"Más allá del mar" cap 8: El alcohol expone el deseo
- TrinidadVictoria
- 17 nov 2019
- 15 Min. de lectura

Y aunque no lo conocía con profundidad, con solo observar sus ojos húmedos y el tono de su voz, Mark era incapaz de poner en duda que Youngho Mouskouri cargaba un dolor en el alma por lo que le había sucedido a su pequeño hijo ¿En qué medida había estado implicado como para tener un repudio a sí mismo? ¿Qué había pasado en sus manos o qué clase de circunstancias sucedieron para que ese niño de mirada viva y llena de futuro terminara en silla de ruedas, dependiente y con deficiencia intelectual?
Quería entregarle un pañuelo o colocar una mano en su rodilla para darle consuelo, tenía que luchar con la tentación de hacerlo, el deseo era más fuerte y no se podía culpar, su rasgo dominante era “protección y contención”.
—¿Pudo escucharlo decir papá?
—Sí, fue lo más increíble desde su accidente, como si a pesar de las dificultades me hiciera saber que está allí —sonrió con la boca torcida— incluso una simple palabra es suficiente para mover mi mundo completo, no había dicho nada desde hace 1 año.
—Si le duele hablar de eso, no es necesario que me siga hablando, todos guardamos secretos —bebió las últimas gotas de vino, nervioso que esos ojos, a pesar de estar húmedos, tuvieran tanto poder en él— pero… puedo decirle que si lo deja tranquilo, entonces lo perdono —levantó los ojos hacia la fotografía del chico, realmente era el niño más lindo que había visto en su extensa y mitológica vida— quisiera poder darle un mejor consejo pero, si de algo le sirve, si usted significara algo negativo en la vida de su hijo, entonces él no pondría todos sus esfuerzos en decir la palabra “papá”… los niños son puros, los niños no mienten.
Mouskouri levantó los ojos hacia el techo evitando que cualquier lágrima cayera por su rostro, quería alejarse unos días de Atenas y estar donde su familia vivía para encargarse de él, comer comida hecha por su madre y reunirse con sus hermanos, tener algo de eso llamado unión que estando en Atenas tanto le hacía falta.
“Gracias por compartir algo tan íntimo conmigo, señor Mouskouri, prometo que voy a atesorar esa información en absoluta discreción”.
Se levantó del sillón, sostuvo su propia copa y fue hasta la cocina para lavar lo que había ocupado, incluso si Youngho le había dicho que no era necesario.
—¿Te llevas bien con nuevo gerente del Hotel Palace? —fue lo primero que dijo cuando salió de la cocina secándose las manos en el pantalón— es coreano.
—Es el empresario más humano que alguien pudiese conocer, de hecho, me ha dado un nuevo trabajo hasta que sea necesario para… irme —movió los hombros— señor Mouskouri ¿Puedo preguntarle algo? —asintió— ¿Por qué razón nos ayudó a mi amigo y a mí? Quiero decir… siempre voy a estar agradecido por eso.
Se quedó callado por un par de segundos pensando en lo que había hecho hace semanas atrás, instintivamente miró las fotografías de su hijo en el mueble y luego al muchacho frente a él.
—A veces no se necesitan razones, supongo, solo… no iba a quedarme tranquilo sabiendo que, si yo no ayudaba, dos personas dormirían en la calle por culpa de algo que no estuvo en sus manos.
Los labios del muchachito se movieron un poco para mostrar una sonrisa sellada, no sabía porque la respuesta podía hacerlo sentir bien cuando Youngho lo consideraba algo normal, había sido criado con buenos valores desde pequeño, ayudar, incluso si su rostro no mostraba tanta emocionalidad, era algo que iba a hacer, siempre.
Se movió en dirección a la puerta.
“¿Te vas?” murmuró algo sorprendido, apenas habían pasado 20 minutos desde su llegada.
—No puedo permitirme estar en algo tan íntimo como su hogar, señor Mouskouri, ha abierto una herida y me ha permitido escuchar brevemente una explicación que quería, pedirle más sería abusar de ello —miró hacia un lugar imaginario— puedo caminar, me gusta caminar —“pero extraño mi cola” pensó con dolor para sí.
…
—Espérame un poco ¿Sí?
Caminó por un pasillo amplio y dobló hacia la derecha, el silencio de la casa lo rodeó por completo, podía entender que ese hombre escogiera este lugar para mostrarse como verdaderamente era, no había una persona ¿Acaso no tenía una pareja?
Desde donde estaba parado no podía ver una señal de ello, algún labial, una blusa o la pertenencia que no pareciera suya.
Lo vio caminar de vuelta con un libro en mano, sus expresiones habían vuelto a la “normalidad” en la que no expresaba mucho, quizás era su escudo protector o algo por el estilo.
—¿Señor?
Estiró con ambas manos un libro hacia él.
—Sé que te gusta mucho la historia griega al punto que podemos hablar griego de forma fluida—lo hacían todo el tiempo, lo estaban haciendo ahora incluso si ambos manejaban el coreano— así que puedes leer esto, es un libro de historia de la mitología griega, escrito en griego, colaboré con la revisión mientras estudiaba mi doctorado, te lo obsequio.
—No —dijo de forma inmediata— no puedo permitirme otro obsequio señor Mouskouri, no cuando no lo merezco, ni siquiera lo conozco lo suficiente —tomó una gran cantidad de aire antes de tomarlo con sus propias manos y antes de murmurar— lo aceptaré siempre y cuando me permita devolverlo después de leerlo.
¿Acaso Lee tenía un trauma con los obsequios o algo por el estilo?
Asintió sin esperar que aquellos ojos brillantes o esos pómulos marcados con la sonrisa, pudieran afectarlo. ¿Era posible que alguien vibrara tanto por un libro de historia?
Los chicos de su edad se emocionarían con tecnología de punta, video juegos, alcohol, viajes o quién
sabe qué, pero ¿Un libro?
—Muchas gracias señor —se mordió los labios, levantó la mirada de la preciosa portada hacia el rostro de Youngho— muchas gracias y… buenas noches.
“Buenas… noches” respondió el griego un poco confundido, nadie debería estar tan feliz por algo tan simple y no podía quitarse de la cabeza eso, ni siquiera atinó a abrir la puerta y cerrarla para él, solo vio su figura de hombros anchos desaparecer por la entrada, con el libro contra su pecho y la pureza de una sonrisa.
Jueves 17 de octubre 2019, 3 días después, Isla Creta, Grecia.
1 semana había pasado desde ese “incidente”, 1 semana en la que vio como las cicatrices de su mano fueron secándose y 1 semana en la que tuvo extremo cuando estuvo cerca de los americanos, 1 semana en la que podía sentir la tensión y la mirada del escuadrón cuando él no los observaba, 1 semana en la que nadie había manifestado unas palabras de “perdón” por haberlo ofendido.
No es como si lo hubiera esperado, con más de 3 semanas trabajando junto a ellos había aprendido a leer sus códigos y podía entender que los hombres “militares” tenían cultura homofóbica y eran muy duros en sus pensamientos.
¿Qué podía esperar de ellos si quien estaba a cargo de ellos parecía tan testarudo, orgulloso y serio como un muro de concreto?
Suspiró mientras comía algo, sus ojos se quedaron puestos en Alan Cooper, el único miembro del cuerpo de los marines que le hablaba con ese sentido de extremo respeto, que le preguntaba cómo se encontraba y que no parecía tenso si Jungwoo estaba cerca.
—Los “bichos gay” no se pegan —susurró. ¿Estaba siendo aislado de manera sutil?
Ahora se encontraban al otro lado de la isla Creta, en la localidad de Yerápetra y donde habían estado toda la mañana hablando con autoridades y sus habitantes, entregando cajas de provisiones y donde incluso ayudaron a levantar escombros que aún no eran removidos.
Toda la mañana estuvo haciendo el cambio del griego al inglés y viceversa, lo que cansaba pero, por sobre todas las cosas, le hacía extrañar el lenguaje con el que las criaturas mitológicas como las sirenas, se hablaban entre ellas.
Movió la comisura labial, si alguien lo escuchaba hablando su verdadero lenguaje, lo creería loco, era muy similar al que los delfines hacían.
—Señor Kim.
Sentado en la parte trasera del auto táctico, con un sándwich entre sus manos, esperaba que fuera la señal suficiente para que los demás comprendieran que estaba teniendo un momento a solas consigo mismo. ¿Por qué debía ser interrumpido por ese troglodita?
Lucas Wong estaba parado de brazos cruzados observándolo con la misma autoridad de siempre.
—¿Sucede algo?
—El señor Kalantzakis quiere decirnos algo, necesitamos de su interpretación —como Jungwoo estaba callado observándolo, continuó— ¿Por favor?
—Los modales hacen al hombre señor Wong.
Wong le frunció el ceño.
¿Por qué Jungwoo Kim tenía que corregirlo como si fuera su discípulo o algo así? No era la primera vez, Dios, hace 1 semana atrás le dio un sermón sobre lo que podía y no podía decir respecto a los “maricones” frente a todo el escuadrón y ¿Ahora esperaba que tuviera un riguroso modal con él?
Con la barbilla en alto pasó a su lado y estuvo tan tentado de darle un empujón con su hombro que tuvo que empuñar las manos para evitar hacerlo.
Si desde un principio había sido difícil observarlo por su apariencia irritable, ahora lo eran sus actitudes.
Jungwoo estuvo entre Lucas Wong y el alcalde de Yerápetra interpretando la conversación para luego también darles instrucciones al resto de los marines americanos.
A pesar de que hace un par de semanas había ocurrido un terremoto, los locatarios habían preparado una celebración donde mesclarían danzas propias de la región, comida y música, con el fin de agradecerles por la ayuda y también tener la excusa de compartir con otros en momentos donde la angustia ganaba tras una catástrofe.
—El alcalde quiere saber cuál es la postura, es… inadecuado declinar la invitación.
—No es época de celebrar, no vinimos a vacacionar señor Kim —dijo Lucas con un tono plano.
A pesar de sus palabras, sus subordinados le pedían a gritos con los ojos que aceptara, a pesar que eran marines, que estaban en una división de ayuda humanitaria, tras semanas lejos de casa y mucho esfuerzo físico, también tenían derecho a un poco de diversión ¿No?
—Señor… según el itinerario no tenemos entrenamiento a media tarde —dijo uno de aspecto ruso.
—El señor Kim debe impartir clases cuando lleguemos a la base en Heraklion, manténganse firmes al horario.
—Es cierto —cruzó los brazos sobre su pecho y miró a todos con una comisura labial alzada— y como tengo la facultad para decidir sobre lo que hago en mis clases, decidiré que asistiremos a este “festival” —Lucas se volteó, casi podía sentir el gruñido en su garganta— la mejor manera de conocer la cultura griega y practicar el idioma, señor, es sumergirse en ella, no dentro de 4 paredes —se volteó al alcalde— O Kýrios Wong Dísetai (Ο κύριος Wong δέχεται) (“El Señor Wong acepta”).
Jungwoo contuvo la sonrisa sarcástica cuando Lucas Wong lo fulminó con la mirada, si no podía salirse de las reglas una sola vez ese hombre iba a explotar ¡Además estaban siendo invitados! ¡No podían tener una falta de respeto como tal!
----
Sus dedos del pie se hundían en la arena fresca de la playa mientras el nudo en su garganta crecía más.
Tras su espalda estaban terminando los últimos preparativos para dar inicio a la celebración mientras
que delante suyo las olas llegaban una tras otra gritándole donde realmente pertenecía y donde no podía regresar hasta… ¿Hasta cuándo? ¿Hasta que cumpliera el capricho de Poseidón?
Observó atentamente a su alrededor hasta que se percató de que un pequeño cangrejo subía por su pierna para sentarse sobre la rodilla izquierda.
Quería hablarle, quería mandarle un mensaje a Mark porque sabía que no tenía permitido hacerlo con Donghyuck, pero en ese momento, el marine Cooper se sentó a su lado.
—Algunas personas se asustarían de tener un cangrejo sobre su pierna, pero usted parece cómodo —sonrió en respuesta, era el único hombre en este escuadrón que lo hacía sentir bien— ¿Por qué siempre observa el mar con tanta melancolía?
… (silencio).
—Por nada en particular.
…(silencio de nuevo).
Alan Cooper tenía ojos tan claros e hipnóticos que Jungwoo, por un segundo, se sintió algo así como hipnotizado. Estaba seguro que hombres como este protagonizaban las historias que iban de boca en boca entre los sirenos, aquellas historias en las que las criaturas mitológicas caían perdidamente enamoradas por un humano que las había hechizado con solo los ojos.
Hubo una particularidad en el aire que lo hizo sonrojarse ¿Era idea suya o ese americano observó por una milésima de segundo sus la…?
Rápidamente movió la cabeza y se paró con una sonrisa torcida para indicar hacia el lugar donde se podía escuchar que habían encendido la música.
—La mejor manera de poder aprender de la cultura es asistiendo y disfrutando, no va a perdérselo ¿O sí?
El americano tragó saliva y asintió, si se atrasaba en sus deberes o en unirse a su escuadrón, sabía que tendría problemas, el señor Wong estaba especialmente tenso a su alrededor ¿Porque defendió a Jungwoo Kim aquel día? ¿Porque fue el único que no tenía el mismo pensamiento de los demás?
En aquella extensa playa de Yerápetra, los ciudadanos habían preparado con esmero muchas cosas para agradecerles a los americanos por la ayuda así como también para levantarse el ánimo tras una catástrofe.
Decoraron alrededor con lámparas de papel y un par de velas dentro creando un ambiente místico, había mesas llenas de platos típicos, algunos servían a otros bebidas alcohólicas, otro par tocaba instrumentos.
Lucas Wong estaba con la espalda tensa tratando de entenderle al alcalde, maldición, no entendía griego.
—El señor Kalantzakis está diciendo que no es obligación que regresemos esta noche a Heraklion, ha dispuesto para nosotros unas habitaciones en una residencial —ese particular tono de voz lo hizo estremecerse— ¿Quiere que me tome la molestia para decirle que no aceptará?
—¿Voy a aprender más de la cultura griega si digo que sí?
¿Estaba siendo sarcástico?
Jungwoo tragó saliva ¿Por qué todo entre ambos tenía que ser tan tenso?
“Dígale que aceptamos, pero que mañana a primera hora nos iremos de vuelta”, murmuró antes de voltearse y alejarse de él.
Bien, no era como si quisiera seguir trabajando con ese hombre… no.
Y minutos más tarde allí estaba Jungwoo como todo un experto de la cultura griega, los marines estaban alrededor suyo escuchando las descripciones de los platos que estaban comiendo.
Desde Dolmadakia, Ochtapodia, estofados de cordero y ensaladas como choriatiki, todos los platos típicos de la isla estaban aquí.
A pesar de que era un hombre muy profesional, Lucas Wong les dio permiso a sus marines para que bebieran alcohol, no podía negarles cierto tipo de necesidades cuando respondían de manera tan eficiente en su trabajo. Pero su permiso podía jugarle una mala pasada, no todos sabían medirse con ello.
Él estaba sentado cerca de una fogata con un poco de comida en el plato, ninguno de sus subordinados estaba cerca, todos se dispersaron con otros grupos a pesar de no entender el idioma griego, lucían relajados y muy contentos de beber alcohol griego como la retsina.
Bien, punto para el irritante Kim, no fue mala idea quedarse, este evento era propicio para dejar las preocupaciones hacia un lado.
Después de casi una hora cuando fue a dejar su plato vacío en un puesto, miró al grupo de personas que bailaba frente a los músicos. La melodía partía lenta tomando tonos más rápidos conforme avanzaba, era algo similar a la música típica griega o, más bien a la judía, no tenía claro.
Su ceño se hizo más duro cuando vio a Kim Jungwoo bailando de un lado a otro con los locatarios en una danza coordinada, con los brazos unidos unos con otros, con gente que se agachaba y paraba de inmediato, vueltas por aquí y por allá.
Las mejillas del “griego” estaban tan sonrojadas que era imposible no observar lo irritante que lucía así, como también percatarse que su cabello estaba un poco despeinado o la camisa negra con los dos primeros botones abiertos bajo su cuello.
—Por supuesto que querías quedarte, casi pareces un borracho.
No casi, podía apostar que lo estaba porque incluso de donde estaba parado podía escuchar su risa mientras seguía bailando, una alegría exasperante, un júbilo que había contagiado a otros marines a los que se les había olvidado por completo la orientación sexual de este.
Después de bailar todos le aplaudieron y brindaron al unísono, la garganta del “griego coreano” (o lo que fuera) se movía mientras tragaba retsina como si fuera agua.
“No soy muy… tolerante al alcohol” lo escuchó decir entre carcajadas bobaliconas.
¿Dónde estaba su orgullo contra quienes le ofendieron?
—Eres tan… lamentable, en el ejército no servirías, todos barrerían el piso contigo por… marica.
¿Estaba enojado? ¡Estaba enojado!
Una cosa era darles permiso para beber, otra cosa era pasarse del límite.
Sin entenderse a sí mismo salió de allí, aunque era el sargento no era el niñero de nadie, si su escuadrón y su intérprete querían beber y celebrar hasta caer al suelo, que lo hicieran, incluso deseaba que estuvieran tan borrachos que no pudieran levantarse al otro día y así tendría excusas para ejercer aún más presión sobre ellos por su conducta reprochable.
---
El frío se hizo notar durante la madrugada, las personas poco a poco regresaron a sus casas, un par de marines ya se habían ido a acostar hace horas y solo unos pocos quedaban bebiendo alrededor de una fogata en la playa.
Jungwoo, que estaba con una manta en su espalda, miraba cada cierto tiempo las aguas de un mar que estaba sospechosamente tranquilo, como si un Dios aguardara sigilosamente por cada uno de sus movimientos.
Bostezó, su cuerpo estaba pesado y aunque no tenía deseos de vomitar, todo le daba vueltas, estaba cansado, incluso en el propio festival de Yerápetra tuvo que trabajar interpretando de un lado a otro.
“Voy a acostarme, sería con.. conveniente que lo hicieran, es… en unas horas volvemos a Heraklion” les habló a los marines con torpeza mientras trataba de pararse.
—Señor Kim —dijo uno, uno de piel un poco más oscura y rasgos ¿Latinos? También estaba un poco borracho— a nombre de mis compañeros quería pedirle perdón por lo que escuchó hace unos días atrás… nun… nunca fue nuestra intensión ofenderlo, solo que…
—Entiendo —trató de esbozar una sonrisa— es como si los militares fueran criados para ser de esa manera… y aunque no sé si realmente van a cambiar ese pen… pensamiento contra los homosexuales… gracias por… por las disculpas… buenas no… noches.
Su equilibrio era un poco ineficiente por lo que mantenerse en pie era complicado. Alan Cooper lo sujetó de lado para acompañarlo a la residencial que estaba a solo unos metros lejos de la playa.
Ya lejos de los demás, todo lo que podían escuchar era la respiración pesada de ambos, quizás también al propio Jungwoo que tarareaba quien sabe qué cosa, pero se escuchaba un poco perdido y un poco contento.
—Levante el pie aquí, es… estamos por subir una escalera —le dijo el marine.
Habían entrado al edificio, ahora debían buscar las habitaciones que le correspondían a cada uno.
—Como si fuera a ca… caerme.
Trató de subir por su cuenta, pero fue inútil, si no se dio contra los escalones fue gracias a Cooper que lo sujetó rápidamente de la cintura.
No debió sentirse extraño, pero lo hizo, ni su corazón debió salir disparado hacia las nubes, pero lo sintió. Ese hombre era más alto y con un físico más grueso que él, sería un completo ciego si no se diera cuenta de lo jodidamente atractivo que era.
“Yo también estoy haciendo esfuerzos para no caer de borracho” susurró el americano.
Tragó saliva, la corriente eléctrica tiró de la parte baja de su vientre. Fueron subiendo poco a poco en la escalera y cuando estuvieron en la cima, allá dentro del pasillo de las habitaciones, Jungwoo apoyó su espalda en una pared.
—Entonces lo ayudaré a no caerse.
Para ambos, la visión de las cosas eran borrosas, pero se reconocían por el tono de voz.
Cooper tragó saliva esta vez, dejando una mano en el botón desabrochado de ese hombre sensible.
“No me está ayudando en lo absoluto” susurró con dificultad, encerrando aún más el cuerpo del sireno contra la pared, luchando contra sí mismo y lo que no podía ser, lo que nunca debió ser.
¿Y si caía en la tentación? ¿Y si respondía a esa atracción cuando estaba cerca de su “profesor”?
“Por favor espere aquí, ne… necesito ver que no haya nadie en la habitación”.
Jungwoo asintió como cachorrito, apenas vio su sombra apoyándose por las paredes y buscando la habitación que le había sido asignada. Esperar ¿Para qué? ¿Para…?
Jadeó inquieto, el correcto Alan Cooper, el único marine que siempre estuvo de su lado ¿Quería…?
Había pasado cientos de años desde la última vez que se le ocurrió tener una aventura con un humano, que volver a practicarle era casi surreal.
Quizás era el alcohol el que había borrado las inhibiciones de ambos, quizás era la emoción de lo prohibido lo que lo inquietaba tanto respecto a acostarse con un humano, entre paredes escondiéndose de marines homofóbicos.
Esperen ¿Entonces Cooper era…? ¡¿Era un marine al que le gustaban los hombres?!
Sintió los pasos de alguien acercarse, él estaba de vuelta, no veía del todo producto de la borrachera, pero estaba seguro que Alan Cooper regresó para llevárselo a escondidas. Si lo pensaba demasiado retrocedería en esto así que, cuando supo que tenía a ese hombre cerca, prácticamente se lanzó a sus brazos para abrazarlo por el cuello y pegar su boca contra la de él.
Lo sintió tan jodidamente tenso que lo soltó de inmediato. ¡Lo interpretó mal!
—Yo… yo lo siento señor Cooper, pero… pero pensé.
Y como si hubiera encendido una llama de fuego al lado de un montón de pólvora, ese cuerpo lo empujó contra una pared sujetándolo con fuerza por los costados de su camisa negra.
En la nebulosa del estado de ebriedad, todo acto era válido ¿Cierto?
“Señor Cooper” gimió.
No supo cómo fue que, tirando de su mano, lo arrastró a una habitación, que cerró con llave la puerta tras su espalda y que, luego de un gruñido, tiró de su cuerpo hacia la cama para quedar boca arriba, jadeando desesperado, con la camisa completamente desabotonada a la fuerza y con el cabello más despeinado que nunca.
Pero toda preocupación se fue lejos, cuando ese hombre enterró las rodillas contra el colchón de la cama y a los costados de su cuerpo, cuando ese hombre se inclinó hacia abajo para tirar molesto de la parte trasera de su cabello y cuando ese hombre enterró la boca en su cuello para morderlo hambriento mientras molía la entrepierna contra la suya.
Señor Cooper… era Alan Cooper.
¿No?
Mientras tanto, Corea del Sur.
“Quizás esta es una de las mayores inversiones de nuestro grupo familiar, Taeil, te pido que te la juegues como si se tratara de tu vida” había dicho su padre.
La cadena de Hotel Palace alrededor del mundo le pertenecía a su padre, pero no solo se desempeñaban en servicios de hotelería, también disputaban propiedades en Corea que mejoraban y vendrían a un mayor precio o que servían de renta para locales comerciales o viviendas.
Ahora había surgido algo mucho mejor, estaba la posibilidad de hacer una alianza con el conglomerado Samsung para construir el parque de atracciones más grande de Asia. Samsung ya tenía a “Everland” pero ¿Por qué no pensar en grande y hacer algo mucho mayor? ¿Por qué no unirse y ganarle a otras competencias como el conglomerado de Lotte?
¿Por qué no pensar en grande y hacer cosas juntos?
Taeil tragó saliva, si fallaba en esta reunión sería una perdida millonaria, Samsung era el mayor grupo empresarial surcoreano ¡Y uno de los más ambiciosos del mundo! Que se fijaran en ellos para hacer una relación comercial era, por decirlo menos, como un milagro de los cielos.
—La sala de reuniones es aquí, señor Moon.
Cuando se abrió la puerta para ellos, con su séquito de inversionistas, abogado y otros, Moon Taeil inclinó su cuerpo en señal de profundo respeto.
Era un jugador, amaba el sexo y gastarse el dinero en mujeres que no fueran su novia, pero lo que respectaba al trabajo se tomaba las cosas muy en serio.
Levantó la mirada sabiendo que, cuando mirase a los ojos, nada sería difícil, pero se equivocó por completo. Sus pies no le respondieron para avanzar y no era que tuviera miedo de estar cara a cara con altos ejecutivos de Samsung en finanzas, construcción y servicios, era el hecho de que quien estaba parado frente al asiento principal de aquella sala de reuniones, no era cualquier persona.
Era quien había sometido a hacer trabajos de limpieza allá en Grecia.
¡¿Lee Donghyuck estaba aquí?! ¡Y no estaba usando silla de ruedas!
—Buenos días señor Moon.
Él había utilizado su propia y sarcástica voz.
~~~~~
MEMUERO