"Más allá del mar" Cap 1: El día de la catástrofe
- TrinidadVictoria
- 8 sept 2019
- 16 Min. de lectura

23 septiembre 2019, Atenas, Grecia.
Flash Back
Cuando aquella figura entró por el costado del auditorio, la mitad de las personas que se encontraban sentadas contuvieron su respiración, quizás era su atractiva figura alta envuelta en un traje formal gris, sus rasgos asiáticos o los ojos con un tinte de miel que los alumnos de primera fila podían divisar. O solo estaban impresionados porque podían ver en persona a alguien tan aclamado como él.
"Y por último queremos presentar el trabajo del distinguido Señor Youngho Mouskouri, Doctor en Historia del mundo antiguo, especialista en historia griega y socio del actual director del Museo de la Acrópolis".
Más de alguna mujer tomó su cabello con recato para colocarlo tras su oreja, aquellos ojos dieron una pequeña inspección a su alrededor antes de asentir y pararse en medio del escenario sin temor alguno. Se sentía cómodo frente al público masivo y más cuando debía hablar del tema que era experto.
No por nada había sido invitado al Sexto Seminario de historia Greco-Romana en la Universidad Nacional y Kapodistríaca de Atenas.
—Muchas gracias por la invitación al comité de la Universidad y cada una de las personas presentes, me pidieron que expusiera sobre un tema bastante peculiar desde el punto de vista histórico y sobre la evidencia existente del como en el pueblo de la antigua Grecia, dígase del periodo del 2000 antes de cristo con la civilización minoica hasta el 146 antes de cristo con el fin del periodo helenístico, surgieron las creencias de las criaturas mitológicas clásicas.
300 personas reunidas en el gran auditorio, en su mayoría alumnos y alumnas que estaban en el rango de 18 a 25 años, el resto algunos académicos e invitados especiales, cada uno de ellos con sus ojos puestos en lo que ese hombre hablaba y mostraba.
Algunos podían pensar que era muy joven para todo lo que sabía y que siempre había que mostrarse más entusiasmado en realidad por lo que las grandes figuras y entidades de este medio exponían, sin embargo, era precisamente su edad y todo lo que había logrado, lo que atraía a otros.
A los 22 años se había titulado como profesor de historia y geografía, durante los siguientes 4 años trabajó en la Universidad de Atenas impartiendo clases mientras realizaba su estudio de postgrado como el Doctorado y, el año pasado realizó la especialización de historia griega.
Sus buenas referencias lo llevaron al señor Dimitrios Pandermalis, director del museo de la Acrópolis
y quien lo había "adoptado" como si se tratara de un alumno, convirtiéndolo en su mano derecha y quien además le entregó un puesto en el Museo para que en un futuro se desempeñara como curador.
Y solo tenía 29 años.
Los minutos avanzaron rápidamente para quienes estuvieron presentes, y es que cuando inviertes tu tiempo en lo que te gusta las cosas avanzan sin que se pueda controlar.
Al finalizar su clase tras casi 2 horas, empezó la ronda de preguntas.
Fue contestando con una escueta sonrisa al principio, era un hombre que lucía muy plano o tranquilo, pero le agradaba proveer de información a quienes la solicitaban.
Una chica levantó la mano para solicitar el micrófono.
—Sé que esta pregunta puede sonar un poco particular, pero me gustaría saber si existe alguna evidencia sobre dichas criaturas mitológicas que usted ha mencionado, evidencia palpable... ¿Minotauros? ¿Quimera?... —al ver la expresión que adoptaba el señor Mouskouri, se sintió realmente estúpida, o quizás eran las risillas de algunas personas alrededor— ¿Sirenas?
Asintió con calma antes de acercar el micrófono de la mesa para hablar.
—La mitología es un conjunto de leyendas y mitos que se relacionan entre sí para darle sentido a un hecho según el pueblo que la crea... puedes creer o no creer, pero... desde la base histórica, solo tenemos escrituras, papiros, elementos de arte, entre otros, de distintos pueblos influenciados por sus creencias —frunció el ceño—es decir, solo evidencia de un pensamiento muy elaborado y colectivo pero, no existe evidencia científica y afirmada que dichas criaturas alguna vez hayan existido, ahora, si personalmente yo puedo expresar una opinión —miró a todos los presentes— puedo decir que no, no creo en algo que no tenga evidencia.
Dichas aquellas palabras y después de que el moderador diera por finalizada la sesión, los presentes se pararon para aplaudir con entusiasmo, sin embargo, cuando se estaban preparando para salir, el particular sonido subterráneo inundó el lugar.
Se miraron unos con otros extrañados, pero tan pronto como lo hicieron una especie de movimiento se sintió bajo sus pies, un movimiento que duró 10 segundos antes de agarrar fuerza y mecer todo a su alrededor.
Las personas empezaron a gritar desesperadas tratando de salir del auditorio, Youngho, que se afirmaba tras la mesa, miró hacia el techo del auditorio mientras tragaba saliva, aquello no era totalmente seguro, las grietas se estaban tramando y si no se apuraban podían caer algunos trozos encima, era el denominado "Cielo falso".
"Mierda" pensó antes de desplazarse con dificultad y llamar la atención de las personas que no cabían por la salida común.
—Con calma por favor, con calma por acá ¡Escuchen! —apuntó el escenario y la salida de emergencia con una señalética iluminada en color verde— ¡Hay una salida de emergencia en el escenario! Con calma para que todos estén seguros.
Se dio cuenta con horror que las personas sí, le estaban haciendo caso en medio del movimiento telúrico, pero no eran capaces de pensar en los demás. Quizás se debía a su forma de ser, pero no dejaba que la ansiedad y el miedo lo dominaran, por lo tanto su actitud para estos casos de emergencia eran efectivos.
Se agachó para tomar entre sus brazos a una de las asistentes que se había desmayado, luego salió por la puerta de emergencia para quedarse en el área declarada como segura para estos casos.
"¡Vamos a morir, vamos a morir!"
La sola mirada severa a un muchacho fue suficiente para que se quedara callado.
El ruido y el movimiento lateral que ejercía la tierra podía crispar a cualquiera ¿Acaso había alguien en esta universidad que pusiera en duda que esto se trataba de un terremoto?
4 minutos que se sintieron eternos, pero cuando finalizaron produjeron una reacción colectiva de llanto y ansiedad en quienes estaban alrededor suyo. Él los observó y supo que lo que dijera en este momento iba a ser inútil, no todos habían pasado por un sismo de esa magnitud y es que mierda
¡Apenas se pudieron mantener en pie!
Fin Flash Back
El sismo tomó por sorpresa a toda una nación, algunas personas estaban en sus trabajos cuando había comenzado, otros en centros comerciales viéndose envueltos en una masa colectiva de histeria evacuada por toda puerta que existiera, algunos mientras realizaban sus estudios en colegios y universidades, otros simplemente en sus casas donde tuvieron que refugiarse bajo una mesa o en el marco metálico de una puerta, pero ¿Qué había sucedido en realidad?
Algunas personas aún no podían comunicarse porque las redes telefónicas e incluso el internet estaban fallando de forma intermitente, la electricidad no existía salvo en aquellos lugares en los que había generadores propios. Solo quienes estaban en la zona afectada y tenían muy buenos recursos o una radio cerca, podían conectarse con lo que se decía a nivel nacional e internacional.
El terremoto fue de 8 en la escala MW a 180 kilómetros de Atenas, en el mar, en el punto exacto entre la ciudad y Creta, la isla más grande de Grecia.
Canales como CNN Internacional, BBC World, entre otros, cubrían la noticia.
La familia de Youngho vivía en Alejandrópolis, una ciudad cerca del límite con Turquía, 798 kilómetros de distancia con Atenas, alrededor de 1000 kilómetros en realidad de distancia con el epicentro, pero incluso si la distancia parecía mucha allá también se había sentido. Por suerte todos estaban bien, ninguna estructura había sufrido daño alguno.
—Igual quiero estar con ellos —musitó mirando unos papeles en su oficina.
Estaba aquí, en el Museo de la Acrópolis tratando de coordinar cosas y es que después de una catástrofe las cosas de valor también tenían que ser evaluadas una por una para reparar posibles daños.
Cansado del papeleo salió de allí, necesitaba dar una vuelta y volver a inspeccionar el museo en sus pasillos y exhibiciones, de alguna manera eso lo tranquilizaba y le hacía olvidar lo mal que se había sentido al ver gente llorando, gritando por las calles, mirando algunos escombros que habían quedado en el suelo, turistas europeos que jamás habían tenido la experiencia de vivir un sismo en sus vidas, etc.
Él también podía estar en su propia casa, acostado en cama y escuchando las noticias e informándose por el teléfono, sin embargo, como decían en los comics: "Un gran poder con lleva una gran responsabilidad" y alguien como él tenía que liderar la situación cuando el director no se encontraba.
Estaba caminando y hubiera seguido adelante, pero divisó una sombra de reojo que captó inmediatamente su atención. Frunció el ceño espesamente, el museo había cerrado debido a la contingencia hace 3 horas exactas, entonces...
¿Por qué había una persona observando la escultura de un hombre?
Maldita sea, los guardias habían ido a sus casas a verificar que todo estuviera en orden antes de volver ¡¿Y si eran ladrones aprovechándose de la situación?!
—El museo cerró hace horas ¿Puedo saber qué hace aquí?
La figura, que se encontraba de espaldas observando la escultura, se volteó lentamente para mirarlo en silencio. Tenía el cabello negro, su ropa parecía normal, pero... no traía zapatos y sus pies estaban heridos.
¡¿Pero qué demonios?! Además, sus manos sostenían la silla de ruedas de otro muchacho que se encontraba en ella, tez escasamente morena, cabello despeinado, con ropa aunque sí, sus zapatos estaban en su lugar.
—Disculpen, pero en serio necesito saber qué hacen acá ¿Cómo entraron cuando está todo cerrado? —parpadeó un par de veces— esto es propiedad privada.
El chico de la silla de ruedas no parecía estar respirando, pero inclinó su rostro hacia quien aparentemente podía caminar, muchacho que parecía congelado sobre donde estaba parado.
"Quizás no entienden griego" pensó.
—Do you need something? Are you ok?...
Descendió la mirada hacia los pies del muchacho, iba a infectarse, debía hacer algo.
Quizás eran turistas, quizás por el pánico habían quedado encerrados dentro del Museo y no podía portarse de esa manera con ellos ¿Y si trataba de ser amable?
—Miren, soy Youngho Mouskouri y trabajo acá, el lugar cerró por el terremoto y los estoy viendo aquí parados mirando esta escultura de gran valor histórico para todos nosotros, quiero que entiendan que está prohibido que lo toquen, está prohibido que estén aquí, pero... necesito saber si requieren ayuda o están perdidos.
Ninguno hablaba, es más, parecían presos de pánico.
Bien, cuando hizo el intento de acercarse para colocar una mano en el hombro del muchacho parado, este retrocedió temblando y gimiendo como si algo le doliera, mas, de pronto pudo escucharlo decir algo rápidamente.
—Efebo de Kritios —levantó su dedo como si le costara toda una vida hacerlo— es... ¿Efebo de Kritios?
—Lo es... —susurró antes de observar la escultura de 1 metro 17 centímetros. Observó cerca, pero la placa informativa estaba en restauración— ¿Cómo lo sabías?
El chico de la silla de ruedas miró a su amigo (¿?) con insistencia antes que el otro negara con cuidado, parecía preso del pánico, aunque por la situación no debía sorprenderle, había ocurrido un terremoto.
Cuando parecía que iba a responder, gimió retorciendo sus pies, razón por la cual Youngho meneó la cabeza y señaló una parte del museo.
—No puedes seguir caminando, en serio y... —buscó a su alrededor algo que pudiera ayudarle, mas, cuando todo parecía acabado, miró la silla de ruedas— él no puede seguir caminando y tú no pareces tener energía para arrastrar la silla solo así que ¿Podrías cargarlo encima para llevarlos a ambos?
Asintió inmediatamente, aunque fue el aparente muchacho mayor quien se sentía avergonzado cuando lo apoyó encima el otro.
Fue así que trasladó a ambos hasta lo que era una pequeña sala de atención médica que servía tanto para funcionarios como para los cientos de turistas que día a día visitaban el museo.
Colocó el brazo alrededor de su tórax para sostenerlo y apoyarlo encima de una camilla con el fin de tener una apreciación más clara de sus pies.
—Puedes acostarte, no voy a hacerte daño —¿Qué era lo que había en él que tanto le causaba "temor"? ¿Se veía muy severo? ¿O era otra persona afectada por su mirada plana? — por cierto
¿Podrían decirme qué les ha pasado?
Murmuraba mientras buscaba algunas cosas para curarle las heridas, sus padres le habían enseñado cosas que podían ser útiles en su vida y esta ocasión era una de ellas.
Los extraños se miraron entre sí antes que el de la camilla tragara saliva.
—Hubo un terremoto en el mediterráneo, no... nosotros estábamos aquí en el momento del accidente y... bueno, nos escondimos, pero salimos cuando ya era tarde, todo estaba cerrado iiingg ¡Auuuuu! —se quejó cuando colocó una pieza de algodón con suero para retirar la sangre de sus heridas.
Youngho siguió sosteniendo su pie derecho con mesura, sin embargo, fueron sus ojos rasgados los que se movieron rápidamente a los del muchacho provocando una reacción instantánea en este.
Y por un instante, quizás como nunca antes lo hacía, un pequeño movimiento en su comisura labial fue el indicio de lo que podía ser calificado como una sonrisa, después la carencia de emociones volvió a bañar su rostro.
—Vaya, en realidad sí sabes hablar griego —meneó la cabeza— ¿Puedo preguntar sus nombres y por qué no tienes zapatos puestos?
Los extraños volvieron a mirarse fijamente antes que el "herido" tosiera.
—Mi nombre es Mark y él es Donghyuck, somos mejores amigos, turistas a... apasionados de la cultura griega —retorció los dedos de sus pies observándolos con melancolía— a él se le cayeron sus zapatos y yo que traía los míos se los he entregado.
Para "Mark" era hipnotizante la manera en la que esos dedos se movían sobre sus pies con elementos que servían para curar sus heridas, atrayente la forma en la que ese cabello negro tan bien peinado tuviera un par de hebras que bajaban con el movimiento de su cabeza o, que su ceño estuviera tan fruncido cuando parecía concentrado en la tarea.
—Deberías ir al hospital, no creo que lo que yo te haga aquí sea tan bueno como lo que podrían hacerte allá —decía.
Negó lentamente mirando a su alrededor.
"El mar está enojado y las costas de los países que rodean al Mediterráneo sufren sus consecuencias" musitó antes de menar la cabeza y observarlo avergonzado.
—Quiero decir, Atenas y otras costas han sido azotados por un tsunami, los... hospitales han de estar muy ocupados —meneó la cabeza antes de mirar sus pies—estoy bien y agradezco su atención, solo... solo puede indicarnos la salida —su tono de voz cursó un poco más en la ansiedad, el rostro del muchacho estaba rojo y los ojos húmedos, parecía que temblaba.
Youngho enderezó su espalda y observó al chico de la silla de ruedas, no había dicho una sola palabra en todo el momento, bien podía estar cursando algo post traumático.
Guardó las cosas en una caja y dentro de un mueble antes de voltearse.
—Puedo ir a dejarlos en vehículo ¿Se están hospedando en un hotel?
Asustado negó rápidamente.
—Quiero decir, sí, lo... estamos haciendo, pero podemos irnos por nuestra cuenta, solo pido que nos ayude a salir de acá.
El mayor observó a su alrededor pensando en las piezas de arte, en los objetos arqueológicos, hoy al menos no iban a restaurar alguna cosa que haya sufrido daño, todos estaban con sus familias ¿Qué hacía aquí, solo?
—No me puedo ir hasta que vengan los guardias, este museo guarda una riqueza histórica como no te imaginas, pero... —se agachó para sostener los cordones de sus zapatos de cuero, retirárselos y luego sostener los pies de Mark para colocárselos— en una situación tan crítica como el día de hoy y desde acá es todo lo que puedo hacer por ustedes.
El muchacho movió sus pies lentamente y aunque los zapatos de cuero le quedaban un poco grandes, sus ojitos se llenaron de lágrimas antes de observarlo fijamente por un par de segundos.
"Gracias por el gesto señor Mouskouri", susurró.
Caminó junto a ellos por un par de pasillos y salas produciendo eco en un ambiente tan silencioso, pero cuando estuvieron frente a la puerta principal de vidrio, el griego les señaló el camino más seguro para que pudieran volver a donde se hospedaban. Incluso insistió en que lo esperaran para que los fuera a dejar en vehículo, pero estos se negaron.
Youngho vio sus figuras desplazarse, pero hubo un pequeño momento en el que Mark, que llevaba la silla de ruedas de su amigo, se inclinó hacia atrás para observarlo una vez más como si pudiera leer a través de sus ojos.
"Gracias" moduló antes de voltear hacia el frente y caminar junto al otro en la silla hasta que desaparecieron de su vista.
Ni siquiera los conocía en absoluto, pero el griego tuvo la sensación de que era un error dejar que aquellos dos muchachos, que lucían muy asustados de todo, se fueran por su propia cuenta.
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Apoyó delicadamente su cuerpo contra el costado de un pilar mientras que Donghyuck se abrazó así mismo sobre la silla de ruedas, ambos con los ojos puestos en el mar que se podía divisar en la lejanía, una preciosa vista que otorgaba estar en uno de los costados del Partenón, dentro de la Acrópolis en Atenas.
Y aunque prácticamente la ciudad estaba sumergida en la oscuridad secundario al corte de luz, ellos sabían dónde pertenecían y por qué razón no estaban allí con los suyos.
Mark llevó una mano a su pecho y el lugar donde latía su corazón, todas las emociones surcando su sangre, el miedo, la emoción, el deseo de tener respuestas claras ahora mismo, los recuerdos de aquel rostro y ceño fruncido cuando cruzaron miradas por primera vez dentro de ese museo, pero también los gritos y el momento exacto en el que no pudo sostener la mano de su otro mejor amigo.
—Mi corazón se inquieta pensando en cómo estará él —el agua no había entrado muchos metros en la ciudad, pero de seguro había destrozado todo lo que estaba cerca de la costa—pude sostenerlo mejor... —meneó la cabeza— no puedo sentirlo, no responde a mi canto, no quiero creer que Jungwoo está muerto.
"Mi padre sería incapaz de matar a mis mejores amigos" le comunicó el menor pensando lleno de fe que Poseidón no se atrevería a ello
¿O sí?
Pero ¿Qué hacían exactamente aquellas criaturas en un lugar como este en un momento tras una catástrofe?
Todo se había desencadenado el día de hoy cuando él, Donghyuck y Jungwoo nadaban tranquilamente en las aguas del Mediterráneo en dirección hacia la Isla de Creta, necesitaban ver los arrecifes de corales, disponían del tiempo para ello. Sin embargo, cuando estaban carcajeándose y jugando a tirarse las aletas de sus colas, un ruido ensordecedor meció toda agua que los rodeaba.
Apenas podían recordarlo, pero las imágenes de molinos de agua sacudiendo las profundidades del Mediterráneo, molinos que ascendían y luego se convertían en olas gigantes, estaban en su cabeza.
Cuando quiso abrazar y sostener la mano de Jungwoo, este fue arrastrado por una fuerza antinatural y azotado hacia otra dirección bajo el mar.
Miró su mano con los ojitos húmedos, podía recordar la textura de sus dedos y la sensación de las escamas en su cola turquesa. Si algo le pasaba, si él le faltaba, entonces todo iba a sentirse incompleto.
Tanto Mark como Jungwoo eran mejores amigos de Donghyuck, pero, a su vez eran sus guardianes. ¿Cómo el hijo del gran Poseidón y Anfítrite, podía estar solo sin protección? Pero ahora que Jungwoo estaba desaparecido... los enemigos tenían mayor oportunidad de atacarlo.
¿Qué había provocado a Poseidón para desatar su ira tanto en el cielo como en la tierra?
—Mi señor, es mejor que vayamos a un hotel, no podemos regresar al mar hasta que este se calme —tragó saliva antes que su barbilla temblara— este mundo no nos pertenece pero prometo conseguir una habitación que tenga una bañera grande y en la que, después de llenar con agua, pueda volver a su forma original y se libere de estas piernas que no le sirven, después podemos hallar la manera de encontrar a Jungwoo.
"¿Qué harás con el hombre del museo?".
—¿Quién dice que él es el hombre de la profecía? Es... solo una coincidencia —movió sus pies dentro de los zapatos que le había entregado.
"Mark, haz de pedir perdón de forma inmediata... las palabras que te ha revelado nuestra gran Afrodita a través de los sueños, no han sido en vano. El oráculo es un obsequio, no deshonres a una Diosa con aquello".
Seúl, Corea, unas horas después.
Y después de sentir que no podía respirar bajo las oscuras aguas en las que se estaba hundiendo, despertó agitado llevando las manos a su cuello.
Su pecho subía y baja en una respiración irregular aunque después de unos segundos la compañía a su lado en la cama lo trajo de vuelta al presente, de vuelta a lo que era realidad y no una pesadilla recurrente.
La piel de esa chica olía a perfume costoso y al buen sexo que habían tenido hace unas horas atrás, lo sabía, podía sentirlo a través de su nariz y el toque de la punta de su lengua.
Siguió acariciando su cabello con la mano mientras sus ojos veían como las hebras se inmiscuían entre sus dedos y como ella dormía boca abajo abrazando una almohada como la figura más hermosa con la que se había cruzado.
Se sentía enamorado, malditamente sí lo hacía ¿Podía observarla más tiempo y cansarse de hacerlo?
Suspiró con una pequeña sonrisa ante la idea de que podía seguir durmiendo a su lado, abrazándola y dejar que el mundo explotara allá afuera, sin embargo, cuando estuvo a punto de concretar aquello, los golpes en la puerta de su habitación llamaron su atención.
Esperen ¿Qué?
Sostuvo su teléfono para ver la hora, 9:16 de la mañana un día martes. Mierda. ¡9:16 y ya debía estar trabajando!
El golpe en su puerta logró sacarlo de su cama, pero antes de abrir rodeó su cuerpo con una bata. Al correrla no se sorprendió de ver al asistente Sung tras la puerta.
—Señor Moon, preciso de su asistencia ahora, su padre debe conversar con usted.
—Y él te envía hasta acá... ¿Para eso? ¿No pudo haberlo hecho a través de una llamada y...?
No pudo terminar sus palabras, su padre apareció al lado de su asistente para pararse y sostener su cuerpo de lado con la puerta, no parecía muy contento y mucho menos cuando hizo una inspección por la habitación y vio allí a una mujer acostada.
Sexo, por supuesto y un par de copas junto a unas botellas vacías de vino, su hijo no había perdido el tiempo.
—Tenía la intuición que no iba a equivocarme, así que te vistes para conversar sobre algo importante, te espero en la sala de estar.
—Estás en mi pent-house.
Antes de descender por la escalera, el mayor miró de reojo a su hijo con una sonrisa casi sarcástica.
"¿Con el dinero de quien lo has obtenido?".
Enfadado por los planes arruinados, Taeil se vistió a toda prisa con la primera ropa deportiva que tuvo a mano, después que "el jefe" se fuera podía volver a joder a su chica contra el colchón hasta marcar su lindo cuerpo con las ataduras que tanto amaba poner en ella, derramar semen en su rostro después que esta lo chupara como una perra y, sí, finalizar con otra ronda más suave donde podía dedicarle palabras melosas.
Bajó por la escalera, ni siquiera iba a cuestionar los métodos de su padre para ingresar acá cuando tenía el teclado con un código. Ese hombre podía ser espeluznante.
—Dime que quieres papá, tengo planes hoy.
—¿Has visto las noticias siquiera?
Taeil movió los hombros como si en realidad no le importaba, anoche había tenido una pequeña fiesta privada en su penthouse y no estuvo pendiente de lo que sucediera en el mundo exterior.
—Cuando aquí eran las 9 de la noche, ayer ocurrió un terremoto en el Mediterráneo, Grecia y todas sus islas han sufrido las consecuencias —frunció el ceño— ¿De verdad no has visto los noticieros?
Le hizo un gesto para que su asistente continuara.
—Terremoto de grado 8, señor, países como Egipto, Libia, Siria, Turquía, Arabia Saudita, Albania,
Bulgaria e Italia han tenido alerta de Tsunami, pero quien tuvo consecuencias más graves ha sido Grecia y todas sus islas, más aún porque el epicentro ha sido entre Atenas y la Isla de Creta...
El señor Moon, al ver que su hijo fruncía el ceño, entendió que estaba asimilando la dirección del mensaje que trataba de entregarle.
Después de un silencio breve, habló.
—El hotel... los trabajadores...
—He hablado directamente con el gerente, pero dada la situación de emergencia creen que necesitan ayuda desde acá y como estamos realmente ocupados con la gestión y planificación en Dubai creo que debes ir a tender una mano para hacer un reporte de los daños —cruzó sus brazos— tienes un avión privado disponible para que salga en unas horas más, pero la situación es compleja... —al ver como repasaba una mano en su cabello rojizo, utilizó un tono de voz más informal— Taeil, no confío en nadie más que tú para encargarte del mejoramiento de nuestro hotel, esto es una catástrofe.
"Te necesito en Grecia, te necesito en Atenas". Concluyó esperando que entendiera la situación de emergencia en la que estaban pasando personas que dependían de ellos.
¿Cómo iban a saber que esto solo era una consecuencia que NO era coincidencia?
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Museo de la Acrópolis.

Efebo de Kritios

Partenón, en la Acrópolis de Atenas

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