"Más allá del mar" Cap 7: Perdóname
- TrinidadVictoria
- 4 nov 2019
- 16 Min. de lectura

La sangre seguía saliendo y mezclándose con el agua que caía de la llave en la zona donde los vidrios estaban insertados. El dolor no era lo más importante en este momento cuando en realidad su corazón estaba volviéndose loco con las emociones al tope.
En su mundo no existían las etiquetas, ni siquiera se cuestionaba la relación bajo un punto de vista del género, lo único relevante para tener pareja era si te hacía sentir bien o no, las demás cosas que podían juzgar una relación coincidían con el mundo terrestre, como si correspondían en edad, si era consensuado de ambas partes, si había violencia, etc.
Y sí, le angustiaba saber que dos humanos no podían quererse, que eran burlados, etiquetados por ser ambos hombres, le angustiaba que un grupo que debía llevar y profesar el bien en una misión de ayuda humanitaria perdiera el tiempo en hacer comentarios de odio, le angustiaba todo lo que atentaba contra el "amor".
El secreto estaba en que, a los sirenos de clase superior como ellos, se les otorgaba un rasgo que dominaba sobre los demás y que les serviría en momentos claves de su vida, como una herramienta. Donghyuck tenía el "perdón", Mark tenía "la protección y contención" y Jungwoo el "amor".
Por eso le afectaba tanto, porque atentaba contra su modo de ser tan jovial, vanidoso y encantador.
—Son unos hombres horribles —masculló, casi sollozando, pero se detuvo cuando sintió unos golpecitos en la puerta de su habitación— no ahora...
Salió del baño privado que tenía cubriéndose la mano con una toalla de papel, abrió la puerta con la barbilla en alto esperando otro enfrentamiento, pero se sorprendió de ver allí a un hombre del escuadrón, Alan Cooper, el hombre de ojos turquesa.
Había sido el único el día de hoy que se restó de hacer un comentario, más bien observaba la escena de aquellos amantes con respeto, con los brazos cruzados, con vergüenza de sus colegas.
—Señor Cooper.
—¿Puedo pasar un momento? Si no es un problema.
Asintió antes de hacerse un lado y cerrar la puerta tras su espalda, el americano tenía una expresión agotada antes de sentarse en una silla y pedirle al sireno que se sentara en la que estaba a su lado.
—Mire su mano señor Kim, ha manchado la toalla de papel con sangre, estamos entrenados en primeros auxilios de primer nivel ¿Puedo ayudarle?
¿Iba a decirle que no? Solo asintió ofreciendo su mano y dejando que los dedos de ese hombre retiraran los restos de papel antes de tirarlo a un pequeño papelero en el suelo.
Buscó entre sus pertenencias una toalla que dobló y dejó para que Jungwoo apoyara la mano boca arriba sobre ella, con la medida justa de luz pudo ver de manera adecuada los trozos de vidrio insertos en ella.
Mientras lavaba la zona con suero fisiológico, el americano empezó a hablar, el silencio era incómodo, podía sentir al muchacho respirar nervioso.
—Lamento lo sucedido en el comedor y más aún cerca del mar en Agios Nikolaos, me avergüenza el comportamiento que le ha ofendido de sobre manera.
—No es su culpa lo que pasó, no comparte la opinión de ellos ¿O Sí?
"Auuuch!" masculló cuando el primer trozo de vidrio fue retirado con las pinzas, era una lástima que de tantas cualidades que tenía como criatura mitológica, no pudiera regenerar sus heridas estando en tierra, así evitaría que otros se preocuparan por él.
El americano se tomó un tiempo antes de contestar.
—No lo comparto en absoluto, me avergüenza lo sucedido y aunque tengo mis propios pensamientos no puedo referirme a ellos con algún calificativo, mucho menos a mi sargento... el respecto y la unidad de equipo es algo que todo militar debiese entender.
—Usted no quiere decir que se han comportado como trogloditas o que son homofóbicos, pero en cambio se disculpa por ellos ante mí... eso es honorable señor Cooper, pero no tome el error de otros en sus manos.
Los siguientes minutos transcurrieron en silencio mientras quitaba hasta el más mínimo rastro de vidrio de la botella. Cuando finalmente terminó, lavó por última vez con suero su piel y le colocó una gaza con una venda para que pudiera cicatrizar sin infectarse por un tiempo.
—Gracias señor Cooper, lamento haberlo preocupado.
—¿Qué hará de ahora en adelante?
—Tomar decisiones con la cabeza alterada no es bueno, pero supongo que continuaré trabajando con el ejército americano porque es el bien mayor —miró alrededor y suspiró— puedo hacerme respetar de muchas otras maneras supongo.
El hombre lo observó un par de segundos antes de asentir y levantarse, había salido del comedor poco después que Jungwoo para saber que se encontraba bien y para realizarle curaciones, invadir su espacio personal no era un propósito.
"Cuide su mano y... una vez más lo siento por la actitud de mi escuadrón, en realidad su trabajo ha sido excelente y, lo que usted sea no tiene que ver con ello, estúpido sería pensar lo contrario".
Jungwoo lo acompañó hasta la puerta y agradeció una vez más su actitud, así también como por la intención de querer ayudarlo.
Cuando abrió la puerta abrió los ojos ampliamente al igual que Cooper, al otro lado y de brazos cruzados estaba el Sargento Wong observándolos críticamente.
—Señor Wong —hizo el saludo marcial mientras este veía de sus ojos claros a los ojos rasgados de ese hombre irritante.
—Puede retirarse al comedor o su habitación, señor Cooper.
—Gracias por la curación de la mano señor Cooper —murmuró Jungwoo antes de darle una mirada seria a Lucas— ¿Necesita alguna cosa Sargento Wong? Me dispongo para descansar.
El otro subordinado se retiró rápidamente después de la orden de su sargento, no podía desobedecer incluso si la curiosidad o preocupación por el muchacho estuviera allí latente, fue esa manera en la que ambas figuras altas se observaron la una a la otra en la privacidad de un pasillo y una habitación.
Bien, Lucas podía ser una persona sensata y hacer lo que tenía pensado después de la discusión del comedor, sí, podía abrir la boca y decir que lamentaba su actitud, pero ¿Por qué era tan difícil hacerlo? ¿Por qué se sentía enojado de solo ver a Jungwoo Kim despeinado y con la mirada tan fría como un hielo? Peor ¿Por qué estaba tan enfadado que un subordinado lo socorriera?
¿Tanto costaba decir "lo siento", ahora mismo?
Perdió mucho tiempo teniendo cuestionamientos que no se dio cuenta lo mal que se podía ver su mirada y su silencio.
"Buenas noches señor Wong" susurró Jungwoo antes de cerrar la puerta en su cara con calma y dejarla con un seguro por dentro.
Esperen un momento ¡¿Qué?!
Lunes 14 de octubre 2019, 4 días después, Atenas.
Mark estuvo presente hace 4 días cuando Moon Taeil dejó Hotel Palace atrás al embarcar un vehículo de lujo que lo llevaría en un jet privado hacia Corea del Sur.
Le molestó de sobremanera la situación que podía ser caracterizada de la siguiente manera: él, caminando hacia la entrada principal con la barbilla alta y la mirada gélida, los demás observando su figura como si vieran pasar una celebridad. Algunos suspiraban, otros hacían saludos con el cuerpo como si se trataran de asiáticos solo porque el dueño de la cadena lo era, pero Moon Taeil apenas asintió con la barbilla y entró en el auto.
Y ahora que era lunes, que la semana comenzaba y que otro día transcurría sin la presencia de Donghyuck a su lado, se sentía cada vez más solo.
El único consuelo que lo mantenía en pie era saber que Jungwoo estaba vivo, porque un pez varado en la orilla de la playa, el día de ayer, le entregó su mensaje diciéndole que estaba en la isla de Creta cooperando con el ejército americano y que en cuanto pudiera se reuniría con él para encontrar juntos a Donghyuck.
Había sido claro en mencionar el hecho de que Jungwoo estuvo llorando con angustia mientras le rogaba que lo encontrara para darle el mensaje ¿Era este tipo de situación lo que complacía a Poseidón como para permitirles mandarse mensajes por el mar? ¿El sufrimiento ajeno?
Estaba puliendo una estatuilla con calma cuando reconoció la voz del señor Kim detrás suyo, no estaba muy cerca porque era seguido por un séquito de accionistas o algo por el estilo, pero aquel hombre se detuvo un poco antes de decirles algo y apartarse para acercarse a él.
Sus mejillas se volvieron rojas al instante.
—Mark Lee, estuve esperando por ti en una sala de conferencias hace media hora y... no entiendo porque sigues haciendo aseo.
El muchacho frunció las cejas para mirar el paño en su mano, luego volvió los ojos a los rasgados de aquel hombre.
—Estoy... ¿Trabajando Señor?
La manera en la que cerró los ojos y tomó un poco de aire, no debió parecerle como algo atractivo, pero sí, lo hacía incluso estando enfadado.
Esperen. Él no debía pensar así de un hombre que apenas conocía ¡No era justo para el señor Kim que actuaba de forma desinteresada!
—Supongo entonces que no te avisaron que habías sido despedido.
—Yo... pero, señor Kim, yo...
Quizás fue muy evidente la manera en la que perdía el color de su rostro, porque Kim Jongin de inmediato sostuvo su brazo en el caso de que perdiera también el conocimiento. No había querido ser malinterpretado, no así ¡No había elegido las palabras adecuadas para responder!
"Le dije a la supervisora que te comunicara que desde hoy dejabas las funciones que te impuso Taeil, porque tengo una propuesta mejor para ti".
Mark cerró los ojos un par de segundos para recuperar el control de su respiración, ser despedido era el fin de muchas cosas, porque nadie le daría trabajo sin la documentación adecuada, no tendría donde hospedar, Poseidón no lo dejaba volver aún al mar.
—Pero no lo hizo y es una actitud que será sancionada —hizo un gesto con la cabeza— ¿Me acompañas unos minutos?
Lo siguió obediente a una oficina donde aquel hombre trabajaba mientras estaba en Grecia y aunque no era tan lujosa como la oficina que ocupó Moon Taeil en su estancia, si estaba bastante lejos de la expectativa de cualquier persona ordinaria.
Jongin apoyó su figura en el borde del escritorio, Mark se sentó con humildad en el asiento a su lado viéndose pequeño y fácil de dominar.
—El día que nos contaste que tu amigo se había ido por su propia cuenta, supe que no debía dejar de ayudarte, no voy a juzgar sus razones porque las desconozco, pero tampoco lo culpo, han sido acosados por personas que creen que tienen el control absoluto de las cosas por el solo hecho de tener una posición más alta —movió los hombros— no es mi caso.
—Gracias por eso.
Hubo una pausa en la que esos ojos estuvieron un poco más de tiempo en él, antes de menear la cabeza y sonreír con los labios sellados ¿Qué había pasado por su cabeza?
—De nada, bueno, lo puntual es que no es necesario que hagas aseo, contamos con excelentes personas que se dedican a ello y como sé que aún tienes problemas para volver, quiero darle un mejor uso a tus capacidades... —apuntó a un sector de la oficina sin intención aparente— Taeil regresó a Corea y alguien debe quedarse a orquestar este hotel porque el gerente hace unos días desistió de sus funciones por voluntad propia, es por eso que fui elegido para quedarme un tiempo más para suplir aquello, pero mi problema es que no tengo conocimientos del idioma griego ni sé tanto como de la cultura como tú... —los ojitos de ese muchacho de cabello negro azabache se iluminaron con entusiasmo— quiero que trabajes para mí como intérprete del Griego al coreano y viceversa.
"Ohhh" fue todo lo que escapó de su boca antes de sonreír evidenciando una dentadura perfecta y unos pómulos que se destacaban mucho más.
"Por supuesto señor Kim".
—Tendrás derecho a una habitación del hotel sin necesidad de pagar por ello, te pagaré en efectivo porque sé que te acomoda de esa manera, puedes empezar mañana, pero... necesito pedirte un favor muy grande ahora mismo.
—El que usted necesite señor.
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El Hotel Palace era un punto de encuentro de muchas actividades como conferencias, seminarios, jornadas de estudios, reuniones y es que su infraestructura además del servicio prestado era de primer nivel.
Mark sabía muy bien que dentro del salón de conferencias número 2 se estaba efectuando una reunión que involucraba agentes políticos, por ende, iba a tener una connotación importante, más aún si estaba el alcalde de Atenas, el ministro de cultura y otras entidades resolviendo quién sabe qué cosa.
Miró su propio cuerpo y alrededor del salón en el que él se encontraba, llevaba un uniforme de pantalón y camisa negra junto a un pequeño mantel dorado en el antebrazo izquierdo, dispuesto a ser la única persona que llevara a cabo el servicio de catering.
Kim Jongin se lo había pedido avergonzado, la reunión había sido concertada a último minuto y con la contingencia actual solo tenían personal para preparar los bocadillos, pero nadie disponible para ordenar y servir cumpliendo ciertos estándares. ¿Podía Mark Lee ofrecer el servicio que usualmente efectuaban 4 personas?
No podía decirle que no, Kim Jongin salía del estándar de empresario común y estaba dispuesto a darle una "mejor vida", devolverle el favor era algo moralmente mínimo.
Miró el reloj y cuando este marcó las 6 de la tarde en punto, la puerta del salón de conferencias se abrió dando paso al señor Kim y otras personas que desconocía su identidad.
Se paró erguido con la mejor disposición y elegancia con la que estas personas estaban acostumbradas a ser atendidas, pero su rostro se descompuso solo por una fracción de segundo al divisar aquel hombre de cabello negro, traje formal y mirada monótona.
El señor Mouskouri estaba aquí.
Unos ojos rasgados que estaban fijos en otro hombre, dieron una mirada general al salón y no se detuvieron en él, sin embargo, medio segundo después Youngho volvió a mirarlo, pero ahora con intensidad y sorpresa.
Su corazón se volvió loco y descoordinado, pero se golpeó mentalmente para concentrarse en las personas que se acercaban a la mesa y atenderlos con amabilidad.
—Señor Bakoyannis ¿Qué desea servirse? Disponemos de té importados, puedo agregarle menta o jengibre, también café, leche y crema, chocolate caliente... —aunque por dentro sentía que se estaba muriendo de ansiedad, por fuera se veía como un hombre encantador.
Estaba atendiendo al alcalde de Atenas, no podía fallar en nada.
Y mientras los asistentes sacaban aperitivos de otras mesas, podía sentir la mirada de Mouskouri sobre su persona mientras esperaba que los demás terminaran de pedir algo para beber.
No necesitaba este tipo de atención, necesitaba hacer las cosas bien y no ponerse nervioso porque un hombre estuviera compartiendo el mismo aire que su persona.
Y luego supo que no pudo evadirlo más tiempo porque sintió su presencia más fuerte que nunca ¿Era normal observar por tanto tiempo un punto fijo? ¿Se darían cuenta los demás? No podía olvidar que el señor Kim estaba entre los asistentes, no podía defraudarlo, no por un hombre que había perdido sus modales una noche que decidió sacarlo a comer.
—Buenas tardes señor Mouskouri ¿Qué desea beber?
La atención de aquel hombre se fue brevemente a la primera cosa que cruzó su camino.
—Té verde, gracias.
Los demás conversaban por otras partes del salón mientras que ambos estaban en completo viendo como el agua caliente llenaba la taza de porcelana blanca.
Cuando terminó levantó la mirada para entregársela en sus manos, sin embargo, las observó un par de segundos recordando aquella noche, hace más de 1 semana atrás, en la que Youngho Mouskouri apartó violentamente su mano para que no le diera consuelo, para evitar un contacto o quién sabe por qué.
—Mark —susurró en un tono de voz que no había escuchado antes, lo suficientemente diferente como para levantar la mirada a sus ojos y quedarse fijos en él— quisiera poder hablar contigo en el caso que puedas otorgarme un poco de tu tiempo después de esta reunión.
—No voy a darle de mi tiempo, señor Mouskouri, si vuelve a suceder lo de esa noche —le entregó la taza antes de sostener una servilleta con la cual distraerse— por favor permítame trabajar.
—No voy a obligarte, si así lo deseas, pero quisiera tener la oportunidad al menos de pedirte perdón por lo sucedido.
"¡Señor Mouskouri!" clamaba una de las autoridades desde otro lado del salón.
No pudo responderle, solo vio su figura alta enfundada en un ceñido traje, desplazarse hacia donde solicitaban su atención.
Continuó por media hora así en una dinámica en la que atendía a los asistentes (eran alrededor de 13 personas), hasta que el tiempo del "coffee break" acabó y ellos debieron regresar a la reunión en el salón de conferencias.
Youngho no volvió a mirarlo, desapareció por completo en ese grupo de personas.
Afrodita solo había jugado respecto al oráculo ¿No?
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La reunión que tuvo un tiempo total de 4 horas trató temas sobre la inversión para la reconstrucción de zonas arqueológicas que habían sufrido con el terremoto, la reparación de piezas de arte y el resultado final de la coordinación que tuvieron los distintos museos a nivel nacional, presentando cada cual sus planes para llevar la contingencia.
Youngho Mouskouri no podía restarse, representaba al Museo de la Acrópolis, era Doctor en Historia del mundo antiguo, realizaba investigaciones, era un referente a sus 29 años, era parte de su ser completamente.
Él sabía que si la reunión era en el Hotel Palace existía la posibilidad de encontrarse con Mark Lee, aunque por mínima que pareciera, pero no quería preocuparse de ello, quería hacer su trabajo e improvisar lo siguiente en el camino.
Después de despedirse de todos e incluso del nuevo "gerente" Kim Jongin, salió por otra puerta del salón de conferencias en dirección hacia el elevador, poco le tomó llegar al primer piso. Todo lo que quería hacer era llegar a casa, beber un poco de vino y dormir tanto como su cuerpo se lo pidiera ¡Mañana tenía día libre!
—Señor Mouskouri —giró de inmediato al escuchar aquella voz, divisando la figura de ese hombre con su camisa y pantalones negros, parado con una mirada extraña al lado de una estatua.
—Mark... estás acá.
—Vivo en este hotel, por ahora... —miró a su alrededor queriendo distraerse con otra cosa.
El silencio del griego era inquietante, pero le dio su tiempo, ambos se sentían incómodos con el otro ¿O era solo él?
"¿Puedes acompañarme a mi auto?".
De cualquier extraño se hubiera negado al instante, pero Youngho Mouskouri había sido mencionado en sus sueños, los Dioses tenían sus ojos puestos en él ¿Cierto? Por lo tanto, no era técnicamente un desconocido, sin mencionar todo el dinero que había invertido en él y Donghyuck.
Asintió sorprendido de que el griego le agradeciera por eso.
Estando ya en el estacionamiento subterráneo, abrió la puerta del copiloto para él y solo se sentó en su propio asiento cuando Mark puso su cinturón de seguridad. No le explicó a dónde lo llevaba, tampoco habló durante el camino, solo se dedicó a conducir a través de Atenas con la luna como único testigo.
Para el sireno ¿Cuándo era momento de sentirse alarmado?
Observó hacia afuera cuando se estacionaron afuera de una casa que lo dejó con la boca seca, literalmente hablando.
—¿Dónde es este lugar señor Mouskouri?
—Mi casa, espero no te moleste, solo... solo que para hablar de lo sucedido no quiero que otros me
vean desmoronándome.
Era una preciosa casa de 2 niveles color blanca y de estilo mediterráneo moderno, con un jardín amplio, árboles y flores, parecía una casa de ensueño que no había sufrido ninguna consecuencia del terremoto. Como un oasis perfecto.
Lo siguió por detrás sin saber qué hacer, el hogar de una persona era algo íntimo, estar aquí suponía mantener una actitud de respeto, incluso si la última vez que se vieron había sido difícil.
"Esta es mi casa, por favor siéntete cómodo de usar lo que te plazca", habló él tan cerca que contuvo
el gemido de susto.
Asintió en el momento en el que Youngho caminó hacia la cocina en busca de algo, dándole la libertad de avanzar y sentarse donde quisiera. No pudo evitar morderse los labios ¡Todo era exquisitamente bien decorado!
Avanzó hacia la sala de estar dudando de sentarse o no en el enorme sofá en forma de L color blanca, pero una repisa de caoba captó toda su atención. Miró hacia los costados ¿No estaba cometiendo un crimen?
Se acercó lo suficiente para apreciar al menos 6 cuadros de fotografías en las que podía verse a Youngho Mouskouri pequeño, quizás no más de 2 años, siendo abrazados llenos de amor por unas personas que no se le parecían en rasgos. Estaba vestido con una camiseta blanca de ositos, jeans, zapatillas y una gorra hacia atrás del mismo estilo infantil.
En otro cuadro se veía Youngho rodeado de muchas otras personas, todos felices celebrando su aparente titulación de la universidad. El resto de fotografías eran más actuales por la calidad de estas, con colores vivos y papel fotográfico moderno.
Estiró la mano tocando la foto que lo dejó sin aliento. Era Youngho Mouskouri acunando contra su rostro a un bebé, quizás horas o apenas 1 semana de nacido. En otra foto a su lado estaba el mismo niño, suponía, pero con sus rasgos más definidos... ¡Era la criatura más bella que había visto! Su cabello era castaño claro, sus ojos y los rasgos faciales muy del estilo asiático, aunque sus ojos eran prácticamente verdes, sí, la mejor mezcla entre dos razas diferentes.
En otra foto salía el mismo niño, tal vez con 3 años, sobre los hombros del griego tratando de cazar burbujas en el aire.
Aunque la foto principal de todas se veía a alguien diferente ¿O era el mismo niño? Los ojos de Mark se llenaron de lágrimas como si las fotos le hubiesen contado una historia. En la imagen se veía el chico sentado en una silla de ruedas, con la mirada perdida, la boca escasamente torcida, pero con ambas manos unidas a las de Youngho que lo observaba con el amor que solo alguien muy especial merecía.
—Se llama Andreus, solo tiene 4 años —el griego habló tan cerca suyo que tuvo la necesidad imperiosa de temblar, pero no lo hizo, solo siguió viendo la fotografía— Andreus Mouskouri, es mi hijo —sostuvo el cuadro con la mano izquierda para verla más de cerca— él es la razón por la que sigo en pie cada día de mi vida.
—¿Qué sucedió? —susurró.
Cualquier persona notaría que en un período de la vida de ese niño algo había ocurrido, no se veía igual que antes ¡Ni siquiera podía caminar!
Ya había llegado muy lejos como para retroceder en esto.
Descansó el cuadro donde lo tenía y le hizo una señal a Mark Lee para que lo acompañara al sofá, estando allí le entregó una copa de vino, coincidentemente al sireno le fascinaba el vino tinto.
—Ese día que te pedí cenar recibí una llamada de mi madre —su voz estaba algo apagada, aunque sus ojos estaban curiosamente húmedos— diciéndome que Andreus había dicho la palabra papá, esa fue la razón por la que me emocioné, pero también la razón por la que tuve una actitud inaceptable contigo.
—¿Hice algo malo señor Mouskouri?
Negó inmediatamente bebiendo un poco de su copa, sus ojos estaban en el vacío.
—Nada malo, Mark, solo que... fue un impulso muy involuntario el arrebatar tu mano de mi rostro y... es que en verdad no soporto que la gente quiera portarse bien conmigo, no lo merezco ni nunca voy a merecerlo.
El sireno no sabía qué decir, no eran lo suficientemente cercanos ni tampoco eran absolutos desconocidos, pero una cosa era cierta y es que no podía entender ni soportar esa aberración consigo mismo que parecía tener Youngho Mouskouri.
No iba a colocar una mano en su rostro u ofrecerle un pañuelo, no quería ofenderlo.
—¿Puedo preguntar la razón?
Tardó un poco, pero después de unos segundos, el griego respondió.
—Andreus era un niño absolutamente sano y feliz y... a pesar que sus padres no se querían como antes, siempre creábamos un ambiente para que pudiera tener el ambiente sano que todo niño merece... pero un error mío y absolutamente mío provocó que ese niño que tú vez en las fotografías, que luce alegre y despierto, termine en silla de ruedas, ocupando pañales, con discapacidad intelectual y totalmente dependiente del cuidado de otros —bebió de golpe lo que quedaba del vino, luego volteó la cabeza hacia el muchacho a su lado que pestañeaba sin saber qué decir— le arruiné la vida a mi hijo, no esperes que crea que pueda merecer siquiera un pequeño consuelo.
El cuándo, el cómo y el dónde no podían ser preguntados ahora, tampoco la razón por la que los abuelos lo cuidaban y no él, o por qué Youngho no tenía algún parecido con sus padres.
La necesidad de saciar esa curiosidad podía ser relegada a segundo plano, todo lo que Mark hizo fue darle una mirada intensa pensando en cómo Afrodita quería relacionarlo a su vida. El cómo ese humano se ligaba a su existencia mitológica... el cómo ese hombre era la respuesta a sus problemas.
—Perdón por ser un cobarde —terminó agregando el mayor en un tono de voz bajo, casi murmurando, casi susurrando— perdón por no ir tras de ti en estos días para pedirte perdón, es... es tan solo que hablar de esto duele como nadie puede imaginarlo.
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Nota autora:
Ese niño lo será todo... para ambos.
Donghyuck ¿Dónde te metiste?
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