al niño en la cama y no fue necesario explicaciones cuando pudo comprenderlo todo. Eran los abuelos dispuestos a sostener su mano y llevarlo al “Más allá del mar” donde el niño había escogido llegar.

Observó brevemente a Youngho… Tritón.

Y en ese momento la cama se detuvo mientras los aplausos a Andreus Mouskouri eran escuchados, un momento en el que sus abuelos y tías descansaron su rostro contra el cuerpo del niño, llorando, diciendo que su llegada a la familia los había hecho muy felices, y que como una mariposa debía volar muy alto hasta encontrar la luz.

Inevitable fue que la familia colapsara llorando a gritos, que otros se emocionaran con la despedida.

Youngho sentía que se estaba muriendo también, agachó la cabeza para besar el rostro de su hijo.

—Gracias por convertirme en papá —sollozaba— perdóname por no haber sido lo suficientemente bueno para ti, pero a partir de ahora cumplirás tu sueño y serás muy feliz, que el dolor quede para nosotros los vivos… tú solo ríe y nada tanto como lo quisiste mi amor —lo besó varias veces bajo la mirada atenta de los miembros del equipo de salud— te amo Andreus Cristophe Mouskouri, te amo mucho mi amor… te amo.

Sostuvo el oso de peluche entre sus brazos, dejando que el aroma del niño lo impregnara, dejando que Mark hundiera el rostro contra su espalda y juntos volvieran a llorar por el pequeño que se iba hasta el fondo del pasillo donde no podía ser acompañado por otros más que el equipo de salud mismo.

Podía ver la figura de los Dioses seguirlo, solo que, Anfitrite se volteó para ver a su hijo, deseando poder contenerlo e impedir que sufriera.

Será recibido con el honor más grande que alguien pudo tener en la llegada del Más allá, el honor digno del nieto de los Dioses del mar… llora, llora todo lo que puedas mi amor, porque la pérdida de un hijo es horrible, ya lo viví 2 veces, pero pronto tendrás tiempo de llorar de alegría, otros vivirán gracias al acto de amor que ustedes y nuestro pequeño están haciendo… porque nuestro pequeño sireno fue traído al mundo para ser el héroe de aquellos que aún no deben conocer la muerte”.


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Nota autora:

uffff... ufff D':

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